Visibilizar el fascismo
 

 A raíz de las pintadas fascistas que estamos sufriendo en Pikara Magazine y Faktoria Lila, la autora reflexiona sobre qué significa defenderse de estos ataques y qué es visibilizar el fascismo. 

Visibilizar el fascismo:
Teresa Villaverde
«Poneos el burka, guarras» es una de las últimas pintadas que nos han hecho.

Soy fan de las cuentas de personajes políticos en Instagram. De las poses, los looks, las historias que cuentan. Fantaseo con escribir un blog de moda y estilo en política. Por ejemplo, ya lo sabemos, el partido de los 52 escaños forma parte de toda una maquinaria heredera del franquismo que nunca ha dejado de operar en el Estado español. Y eso se ve reflejado también en las fotos de sus líderes. Señores con un aire a lo mafia del No-Do pero en color, con un estilismo Ramón Serrano Suñer que, por otro lado, ya había vuelto a poner de moda Bárcenas dándole un toque Los Soprano. Pelo engominado hacia atrás, pañuelo sobresaliendo en el bolsillo de la americana y la gabardina. Los parecidos son razonables porque el partido lo forman los hijos díscolos del PP, que vienen a poner en orden a la derechita cobarde, a la dictadura progre, a la ideología de género auspiciada por maricas y feminazis y a los catalanes golpistas rompepatrias. Quizá por eso, además del rollo mafioso, tienen un aire de machos rompe pechos. También hay una señora con un aire a lo Carmen Polo que su fotógrafo de cabecera se esfuerza en explotar en cada instantánea, una señora elegante y trabajadora, pero un poco siesa, que compensa aportando cercanía a través sus historias tiernas de familia numerosa y fotos de profesional arquitecta clásica dibujando planos en papel.


Digo todo esto porque la ultraderecha de este país no tiene un grupo paramilitar como el Amanecer Dorado griego, pero ni es nueva ni está sola. Y cuando su discurso empieza a calar y a tener éxito, salen los fascistas que ya estaban ahí, debajo de las piedras de los aparatos del Estado y de las organizaciones. En los cuerpos militares o policiales o en la judicatura. También hay ultraderechistas escondidos en partidos que se dicen más moderados. ¿Recordáis a la marquesa de los populares rodeada de polis alfa con el gesto altivo frente a los independentistas? ¿O a la de ciudadanos en plan macarra en la mani del orgullo? Pues eso. También salen de otros sitios, de partidos falangistas neonazis sin representación, pero a los que se permite presentarse a elecciones. Y en el último eslabón de la cadena están los juligans a pie de calle, que lo mismo agreden a alguien que hacen unas pintadas. Estos niveles de la cadena a veces se cruzan. Te puede firmar el garito con esprai un juligan que pertenece a un partido nazi y apoya al de los 52 escaños. A Pikara Magazine, como a otras organizaciones antirracistas, de izquierdas, antifascistas, etc., nos ha tocado esta última modalidad. Después de varias pintadas firmadas por un partido falangista diciendo que la violencia no tiene género, llamándonos putas de Soros, etcétera, las últimas han sido durante estas fiestas. En la festividad cristiana por excelencia, las consignas elegidas fueron ‘Alá es grande’, ‘Stop feminismo’ y el imperativo ‘Poneos el Burka’. En la novela de Houllebeq, Sumisión, la izquierda acaba abrazando el Islam, especialmente los hombres, que terminan viendo la posibilidad de la poligamia como una ventaja. ¿Serán estas pintadas un ejemplo más de que el apocalipsis va a llegar? ¿Están los buenos cristianos a punto de abrazar la religión rival con tal de que el feminismo cese? ¿O nos están advirtiendo de que, nosotras, malditas progres, defendemos otras culturas que llegarán y nos taparán la boca y la cabeza, por listas, a pesar de que, de momento, sean solo ellos los que nos amenazan?
 
Volviendo al hilo, unas pintadas no parecen gran cosa, así que vienen las dudas. ¿Qué hacemos? ¿Le damos bombo? Si avisamos a los medios y vienen, ¿ponemos la cara? ¿Nos estamos exponiendo demasiado? ¿Estamos visibilizando el fascismo más de lo necesario? Algunas preguntas se responden solas. Hoy en día no podemos controlar la información a este nivel. Antes de que nosotras contáramos lo que había pasado ya estaban circulando en redes las fotos del escaparate con las pintadas. La cuestión sobre si nos exponemos o no es más complicada, y seguimos lidiando con ella. Para Irantzu Varela no queda otra opción. Ella ya es una de las caras visibles del feminismo. Además, cuando una pintada así aparece con tu nombre y apellidos tiene tintes de amenaza, y denunciarla es también una forma de autodefensa. Y luego queda la duda de si le estamos haciendo la campaña gratis a la ultraderecha.

Se entiende que dar visibilidad al fascismo es darle espacio, hablar de él. Pero creo que hay que entenderlo en un sentido más preciso. Visibilizar el fascismo es mostrar que son fascistas, aunque parezca redundante. Y esto tiene que ir acompañado de medidas para combatir esas posturas desde todos los frentes: mediático, institucional, político, judicial, educativo o social. Peleando contra ese orden que reclaman porque, en realidad, no es orden sino privilegio, elitismo de clase, imposición religiosa, estructura patriarcal –ingredientes que, por otro lado, ya están presentes en otros partidos, juntos o por separado–, y todo esto se ve en su propuesta económica. En materia laboral ahondan en el modelo que ya impusieron las reformas de Zapetero y Rajoy, limitando la huelga, acabando con los convenios colectivos, rebajando la indemnización por despido o las cotizaciones a la Seguridad Social, con todo lo que eso conlleva. También buscan vetar la progresión fiscal o desmantelar la escuela pública, entre otras cosas. Vienen a lo que vienen.


Y combatir al fascismo también es responder a sus agresiones, aunque parezcan menores, denunciándolas por la vía social y policial y poniendo los medios para que no se repitan. Porque desde el feminismo ya sabemos que la violencia física es la cúspide de violencias menores que se permiten. Si no decimos nada y, sobre todo, si no hacemos nada, estamos banalizando el auge fascista, escondiendo sus maneras de hinchas futboleros, dejando que el discurso lo hagan ellos. Recuerdo cuando en 2014 hablábamos de Europa, de la deuda, de posibles alianzas mediterráneas para hacer presión y frenar la austeridad impuesta desde el FMI. No quiero idealizar el asalto al Parlamento europeo, sino recordar que sin haberlo consumado hemos dejado hasta de desarrollar un planteamiento político internacionalista. Ahora solo hablamos en clave patriotera y a golpe de eslogan: Aplicar el 155, unidad de España, vivan los toros. Fin.

Nota de la autora
Este artículo fue originalmente publicado en La Directa en catalán. Después, se hicieron más pintadas, por lo que se publica en castellano con alguna modificación.


Fuente → pikaramagazine.com

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