El discurso irreal del rey en el día de los Reyes
 

El discurso irreal del rey en el día de los Reyes: Puesto que la monarquía es una antigualla sin valor en la actualidad, mantiene sus tradiciones para intentar demostrar que es real, aunque esté claro para todos que es la organización más irreal e innecesaria por ello mismo que subsiste en el siglo XXI. Así que este 6 de enero de 2020 el rey vitalicio y hereditario de España, Felipe VI de Borbón, segundo titular de la monarquía del 18 de julio instaurada por el dictadorísimo genocida en 1969, celebró la pascua militar en el Palacio Real, con asistencia de una nutrida representación de los principales dirigentes de las clases pasivas del reino, a las que mantenemos con nuestros impuestos para que ellos organicen festejos en su propio honor.


En su discurso el rey empezó por justificar la celebración del acto, con  la confirmación de que la monarquía es una reliquia sin vigencia, al explicar que se sigue una tradición impuesta en 1782 por Carlos III, con el fin de festejar la recuperación de Menorca para la Corona. Debía haber añadido que Menorca y Gibraltar se perdieron como consecuencia de la guerra de sucesión librada en España tras la llegada de la Casa de Borbón en 1701, rechazada por muchos españoles y por los países integrantes de la Gran Alianza de La Haya, porque los borbones era detestados en Europa, tanto que acabaron desapareciendo de todos los estados en los que reinaban, con la única excepción de la triste España.

La dinastía borbónica se inauguró con esa guerra europea librada en nuestro suelo, y desde entonces no ha traído más que guerras y desgracias. Por la paz de Versalles acordada en 1783 el reino de España recuperó Menorca, pero renunció a la soberanía de Gibraltar, por lo que si los borbones tuvieran vergüenza histórica no celebrarían este aniversario, y esperarían a recuperar Gibraltar. Pero no se les puede pedir que la tengan, dada su falta de cordura. Por poner un ejemplo, a Carlos III debiera haberle sucedido su primogénito, de nombre Felipe, quien debió reinar como Felipe VI, pero fue excluido de la sucesión porque era subnornal profundo, y por ello ahora reina este otro Felipe VI de su misma familia.

El interés nacional está en el extranjero

Nuestro señor el rey católico, que Dios guarde, presidió el acto vestido de militar multicondecorado. No sabemos en qué circunstancias habrá obtenido esas grandes cruces que cubren su pecho, como no se las haya impuesto su mujer por alguna actuación heroica, porque es el comandante supremo de sus fuerzas brutas armadas, pero se limita a enviarlas a las zonas en conflicto, mientras él habita cómodamente sus palacios. Es cierto que él dirigió la lectura de su discurso a los “Queridos compañeros”, aunque existen muchas diferencias entre los militares que están ahora participando en conflictos bélicos internacionales y él alojado cómodamente en los palacios que detenta en su reino. Les recordó su misión:

   Garantizar la libertad y la seguridad de los españoles es una función fundamental para el desarrollo y bienestar de nuestro país, y vosotros la lleváis a cabo de forma vigorosa y permanente todos los días del año, a cualquier hora, en defensa del interés nacional. 

Ejemplo de esa “defensa del interés nacional” es, en su opinión, la tarea que están desarrollando las tropas españolas en Irak, un país muy alejado del nuestro, con el que nunca tuvimos disputas por eso mismo. No se comprende qué intereses puede tener el reino de España en Irak. No obstante, su majestad el rey católico nuestro señor recalcó que es “una más de la 83 misiones en el exterior que desde 1989 las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil han llevado a cabo en diversos y complicados escenarios”.

Pretende nuestro señor el rey católico Felipe VI que aceptemos las palabras que lee campanudamente, aunque sepamos que son falsas. Los militares españoles destinados en operaciones en el extranjero no defienden “el interés nacional”, porque es impensable que España tenga un conflicto con ninguno de esos países ahora, cuando es un pequeño y pobre país, sobre todo si se considera que ni siquiera los tuvo cuando era un imperio en el que no se ponía el Sol. Los intereses defendidos por sus militares son los que afectan a la Organización Terrorista del Atlántico Norte, OTAN, comandada por los Estados Bandidos de América siempre en guerras con naciones poseedoras de materias primas de las que apoderarse sus multinacionales, y que además permiten el desarrollo de su industria armamentista.

España en la OTAN

El reino de España fue metido en la OTAN por decisión de las Cortes en 1982, y desde entonces se suceden las protestas populares para que abandone esa organización criminal. Uno de los que más protestaron entonces fue Felipe González, secretario general del partido que se dice Socialista y Obrero, aunque es una caricatura del fundado con ese verdadero nombre por Pablo Iglesias, el apodado El Abuelo.

Lanzó el eslogan “OTAN de entrada no” que todos coreábamos en las manifestaciones. Pero se encontró inesperadamente con que resultó elegido jefe del Gobierno de su majestad el rey católico, y entonces cambió sus profundas convicciones, como suelen hacer los llamados sociatas con la mayor desvergüenza, y se convirtió el defensor a ultranza de la permanencia del reino en esa organización dedicada a asesinar en Asia y África según los intereses gringos.

Con la intención de disimular el intolerable giro ideológico cometió la vil canallada de organizar un referéndum, en el que comprometió al partido a promover la continuidad de la OTAN, aunque hubo un ministro decente que prefirió dimitir. Celebrado el 12 de marzo de 1986, sólo votó, pese a la enorme campaña propagandista gubernamental, el 59,42 por ciento del censo, y sumados los votos en contra con los emitidos en blanco y los nulos resultó que el 50,90 por ciento de los votantes se mostró en desacuerdo con la errátil política socialista.

Al partido le costó defenderla 48 millones de euros, lo que le causó un endeudamiento tan impagable que con el propósito de obtener dinero a cualquier previo cayó en la delincuencia de organizar unas empresas fraudulentas, Filesa, Matesa y Time-Export, para financiarse de manera irregular. Al descubrirse el escándalo financiero fueron procesados 50 sociatas, incluyendo senadores, diputados y dirigentes del partido.

Las cuentas españolas

Si embargo, el principal causante del enredo político—financiero no fue encausado, ya que parecería mal que se condenase a un exjefe del Gobierno por los delitos económicos cometidos bajo sus órdenes. De esa manera Felipe González se convirtió en el mayor ladrón de la política española, y además también en el mayor criminal, por haber creado la asociación asesina GAL para secuestrar y matar a españoles en Francia. Y sigue opinando sobre la política nazional e internacional con absoluta impunidad.

Parece que ningún delito tiene importancia en este reino depauperado, que carga con una deuda externa que nunca podrá pagar, si lo comete un personaje relevante, porque la Justicia se administra constitucionalmente en nombre del rey, que tiene bastantes problemas con su propia familia. De modo que los sociatas continúan siendo votados por los vasallos de su majestad el rey católico, en vez de meterlos a todos en la cárcel, y el reino de España sigue perteneciendo a la OTAN, para satisfacción de nuestro señor Felipe VI, pese a las manifestaciones populares en contra: es que en la monarquía del 18 de julio instaurada por el dictadorísimo el pueblo no puede opinar, y si lo hace en una manifestación autorizada es apaleado por las fuerzas brutas policiales al servicio de su majestad.

Lo que no dijo Felipe VI es cuántos millones de euros nos han costado a los españoles pagadores de impuestos esas 83 misiones de sus fuerzas brutas armadas en el extranjero, de las que tanto presume. Y eso es lo único que podría habernos interesado de su mensaje.

Arturo del Villar, presidente del colectivo republicano tercer mileno.

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