Antifascismo con rostro de mujer

Se publica en primera vez en castellano, de la mano del sello editorial errata naturae, Agnes va a morir, de la escritora y partisana Renata Viganò, una novela coral, símbolo del movimiento partisano, y donde se muestra la importancia de la labor femenina en la Resistencia italiana

Antifascismo con rostro de mujer
Gonzalo Sánchez del Pozo

 Con setenta años de retraso, algo prácticamente incomprensible debido al hermanamiento que existe entre las letras italianas y españolas, se publica ahora, por parte del sello editorial errata naturae, uno de los libros cruciales de la escritora italiana Renata Viganò.

De hecho, hasta cierto punto es un libro autobiográfico, ya que la escritora boloñesa fue una destacada participante del movimiento partisano, un movimiento antifascista que luchaba contra el fascismo de Benito Mussolini y contra el ocupante alemán.

Un trío en la clandestinidad


Realmente Agnese va a morir está protagonizado por tres mujeres que se aprestan a la lucha guerrillera: la propia autora, Natalia Ginzburg y Agnese, el último nombre hace referencia al alias con el cual la autora formó parte del movimiento partisano en la II Guerra Mundial.

Ya en la fecha de su publicación en Italia, en el año 1949 supuso un revulsivo para la sociedad que gobernaba Alcide de Gasperi, ya que puso el acento, por primera vez, en la literatura italiana sobre el importante papel que desarrollaron las mujeres en el movimiento guerrillero antifascista.

Una superviviente


El momento en el cual arranca la novela se podría calificar como una situación de «emergencia vital» de la protagonista, ya que en esos momentos la casa de Agnese ha sido bombardeada y ha quedado destruida.

Si eso no fuese suficiente, el marido de Agnese, el periodista y escritor antifascista Antonio Meluschi ha sido detenido por las siniestras SS.

Debemos recordar que Agnese es el alter ego de la propia autora, y Antonio Meluschi no era otro sino que su marido, y que en esos tiempos pasar por los calabozos e interrogatorios de las SS era habitualmente sinónimo de acabar exangüe, literalmente exangüe.

De hecho, Renata Viganò publicó un artículo en el órgano de expresión del Partido Comunista Italiano L’Unità, en donde rememoraba los miedos que tuvo que padecer mientras su marido estuvo en poder de la maquinaria represiva alemana que dirigía Heinrich Himmler.

Dicho artículo ha sido incluido, como prólogo, a la edición en castellano que acaba de publicar la editorial que editó, como primer volumen Pasar el invierno, de Oliver Adam, y que contextualiza muy bien lo que supuso la II Guerra Mundial en Italia.

En el artículo también narra sus funciones como enlace de diversos grupos de la Resistencia, y como su unión al movimiento partisano después de haber matado a un soldado alemán; del mismo modo, también se nos aclara que, finalmente, Antonio Meluschi logró escapar de las garras de las Escuadras de Protección, esa es la traducción de SS al alemán.

Un símbolo


Es lo que finalmente es la novela, y además es la impresión que da una vez que se ha leído: más allá de la representación de las peripecias de tres mujeres partisanas, finalmente lo que se representan son los valores de la Resistencia.

Pero el libro tiene otra lectura que va mucho más allá: el volumen nos muestra a todos aquellos que en conjunto de Europa lucharon en la Resistencia contra la ocupación alemana.

Nos encontramos, sobre todo, ante una novela que lo que pretende hacer es poner en evidencia los valores del antifascismo que germinó en todo el continente en la II Guerra Mundial, ante los regímenes fascistas, sobre todo los de Hitler y el de Benito Mussolini.

Inclusive ha habido críticos literarios italianos, caso de Andrea Battistini, que ha calificado Agnes va a morir como una de las mejores muestras de los valores y el arrojo de los 40.000 hombres y mujeres italianos que lucharon en las filas partisanas.

Heroísmo colectivo


Es uno de los rasgos fundamentales de esta obra literaria, que lo aleja de «cantos» al heroísmo partisano individual que podemos encontrar en Hombres o no de Elio Vittorini o en El sendero de los nidos de araña de Italo Calvino.

Agnese va a morir es una novela coral, sobre todo por la gran cantidad de «actores de reparto» que rodean a las tres protagonistas y que finalmente permiten que uno se pueda hacer una idea, después de haber concluido la lectura del volumen, sobre lo que fue la Resistencia italiana.

Y por si eso fuera poco, otro de los valores del original de Renata Viganò es que habla de una parte poco conocida de la Historia: la importante labor que desempeñaron las mujeres en el movimiento partisano italiano.

Desafortunadamente, esta ha sido una de las pocas narraciones del movimiento partisano protagonizado por mujeres que ha sido traducido al castellano, ya que otros libros, con la misma temática y de autoras como Natalia Ginzburg, Anna Banti, Elsa Morante o Alba de Cèspedes, no han sido, todavía, publicadas en el idioma que ennobleciera Lope de Vega.

En librerías de viejo


La publicación, y antes la traducción al castellano, de Agnese va a morir, no ha sido producto de un premeditado proyecto editorial, sino que la editora de errata naturae, Irene Antón encontró el original italiano en una librería de viejo.

La obra puede ser calificada como un clásico del siglo XX de las letras italianas, y su publicación en castellano entronca directamente con la política de la editorial de publicar en el idioma de Cervantes clásicos de más allá de los Pirineos.

Libros, clásicos muchas veces de sus tradiciones literarias europeas, que antes nadie se había molestado en poner al alcance de los lectores en español.

Literatura bélica, con h de hombre


Tanto en lo que tiene que ver con la Resistencia italiana ante el fascismo y la ocupación alemana, como en otros escenarios bélicos de todos los tiempos, las editoriales han primado a los autores varones.

Se pueden contar con los dedos de una mano, y nos referimos a las traducciones al castellano, los libros que, sobre escenarios bélicos, una actividad básicamente masculina, se pueden encontrar en los expositores de las librerías.

Y eso máxime cuando en las guerras, también han participado, participan y participarán mujeres, bien en misiones tradicionalmente reservadas a las mismas – cuidados, labores sanitarias o de enlace – o bien con las armas en la mano.

Empoderamiento femenino


Muchas guerras, pero específicamente debemos detenernos en la II Guerra Mundial, fueron un tiempo de empoderamiento femenino, y especialmente cuando las mujeres comenzaron a desarrollar ocupaciones y trabajos que poco tenían que ver con su rol tradicional.

Sobre todo, en Estados Unidos, con los hombres en el frente, muchas mujeres salieron por primera vez de casa a trabajar en las fábricas, tanto en las que manufacturaban todo tipo de impedimenta bélica, y en sectores productivos que eran coto privado del hombre hasta aquellas fechas.

Muchas de estas mujeres, una vez finalizada la conflagración, se negaron a volver a los roles que hasta este momento les había asignado la sociedad, siendo la «cabeza de puente» de la posterior liberación de la mujer a partir de los años sesenta del pasado siglo.


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