Y la República llegó a Granada
 

Y la República llegó a Granada: La II República Española no vino por un pronunciamiento militar, por una movilización ciudadana a través de una huelga general revolucionaria o por una intervención extranjera, sino por un cambio menos previsible: el del voto.

Simplemente, unas elecciones que debían de servir para elegir alcaldes y concejales de todas las ciudades y pueblos de España se convertirían en un auténtico plebiscito sobre si mantener la Monarquía o cambiar de régimen político. El pueblo lo interpretó de una manera muy simple: votar por los candidatos republicanos era echar a la Monarquía. De la noche a la mañana, España se acostó monárquica y se levantó republicana.

El 12 de Abril de 1931, el 90 por ciento de todas las grandes y medianas ciudades votaron por la República, sólo los pueblos menores de 5.000 habitantes siguieron apoyando a la Monarquía, posiblemente por el control del voto por los caciques locales. Ni el Consejo de Ministros al frente de Romanones, ni Sanjurjo y su Guardia Civil, ni Mola y su Dirección General de Seguridad, ni el Ejército, ni el propio Rey Alfonso XIII sabían qué hacer.

El día 13 fue de tensión y de espera, de incertezas y esperanzas. El día 14, los sucesos se desencadenaron: concejales de la villa guipuzcoana de Eibar, de Valencia, de Sevilla, de Zaragoza..., de otras docenas y cientos de pueblos proclamaban la República desde los balcones de sus ayuntamientos. Ante la profusión de las proclamas y el miedo a las consecuencias, el Rey no sacó las tropas a la calle, no quiso disparar contra el gentío que abarrotaba las calles. Madrid o Barcelona no fueron San Petersburgo en 1917. España daba ejemplo al mundo. La primavera traía la República y el Rey abdicaba y decidía su exilio. Como dijera Miguel Maura, futuro ministro del primer gobierno democrático:

“Nos regalaron el poder. Que nosotros no hicimos sino recoger en nuestras manos cuidadosamente, amorosamente, pacíficamente, a España, a quien esos mismos hombres habían dejado en medio del arroyo”.

Como dijera Alejandro Lerroux:

“la satisfacción de no ser alterado el orden público, ni en peligro la paz, ni violado un domicilio, ni forzado un escaparate, ni ultrajado un sacerdote, ni levantadas las piedras de las calles, ni desfilado por ellas el Ejército en tren de guerra..., fue entonces cuando el país entero, radiante de alegría y vibrante de emoción, se encontró a sí mismo, como él se quería o como él se creía, en plena paz, en cordial fraternidad y libre”.

El 14 de abril de 1931, el Rey Alfonso XII, autorizó a los monárquicos liberales a que pactasen con los republicanos el abandono del poder, entrando a las cinco de la tarde de ese día los miembros del Comité Revolucionario en el Ministerio de la Gobernación en la Puerta del Sol de Madrid, aclamados por la muchedumbre. Llegaría con ello la II República Española, que sería recibida con entusiasmo y euforia por parte de todos los sectores de la población española, dentro de un ambiente difícil de reconstruir.

El 15 de abril, en el número 105 de la Gaceta de Madrid, aparecería publicado el Decreto del Comité Político que designaba Presidente del Gobierno provisional de la República a Niceto Alcalá Zamora, un monárquico liberal que había sido dos veces ministro de la Corona, así como los Decretos de la Presidencia por el que nombraba a los Ministros del Gobierno provisional: Alejandro Lerroux y García, Ministro de Estado; Fernando de los Ríos Urruti, Ministro de Justicia; Manuel Azaña Díaz, Ministro de la Guerra; Santiago Casares Quiroga, Ministro de Marina; Miguel Maura Gamazo, Ministro de Gobernación y Álvaro de Albornoz y Limia, Ministro de Fomento.

Ese mismo día, el Gobernador Civil de la Provincia de Granada, dirigió un telegrama a todas las corporaciones locales de poblaciones que tuvieran telégrafo:

“Granada núm. 436 palabras 200 depositado el 15 a las 8-20.- Alcalde, digo Gobernador Civil a Alcalde cabeza de partido y todos los demás pueblos tengan telégrafo. En el momento que reciba esta orden procederá sin perdida de tiempo a constituir el Ayuntamiento con los concejales elegidos en la elección verificada el día 12 del presente mes y año y en la forma que ordena la ley municipal de 2 de octubre 1877 procediendo la nombramiento de Alcalde y demás cargos, dándoles inmediatamente posesión y comunicando en el día de hoy a este Gobierno queda cumplida la presente orden telegráfica expresando el nombre del Alcalde y Tenientes de Alcalde y su filiación política, significándole que si fuese nombrado alguno de diferente filiación política a la republicana aunque fuere monárquica no se les ponga obstáculo alguno a la posesión del cargo. Debo significarle para conocimiento del publico que el día de hoy ha sido declarado fiesta nacional, comunique por medio mas rápido la presente orden a los pueblos mas próximos.”
 


Fuente → elobrero.es

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