Utilidad de los reyes.
 

Utilidad de los reyes. 
Arturo del Villar:

LOS cuatro reyes de la baraja española son muy útiles para el juego, pero los cuatro de la actual borbonería no se sabe bien la utilidad que pueden tener. Por mucho que se repase el título II de la vigente Constitución, titulado “De la Corona”, no se encuentra ningún cometido que justifique los 679.818 euros asignados este año a la familia irreal en los Presupuestos Generales del Estado. Los trabajos que le corresponde realizar oficialmente al rey, enumerados en el artículo 62, son totalmente superfluos, puesto que se limita a firmar decisiones de otros órganos decisorios ejecutivos.

La revista más seria de las editadas en el reino, El Jueves, ha recogido en su edición correspondiente al miércoles 12 de febrero la opinión de uno de sus dibujantes acerca de esta preocupante cuestión, que seguramente retrata la que es mayoritaria entre los vasallos. Es posible reproducirla porque el juez todavía no ha ordenado el secuestro del número y el encarcelamiento del autor, según  costumbre cuando se trata de esta publicación crítica.

El fin de semana los reyes católicos nuestros señores han estado en Andalucía, para presidir en Almonte un congreso sobre el parque nazional de Doñana; antes se le llamaba coto, pero se le modificó el nombre porque era habitual que en los periódicos se confundieran los tipos, y en vez de la te se colase la españolísima eñe. Hasta Evaristo Acevedo se cansó de hacer burla del disparate en su denuncia de El despiste nacional, que no parecía un error y dejaba en mal lugar a los correctores de pruebas.

El derroche nazional

Del teatro cívico se trasladaron al teatro religioso, la parroquia de la Asunción, para visitar a la imagen de la Virgen del Río, que los esperaba ataviada con sus mejores galas. Según relata Huelva Información, Felipe VI comentó que le impresionaba la imagen de la conocida como Blanca Paloma: es un rey muy impresionable. De acuerdo con la costumbre popular, besaron el manto con el propósito de que la imagen les conceda un deseo.

En la sacristía les habían preparado una sorpresa: el descubrimiento de un retrato al óleo de su majestad el rey católico, pintado por Nuria Barrera, que se instalará en el salón de cabildos, para eterna memoria del acontecimiento. La Virgen y el rey juntos por la alianza entre el altar y el trono.

Y todavía prosiguió el incansable trabajo de los monarcas, que es que no paran: les llevaron a Sanlúcar, para inaugurar una placa conmemorativa de la visita, organizada para celebrar el quinto centenario de la vuelta al mundo completada por las naves de Magallanes y Elcano, para demostrar que la Tierra es redonda, aunque sigue habiendo incrédulos que lo niegan.

¿Qué utilidad han tenido para el reino esas tres actividades de sus monarcas? ¿Acaso el congreso doñanero alcanzó más altura intelectual por el hecho de asistir la real pareja a la inauguración? ¿Es que a la imagen de la Virgen del Rocío le hizo feliz el beso a su manto de los reyes llamados católicos por herencia recibida, pero que demuestran no serlo por adorar imágenes, en contra de la prohibición expresada en el segundo mandamiento de los entregados a Moisés por el mismísimo Dios o Jehová, tal como figura en los libros bíblicos del Éxodo, 20:4—5, y del Deuteronomio, 5:8—9, prohibición que la Iglesia catolicorromana ha tenido la osadía de eliminar de sus catecismos? ¿Será posible que el viaje de Magallanes y Elcano haya tenido este día su culminación histórica, por haber inaugurado una placa quinientos años después Felipe y la consorte?

No, rotundamente. Esos tres actos han sido inútiles. Y si los reyes se pagaran los viajes, con inclusión de los gorilas pegados a ellos en todo momento, no podríamos quejarnos de su afición por hacer turismo. Pero es que todos sus desplazamientos, con la añadidura del inevitable séquito, lo pagamos nosotros con nuestros impuestos, que desearíamos invertir en la mejora del nivel de vida de la población, en una sanidad pública efectiva, en una educación popular valiosa, en la protección de los agricultores y ganaderos que en estos mismos días denuncian su quiebra, en una distribución adecuada de la riqueza, en cualquier cosa, en una palabra, mejor que en los paseos reales por el territorio de su posesión hereditaria. Algún día podremos hablar los vasallos sin miedo a los jueces servilones.


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