Vox es puro fascismo
 

Vox es puro fascismo: @ellibelaresc
En el nuevo panorama político en España la extrema derecha, Vox, tiene una presencia contundente, una presencia que nunca antes había tenido. 52 diputados en el Congreso no es ninguna tontería. Y en Andalucía, Murcia y Madrid ya gobiernan, lo cual no es algo que se pueda obviar si se defienden los valores democráticos.

En 1995 Umberto Eco pronuncio una conferencia en la Universidad de Columbia en la que elaboró una rápida caracterización de lo que llamó ´fascismo eterno´, es decir, una ideología y voluntad de gobernar que, independientemente de las circunstancias históricas, parece siempre estar ahí, al acecho, esperando un mínimo descuido para saltar y apoderarse de un gobierno nacional, una sociedad, un país. El caso Vox. Eco reconoce que no todos los regímenes totalitarios son iguales, pero al mismo tiempo encontró algunos rasgos comunes o, mejor dicho, recursos, que la mayoría ha empleado para seducir a la población y hacerse con el poder político. Estos son, según Eco, los recursos que definen el fascismo y que sirven para identificar a un fascista:

Culto de la tradición, de los saberes arcaicos, de la revelación recibida en el alba de la historia humana encomendada a los jeroglíficos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados, aún desconocidos, de algunas religiones asiáticas; rechazo del modernismo. La Ilustración, la edad de la Razón, se ven como el principio de la depravación moderna. En este sentido, el fascismo puede definirse como irracionalismo; culto de la acción por la acción. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes críticas; rechazo del pensamiento crítico. El espíritu crítico opera distinciones, y distinguir es señal de modernidad. El desacuerdo es traición; miedo a la diferencia. El fascismo es racista por definición; llamamiento a las clases medias frustradas; nacionalismo y xenofobia. Obsesión por el complot; envidia y miedo al ´enemigo´; principio de guerra permanente, antipacifismo; elitismo, desprecio por los débiles; heroísmo, culto a la muerte; transferencia de la voluntad de poder a cuestiones sexuales. Machismo, odio al sexo no conformista. Transferencia del sexo al juego de las armas; populismo cualitativo, oposición a los podridos gobiernos parlamentarios y neolengua. Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico. ¿No definen todos estos procedimientos la actuación populista de Vox?

Esta síntesis de Humberto Eco, ese evitar que llamemos a las cosas por su nombre, ya lo podemos encontrar en la revista Vértice (1937-1946), órgano de expresión y de ideología fascista y franquista de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Entre imágenes de esvásticas, la Falange elogiaba a Hitler y decía que el partido Nazi era una formación que no predicaba el odio, que traía pan y libertad, y que había llegado para engrandecer a la nación, “al devolver al pueblo alemán su fe en la misión histórica de la raza germánica”. Así, sin cortapisas. ¿No os suena a ideario Vox?

En Vértice, no faltaba el mensaje de Franco, al igual que hoy no falta el de Abascal y demás, informando de sus victorias y cerrando sus diatribas con el consabido: “España, una, grande y libre. ¡Arriba España! ¡Viva España!”. Expresión necia de necios superlativos sin ideas porque, mírese como se quiera, España jamás fue una, jamás fue grande y jamás fue libre.

Tomando como referencia a J. Richart diremos que España nunca ha sido “una”, sino varias en un espacio geográfico muy delimitado que es la península. Lo que ocurre es que la alargada sombra de los señores de la guerra cuya fachada se alarga hasta hoy ha hecho imposible siempre esa realidad natural al impedir la interdependencia de los territorios que componen la península y las islas con amenaza de represalias, o directamente por la fuerza de las policías o el ejército contra los que se mueven. Pero es que España tampoco ha sido nunca “grande”. No lo ha sido, a menos que grandeza se confunda con lo fortuito del Descubrimiento, con la magnitud del Poder aplastante de un imperio, o con un comportamiento miserable del Poder hacia los territorios conquistados. Y en todo caso, si lo fue, sí fue grande, no podía serlo justo en una dictadura que la denigró, y no puede serlo ahora, bloqueada por la política, pero también por la justicia. Y nunca, en fin, España ha sido “libre”, porque habiendo estado siempre en manos de individuos primarios y escasamente evolucionados, sin inteligencia racional que no esté aplicada a la brutalidad, al abuso o a la habilidad para las trampas, las conspiraciones y los complots, de poca libertad ha disfrutado siempre su población.


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