El feminismo como modelo de avance social (2 de 2)
 

El feminismo como modelo de avance social (2 de 2) :
¿No es el feminismo, en el fondo, un ejercicio de autodeterminación? ¿De negar la potestad del sistema patriarcal y rebelarse ante ello? ¿Se puede ser feminista y de derechas? En primer lugar, deberíamos ver qué entendemos por ser de derechas.

En un principio, se supone que ser de derechas es ser conservador. Ahora bien, esto depende de qué es aquello susceptible de ser conservado y su importancia respecto al entorno (social o meramente geográfico, la naturaleza). Por ejemplo, conservar el equilibrio ecológico y proteger el ecosistema, es conservador, claro, pero ¿es un pensamiento de izquierdas o de derechas? Entonces, si la relevancia no recae en el conservadurismo en sí, sino en aquello que se decide que vale la pena conservar, se podría ser ecologista y de derechas, ¿no? Sin embargo, de una manera más extensa y en una sociedad donde sus ramas se interrelacionan (no se puede ser ecologista y defender el sistema consumista), ser conservador es dar por bueno este Sistema. Tal vez, asumir que puede mejorarse, pero partiendo que conservamos lo que significa el Sistema en sí. Insisto: ¿se puede ser feminista y de derechas o conservador del Sistema? Parecería un tanto iluso pretender que un abandono radical de las políticas y sustrato machista de la sociedad no supusiese más cambios en todo este Sistema. Por tanto, el feminismo es más que una revolución social, es también una revolución política. Por ello, la derecha o el conservadurismo tienen una relación incómoda con la reivindicación; porque el feminismo, obliga (noblesse, oblige). Recuerden las dificultades que pasa la derecha cada 8-M.

Ricemos el rizo: ¿se puede ser feminista y racista? ¿En qué lugar quedaría una mujer negra a ojos de una mujer blanca feminista y racista? ¿La mujer negra tendría los mismos derechos que un hombre negro, pero menos que una mujer blanca o un hombre blanco? Parece un disparate y, aun así, no niego que sobre el papel podría ser así (o que en algunos momentos y lugares pueda haber sido así), pero es una situación insostenible en el tiempo: el feminismo no se basa en que la mujer sea superior al hombre, se basa en una reivindicación justa, y la justicia acaba extendiéndose a todos los seres humanos. [Incluso, tal vez, no solamente a los seres humanos: me gustaría saber si la preocupación por los derechos de los animales o por el cambio climático es la misma, o superior, en el colectivo feminista que en otros colectivos. Un servidor vive en un entorno rural; si ustedes también, ¿cuántas mujeres ven salir de caza para divertirse matando animales? Si es debido al machismo imperante en el mundo de la caza, ¿no veríamos mujeres reivindicando participar? Tal vez respeten más la vida de un corzo y no justifiquen coserlo a balazos y que muera sufriendo por simple diversión].

El llamado “lenguaje inclusivo” sería otra visión de lo mismo: crea incomodidad porque se rebela contra lo establecido. Muchas risitas y burlas son una protección contra esa incomodidad generada… que solamente hace que destapar lo profundo y enraizado que tenemos el machismo. Y, ante la palabra, la incomodidad es más intensa, individual, pues el lenguaje, siendo lo más colectivo que hay (como comunicación) es también lo más personal que hay (como vehículo del pensamiento propio). El lenguaje inclusivo nos interpela directamente, no nos permite huir de un posicionamiento, y nos impele a tomar una decisión, a tomar partido nosotros mismos (¿nosotras mismas?), si lo utilizamos o no. La norma conservadora en nuestras lenguas (al menos, la castellana o catalana) dictamina que lo masculino es extensivo, y lo femenino lo propio, y reducido, a la feminidad. En unos momentos complicados de conceptos como “posverdad” y de gran tergiversación del lenguaje por políticos y medios (se continúa tratando de “golpistas” a los presos políticos catalanes, demostrando que nada tiene que ver la ley con ello, sino un uso político del lenguaje no acorde a su significado) muchos encuentran ridículo este lenguaje inclusivo. Pero, ¿es justo que escribir “los hombres” designe a hombres y mujeres? ¿Qué “nosotros”, en masculino, nos designe como comunidad, aunque esta comunidad sean noventa mujeres y diez hombres? Raro sería pensar, a estas alturas, que el uso del lenguaje es inocente, o que el lenguaje no entiende de justicia cuando es un requerimiento indispensable para aplicarla. El conservadurismo es la derecha cuando se desea conservar una norma por el simple hecho de que es la que hay, indistintamente de si es justa o no.


Fuente → diario16.com

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