Que largo se me está haciendo el franquismo

He leído esta frase en Facebook encabezando una ilustración de Max Feito con la reflexión: «en que minuto exigir justicia social empezó a confundirse con ser comunista». Sinceramente de la misma manera que para nuestros padres y abuelos la guerra civil, mientras vivió Franco no se finalizó; para los que vivimos los últimos años del...

Que largo se me está haciendo el franquismo: He leído esta frase en Facebook encabezando una ilustración de Max Feito con la reflexión: «en que minuto exigir justicia social empezó a confundirse con ser comunista».

 Sinceramente de la misma manera que para nuestros padres y abuelos la guerra civil, mientras vivió Franco no se finalizó; para los que vivimos los últimos años del franquismo y celebramos la muerte del dictador como una puerta hacia el futuro y la libertad muchas veces también tenemos la sensación que ese periodo histórico no ha sido superado  del todo.

No es nada nuevo desde luego, tras los episodios del GAL socialista y el primer gobierno de Aznar se intuyó la involución en las libertades y modelo de estado de una incipiente y frágil democracia, la implosión del neoliberalismo dejó asomar las alas del águila y con ellas la casta política del inmovilismo, las puertas giratorias, la corrupción institucional como parte de la organización del estado, las comisiones…

No en vano la mayoría de los políticos de aquella época, los socialistas incluidos, se educaron desde pequeños con una idea de España como estado nación, donde se dejaba de lado entre otras cosas la esencia multicultural y plurinacional del territorio o la historia de las múltiples rebeliones que durante siglos transcurrieron en la península siempre en contra de las maneras administrar y gestionar los dirigentes de turno. Situaciones que por no ser aceptadas se repiten y reivindican a través del tiempo.

Una generación que nació y creció con una enseñanza que enardecía por encima de todo la idea de nación simplificando el concepto con el lema: «una grande y libre» es decir indivisible, imperial y no sometida a influencias extranjeras, así como con otras triadas de palabras como la conspiración judéo-masónica-marxista para la protección externa o con la de los rojos separatistas y liberales para la interna, un entramado nacionalista tejido desde la dictadura con la ayuda de la falange al que se le añadieron referencias patrióticas de personajes como Don Pelayo, Reyes Católicos, Felipe II, Felipe III, Felipe V, la santa inquisición, para perfilar un estado confesional donde la iglesia mandaba casi tanto como en tiempos del cardenal Cisneros.

Un adoctrinamiento sobre el modelo de país que alababa lo que posiblemente fue la primera acción segregacionista de lo que ahora se llama Europa occidental, donde en poco más de un siglo se desterraron y expulsaron por razones religiosas y económicas a más de 800.000 ciudadanos (10 % de la población) cuyas familias vivían desde hacía muchas generaciones en la península, primero los RRCC en 1492 a los judíos y más tarde Felipe III a los musulmanes 1609 además se impuso a la vez una especie de «apartheid» a los conversos al catolicismo de estas religiones bajo la vigilancia y tutela de la Santa Inquisición, unas minorías que además constituían una parte importante del peso cultural del país, cuya expatriación provocó la pérdida de su rico legado provocada por un silencio y prohibición institucional que ha durado siglos, a ello hay que sumarle la invasión colonialista de América explotando sus riquezas y reduciendo cualquier vestigio de identidad propia de sus habitantes, imponiendo a partir de la religión y el ejército una cultura, una lengua y un modelo económico, a esto se le tiene que añadir el esclavismo para la explotación de las plantaciones de ultramar para conseguir la «España imperial», todo ello ha sido narrado desde el patriotismo, sin dar importancia a la sangre vertida por los «enemigos» las torturas y las matanzas, como si hubiera sido una aventura de santos y héroes desprendidos, se ha explicado, enseñado y aún se sigue haciendo en muchos lares como gloriosos tiempos, para justificar esa: «una-grande-libre». El franquismo reclamó para sí ese patriotismo como hace ahora el nacionalismo intransigente, olvidando otra vez su origen sanguinario, de la extrema derecha parte de la derecha y en algunos aspectos de los socialistas más rancios como si fueran sucesores de la falange.

«Que largo se me está…» en un estado que el dictador dejó atado con una religiosa monarquía, un estado que fanfarronea de haber convivido en sus tierras las tres culturas religiosas monoteístas y que pensó que expulsando a dos no existiría más que una que ha intentado imponer, desde luego sin éxito, durante 400 años.

En cambio se debería explicar con orgullo historias como que en parte de su territorio los reyes eran como los siervos y estos podían despojarlos de su condición si no cumplía las leyes o se sobrepasaba con ellas, derechos históricos entre otros muchos anulados por los decretos de Nueva Planta de Felipe V, o que es un territorio que durante 800 años se ha levantado como mínimo 25 veces contra sus gobernantes, con poco éxito ciertamente, pero desde todos los puntos geográficos, nadie habla o explica con detalle el carácter rebelde de sus habitantes, del que fueron sus últimos representantes los maquis desperdigados por toda la península luchando contra el fascismo, también que contiene una variedad cultural envidiable además de múltiples lenguas que han subsistido durante siglos a lo largo y ancho de su territorio gracias a que el pueblo las utilizaba y las utiliza, reivindicando de esta manera la supervivencia de una cultura popular variada espléndida, porque no nos olvidemos que no hay lengua ni palabra sin pueblo que la utilice por muchos diccionarios y académicos que existan. Este es el estado que ha caminado junto a Las cortes de Cádiz, a los liberales, término acuñado en la península o las dos repúblicas…pero siempre en paralelo alejados de los reyes de las casas de los Austria, Saboya, Borbones, Trastamara o dictadores y regentes

Los ciudadanos de la península han sido rebeldes desde los tiempos de las Baguadas en edad media, las Remenses 1462, la revuelta Irmandiña 1467, Motín del hambre en Córdoba 1652, sucesos de Utrera y el Arahal 1857, sublevación de Loja 1861, la revuelta Mudéjar 1264, rebelión de la Alpujarra 1568, la revuelta dels Malcontents 1827, Comuneros 1522, conspiración de San Blas 1795, Revuelta de les Barretines 1657, las alteraciones de Teruel y Albarracín 1572 y de Zaragoza 1592, las Germanías 1521 y 1705, la guerra de Sucesión y la campaña Catalana…Todas estas luchas y muchas más no son explicadas ni tenidas en cuenta por los nacionalistas españoles, en ellas se reclamaron derechos individuales, colectivos y justicia, lo mismo ocurre con la multiculturalidad, el plurilingüismo que no son entendidos, por esa parte del estado rancio, como historia y riqueza cultural, mientras desde el poder de sus califatos entorpecen, encorsetando la libertad, todo lo que pueden la evolución social de todos los ciudadanos.

Por eso se hace largo el franquismo, porque algunos son como el perro del hortelano ni comen ni dejan comer, por la involución de las libertades y de los derechos individuales que se están imponiendo en parte del territorio, porque hacía años que el sistema judicial no estaba tan desprestigiado tanto en el país como en el extranjero, porque no se puede encarcelar a nadie por pensar diferente…pero sobre todo porque desde los púlpitos de la política y la información se habla más de triadas (desestabilizando, insultando y amenazando), defensa de patrias o banderas buscando enfrentamiento entre grupos, que de justicia social, igualdad y libertad


Fuente → arainfo.org

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