El bloque reaccionario ante «un nuevo Frente Popular»
 


El bloque reaccionario ante «un nuevo Frente Popular»:
El concepto de bloque histórico, igual que el de hegemonía,  suele considerarse una de las principales aportaciones de Gramsci a la Filosofía de la praxis. La ideología es el principal medio para conseguir la hegemonía, es “la obra maestra política por medio de la cual una determinada clase logra presentar y hacer aceptar las condiciones de su existencia y de su desarrollo de clase como principio universal, como concepción del mundo, como religión…”. Parece que estamos asistiendo a una intensificación de la lucha ideológica  que proporciona “el cimiento más íntimo a la sociedad civil y de ahí al Estado”. El terreno por excelencia de la lucha por la hegemonía es la Sociedad civil y el  resultado exitoso puede lograrse mediante una serie de instituciones, en primer lugar el sistema educativo (y de ahí la polémica del «pin parental» para devaluar la escuela pública), la prensa, las organizaciones corporativas (como la FAES),   etc. El breve e incisivo artículo de Jordi Amat proporciona un excelente material de primera mano para no perdernos en el laberinto de la actualidad, con mentiras y ‘verdades’ interesadas.  Señalemos simplemente que “son cosas del pasado” es la frase de los partidos de la derecha para descalificar  la exhumación de Franco (o minimizar la Gurtel) y sin embargo ese pasado de 1936 se utiliza para establecer un paralelismo con la dinámica fatal que desembocaría en la Guerra Civil. Ricardo Robledo

Jordi Amat

Escritor y filólogo. Dirige el quincenal «El Món de Demà» (La Vanguardia). Sus últimos libros son la biografía «Com una pàtria. Vida de Josep Benet», la crónica «La conjura de los irresponsables» y el ensayo «Largo proceso, amargo sueño» donde se analiza la reconstrucción de las culturas políticas del catalanismo tras la guerra civil.

La conferencia se celebró hace dos semanas en el auditorio de la Mutua Madrileña. En la sala, como viene siendo habitual, no cabía un alfiler. Pablo Casado en primera fila. A su lado, a mano izquierda, Rocío Fagalde –integrante del patronato de la Fundación Villacisneros, la organizadora–, Isabel Díaz Ayuso, Esperanza Aguirre –que en el 2014 ganó el primer premio de la fundación (era la escultura de un toro)– y Ana Botella. Detrás, Alejo Vidal-Quadras. La conferencia, “Una toma de conciencia”, era una sesión más del ciclo Un nuevo Frente Popular. Desde la moción de censura vienen sustanciando la tesis de la existencia de un frente. El planteamiento, que activa el recuerdo de la tragedia, es de combate. Si ­hasta entonces el propósito de las sesiones había sido “el necesario fortalecimiento de España”, desde el 3 de octubre del 2018 reorientaron su tesis con un doble objetivo: establecer un paralelismo con la dinámica fatal que desembocó en la Guerra Civil y afianzar un bloque de oposición nacionalista.

El 13 de enero pasado intervinieron tres ponentes. El historiador Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, especializado en el carlismo y paradigma del revisionismo neofranquista (como evidencia la serie sobre la guerra Mitos al descubierto emitida en el 2011 por Telemadrid). El segundo era ­Íñigo Gómez-Pineda, presidente de la fundación, que fue registrada en el 2007 y cuyos dos objetivos fundacionales eran la “de­fensa de los valores cristianos de Occidente” y la “difusión de la historia de España como elemento esencial en el desarrollo profe­sional y personal del individuo”. Y el tercero fue Jaime Mayor Oreja, miembro del consejo directivo de la fundación. Su tesis era que España atraviesa una situación crítica y el origen de ese mal es un pacto suscrito por el presidente Rodríguez Zapatero y ETA. El PSOE, interpretado como el causante de la guerra, volvía a ser caracterizado como el responsable principal de la funesta deriva actual. “En aquel momento, pasó del so­cialismo a la revolución; hoy, de la reforma a la ruptura”.

Ante esta amenaza agónica, sostuvo el exministro, debe darse una batalla en múltiples frentes. Uno es político: este núcleo reaccionario, básicamente madrileño, ha reclamado el reagrupamiento de las derechas (allí lo han propuesto también Aguirre o Jiménez Losantos o el ahora eurodiputado Tertsch, otro miembro del consejo directivo). Pero la ofensiva no es sólo política sino total, porque el objetivo es trascendente: salvar la nación tal y como la ha imaginado la tradición reaccionaria, promover los valores asociados a dicha tradición (una de sus obsesiones es la llamada ideología de género) y al mismo tiempo ensalzar el relato que la legitima.

No es casual que la fundación tenga una ambiciosa política de memoria. No sólo por su aplicación Hispania : un juego de preguntas y respuestas de adoctrinamiento dicharachero. No sólo porque apadrinó el manifiesto Por la historia y la libertad (“en España viene perpetrándose un inadmisible y flagrante historicidio desde la aprobación de la mal llamada ley de Memoria Histórica de diciembre de 2007”). No sólo porque el último premio haya recaído en la historiadora María Elvira Roca Barea, cuyo exitoso y mistificador Imperofobia y leyenda negra es un ejemplo perfecto de las batallas culturales que monopolizan nuestra discusión pública. Dicha política de la memoria se concreta, desde sus orígenes, en un apoyo a las víctimas del terrorismo, un apoyo moralmente indiscutible pero en su caso ideológicamente ambiguo: se ha instrumentalizado a favor de una posición en cuyo horizonte no está la reconciliación sino la apropiación del dolor para sedimentar una idea uniformizadora de la nación.

La escultura que recibió Roca Barea se titula Zulo y “pretende reflejar la angustia vivida por quienes fueron secuestrados y torturados por etarras”. Nadie encarna mejor esa angustia que José Antonio Ortega Lara. En el 2015, cuando ya era dirigente de un nuevo partido, dio sus primeras conferencias en la fundación. En el 2017 volvió para identificar las tres alarmas que sufre el país: el separatismo, el islamismo radical y los olvidados por esas dos amenazas. Pero es que antes, en el 2012, precediendo por unos meses a Cayetana Álvarez de Toledo (otra habitual), Santiago Abascal impartió la conferencia “La España de las autonomías”. Fue una impugnación al Estado autonómico y también una invitación a una manifestación que se celebraría bajo la convocatoria “España somos todos”. La lista de firmantes es interesante. Han sido estos círculos de activistas que vienen y van de la política a la opinión, desde sus medios y machacando este polarizador discurso del miedo, quienes han construido el canal más alarmante para la calidad de la democracia: aquel que está permitiendo el tránsito de la base electoral conservadora hacia la amenaza a la libertad que es Vox.

En primera fila, atentamente, escucha Pablo Casado, atrapado en un bloque reaccionario que cuando habla de nación lo hace para que nada cambie y preservar así influencia y poder.

Fuente: «El bloque reaccionario», La Vanguardia, 25 de enero
Portada: José María Aznar,  en València, 2018 ( M.A. Montesino)

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