Manuel, hermano de Arturo Ruiz: “En España no hubo Transición, sino continuidad”
Manuel, hermano de Arturo Ruiz: “En España no hubo Transición, sino continuidad” / María F. Sánchez
 
Han pasado más de 40 años del día que le mataron. Arturo había acudido a una manifestación pacífica para reivindicar la amnistía de los presos políticos 
“Hemos normalizado que el asesino de mi hermano, que cometió un crimen de lesa humanidad, esté desaparecido o que haya 120.000 personas en fosas" 
 
Es la primera vez que Manuel Ruiz conmemora el aniversario de la muerte de su hermano junto a la placa que le rinde homenaje. El nombre de Arturo Ruiz, asesinado por un comando ultraderechista un 23 de enero de 1977, reluce desde el pasado mes de junio en la conocida como “plaza de la Luna”. Fue una de las últimas iniciativas ejecutadas por el Ayuntamiento de Manuela Carmena. La placa se sitúa unos metros más allá del lugar donde le asestaron los dos tiros mortales. La idea inicial era instalarla en la esquina exacta donde falleció, pero los vecinos se negaron porque temían pintadas que ensuciaran su fachada. Manuel digiere esta negativa como la enésima prueba de que vivimos en un país desmemoriado.

El primer homenaje a Arturo frente a su placa lo han realizado este jueves sus familiares y las personas que le conocieron. También han acudido al acto otros miembros de la organización memorialista La Comuna de Presxs y el exconcejal de Derechos Humanos y Memoria Mauricio Valiente, responsable de la instalación de la placa. La familia había solicitado al Ayuntamiento que interrumpiera la actividad de la fuente que se encuentra junto a la placa. Sin embargo, justo a la hora que estaba previsto que comenzara el homenaje, a las 11.00 de la mañana, ha comenzado a brotar el agua. Otro contratiempo simbólico.

Han pasado más de 40 años del día que le mataron. Arturo había acudido a una manifestación pacífica para reivindicar la amnistía de los presos políticos de la dictadura franquista. Tenía 19 años, el pelo alborotado, y militaba en la Joven Guardia Roja (el ala juvenil del PTE) y en Comisiones Obreras. Manuel le recuerda como una persona “muy popular” entre sus amigos, también “muy inquieto y concienciado”. Aprendió a tocar él solo la guitarra, estudiaba el bachillerato por la noche y trabajaba durante el día. “No tenía reparo en sacar la bandera republicana cuando eso te podía costar la vida”, recuerda su hermano.
 
Los responsables del crimen de Arturo
 
José Ignacio Fernández Guaza, un matón de ultraderecha del Grupo de Guerrilleros Cristo Rey, vinculado a las fuerzas de seguridad del Estado, le arrebató la vida a tiros en la esquina de la “plaza de la Luna” que ahora contempla Manuel. “En el sumario del caso consta que el asesino cogió su maleta y huyó al País Vasco”, explica el hermano de Arturo. “Él llamó a su familia pidiendo que le mandaran un giro de 15.000 pesetas al cuartel de la Guardia Civil de Guernica. Hay gente que me ha contado que efectivamente lo vio allí”, explica. De allí supuestamente huyó a Francia y el mecanismo que se activó para protegerlo es tan perenne que hasta hoy se desconoce su paradero. “Puede que incluso viva en Madrid con una identidad falsa”.

El argentino Jorge Cesarsky fue juzgado por entregarle el arma a Guaza. Pertenecía a la siniestra Triple AAA, el grupo parapolicial responsable de la desaparición de cientos de personas durante la dictadura argentina. “Le condenaron a cinco años por terrorismo, seis meses por tenencia ilícita de armas y 10 millones de pesetas de indemnización a la familia que no tuvo que dar por entregarse voluntariamente”, explica Manuel. Solo estuvo seis meses en prisión. A Cesarsky dice haberlo escuchado tiempo después en algún programa de radio en España porque “además de terrorista es exhibicionista”, comenta el entrevistado. También se encuentra en paradero desconocido.

Las manchas sobre el caso de Arturo Ruiz son muchas. Para empezar, quien se encargó de la investigación de su asesinato, Rafael Gómez Chaparro, es el mismo juez sancionado por dar un permiso que permitió la fuga de uno de los imputados de la matanza de los abogados de Atocha, perpetrada un día después del asesinato de Arturo. A pesar de ello, Manuel Ruiz y su familia se ha dado de bruces con la Audiencia Nacional, que en el año 2000 dictó la prescripción del caso. “Yo estoy diciendo que Guaza fue cómplice de la Guardia Civil y que Cesarsky estaba en connivencia con la Policía, así que los primeros interesados en denunciar y limpiar esto deberían ser las fuerzas de seguridad del Estado y la Judicatura”, critica Manuel.

Manuel subraya que este es “un crimen de lesa humanidad de libro” y se ve obligado a recordar que “los crímenes de lesa humanidad no prescriben nunca". Y esto también repercute en quien él considera “el responsable político” del asesinato de su hermano, Rodolfo Martín Villa, por entonces ministro del Interior y, por tanto, responsable de las fuerzas y cuerpos de Seguridad. Él ostentaba el poder cuando sucedieron los crímenes de Vitoria, la matanza de Atocha o San Fermines del 78. Después se convirtió en máximo exponente de las puertas giratorias al llegar a presidir empresas como Endesa o Sogecable.

Se acaba de conocer que en marzo, por fin, Martín Villa será interrogado por la jueza argentina María Servini, quien que ha sido también la primera magistrada en escuchar a Manuel Ruiz en el marco de la querella argentina de crímenes del franquismo. Al exministro se le preguntará por once asesinatos en protestas y manifestaciones durante la Transición, entre los que se encuentra el de Arturo Ruiz. Después de que se negara su extradición, parece que se ha encontrado la vía para interrogarle en España. Los familiares de las víctimas esperan que por fin se haga justicia.
 
Memoria y justicia
 
Manuel tenía 20 años cuando se enteró de la muerte de Arturo. Fue por la televisión, cuando estaba poniendo la mesa con su familia. Esa fue la última vez que habló con su madre del tema. Después recuerda que estuvieron encerrados en su casa en Peñagrande mientras los jóvenes del barrio salían a manifestarse por su asesinato. Unas horas después, en una protesta juvenil que se organizó a raíz del crimen, moriría otra joven que había salido a protestar, Mari Luz Nájera. Al día siguiente tendría lugar la matanza de los abogados de Atocha. Fue la Semana Negra en Madrid. Bandas de ultraderecha de sicarios españoles e italianos campaban a sus anchas. “Amigos de mi hermano me han contado que esta gente acudía a las manifestaciones y después se refugiaba en las comisarías”, recuerda.

También rememora que sus padres nunca se recuperaron de la muerte de su hermano, aunque su madre fue “la que tiró hacia adelante” y consiguió que “el resto de la familia no nos hundiéramos”. Recuerda, con cierta emoción, el comportamiento loable de sus padres a pesar de la tragedia que supuso la pérdida de Arturo. “No nos educaron en el odio, aunque podrían haberlo hecho”.

A Manuel le ha costado más de 40 años dar la batalla por la dignidad. Ahora quiere justicia por la muerte de su hermano, pero también memoria. Espera "que lleven ante un juez a las personas responsables, a los autores materiales y a Martín Villa. Que respondan ante un juez con dignidad, no ante un prevaricador”. También lo hace porque cree que los jóvenes tienen el derecho de conocer la verdadera historia reciente. “Aquí no ha habido una Transición, ha habido una continuidad”, sentencia sobre nuestro país.

Hemos normalizado que el asesino de mi hermano, que cometió un crimen de lesa humanidad, esté desaparecido o que haya 120.000 personas enterradas en fosas y no pase nada. Si la juventud no tiene la información de cómo hemos llegado hasta aquí no está votando en libertad”, considera el hermano de Arturo Ruiz.


Fuente → cuartopoder.es

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