
Supongo que este general asesino no se imaginaría nunca que
estaría en el año 2020 dando tanto de qué hablar. En todo caso, no le
gustaría que sobre sus ruines huesos toda la sociedad estuviera hablando
mal, no le agradaría que su nombre estuviese todos los días en boca de
jueces, creyentes, memorialistas, periodistas, políticos, sacerdotes,
ciudadanos, feministas, militares… quizás Queipo de Llano querría
descansar en paz, cosa que por el momento parece que no le va a ocurrir.
En estos días se ha dicho que sus restos, y los de su esposa,
saldrían de la basílica de la Macarena, pero de pronto la hermandad
propietaria del templo ha desmentido la noticia, señalando que no hay
fecha de inicio ni de finalización del traslado. Esto es, la hermandad
ha desmentido que se vayan a trasladar de forma inminente los restos de
Queipo a la zona de la sacristía del templo. Mientras tanto, los
memorialistas, toda la sociedad democrática en que hoy vivimos, se
preguntan cómo es posible que esta situación siga coleteando sin que el
gobierno tome cartas en el asunto y solucione definitivamente el caso,
al igual que se han sacado los restos del sangriento general Franco del
Valle de los Caídos.
Esta tardanza de la democracia española en tomarse en serio el
fomento de la memoria histórica y democrática viene de muy atrás, viene,
como todo el mundo sabemos, del pacto de silencio en que se fraguó la
Transición. Y de aquellos polvos estos pestilentes lodos. Porque, seamos
claros y sinceros, este “episodio” de los restos de Queipo de Llano no
es más que la punta de un iceberg enorme, es decir, son la prueba más
colorida de un abandono sistemático, intenso, crónico y doloroso de la
memoria histórica en todo el país. Ahí siguen los restos de José Antonio
Primo de Rivera en el Valle de los Caídos y como si nada… Las
contradicciones del estado español son tantas en este ámbito de la
memoria histórica y democrática que vale hablar de una complicidad
directa de la estructura del estado español con la desmemoria. La
apuesta del estado por el olvido es férrea.

La Iglesia Católica también está implicada en este asunto hasta el
corvejón. La Iglesia, desde la muerte de Franco hasta aquí, se ha
dedicado a disfrazarse de víctima de la guerra civil, aireando a los
cuatro vientos su martirologio… guardando silencio respecto a la
alianza, más que estrecha, entre el régimen y su muy derechosa cúpula.
Por supuesto, hay que reconocer que en la guerra civil fueron asesinados
miles de sacerdotes y de monjas, lo cual es un hecho condenable en
todos los sentidos, pero, por el contrario, la Iglesia Católica dio
alas, sin descanso, al concepto de “santa cruzada” y al golpe de estado
que los generales africanistas llevaron a genocida efecto. La Iglesia se
llenó las manos de sangre en la contienda mediante una implicación
ideológica sin cuartel. Y luego vino la connivencia con el régimen a lo
largo de 40 años, y luego su Transición como víctima… Este itinerario
es, como mínimo, poco o nada democrático. Y así sigue, como el caso
Queipo de Llano demuestra sin ambages.
Entonces, es el caso que el franquismo social, ese que se mueve en
el fondo intergeneracional de España avivado por organizaciones como
Vox y otras, está adquiriendo hoy alguna fuerza política y está llegando
hasta donde era previsible: la retorcida propuesta de ley de concordia,
intentando derogar la legislación hasta ahora vigente en materia de
memoria histórica (por lo demás, tan alicorta y tardía).
Una surrealista ley de concordia que, de estar aprobada ya, quizás
podría hacer posible que Queipo de Llano permaneciera otros 90 años en
la Basílica de la Macarena. ¿Será eso lo que quiere la hermandad
susodicha?, ¿que el PP se atreva con el asunto y pueda obtener una
victoria ideológica, cuasi bélica, sobre el rojerío de Sevilla?.
Es muy increíble que la religión del amor, la religión del Jesús
de Nazareth, pueda permanecer en una actitud tan turbia en un asunto
como el de los restos mortales del genocida Queipo de Llano. Se ve que
el perdón y la compasión no son las características de esta cúpula
eclesial, se ve que el amor no tiene nada que ver con su conducta real.
Lo cual representa, aparte de algo políticamente preocupante, una
propuesta moral, cultural y social retrógrada e inmovilista cuyas
repercusiones a medio plazo podrían ser muy negativas.
Parece que la Iglesia Católica se empeña, mediante una cruzada
medievalista digna de un estudio antropológico, en devolvernos a una
vida en blanco y negro, un mundo donde ella, en la primera escena del
Nodo, nos vuelva a pastorear como siempre lo hizo en el pasado desde
Trento al Concordato… El no a la salida de Queipo de Llano, como la
resistencia de los monjes benedictinos en el Valle de los Caídos, es una
hazaña numantina a lo Santiago y cierra España, un nuevo y calculado
Alcázar de Toledo que las derechas azuzan y gestionan mediáticamente
para no condenar la dictadura franquista y lograr que eche a andar la
tan ansiada, por ellos, Ley de Concordia. Todo está atado y bien atado
por algunos viejos actores del sistema ahora decididos a salvarnos de la
degradación roja (eutanasia, aborto…)
Está en juego, de fondo, en último término, lo que el historiador
José Luis Gutiérrez recordó en una reciente conferencia en Jerez: que
los rojos de los años 30 “habían perdido el respeto” (usando una vieja
expresión de la derechona de Andalucía), es decir, que ya no estaban
dispuestos a seguir tragando sapos y cantinelas absurdas que solo eran
tapaderas para la dominación y la esclavitud de siempre. Hoy también le
hemos perdido el respeto a una iglesia católica que se ha convertido en
una correa de transmisión de las ideas más reaccionarias e inmovilistas.
Hoy también hemos perdido el respeto a unos políticos y militares que
quieren hacernos creer que el golpe de estado de 18 de julio de 1936
tuvo algún tipo de justificación y fundamento de derecho. Y
efectivamente, hemos perdido el respeto a quienes, desde las
instituciones poderosas del país, han perdido el respeto a la democracia
y a los derechos humanos de todos y de todas.
Veamos cuánto más dura esa resistencia de los responsables de la
basílica de la Macarena a despertar a Queipo de Llano de su dulce sueño
en un país donde todavía existen títulos nobiliarios franquistas, donde
el jefe del estado fue elegido por Franco, donde siguen si retirarse
miles de símbolos franquistas de la vía pública, donde no ha habido ni
un juicio por genocidio… Algún logro han obtenido ya, es cierto, quienes
protagonizan esa resistencia, retratarse bien delante de la historia.
Fuente → noviolencia62.blogspot.com
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