
Lo que mal comienza…, o la Constitución del 78 y España (1).: El pasado jueves, día 5, participé, junto a Josep Ignasi Aguiló,
profesor de la Universidad de Illes Balears, en el debate que, moderado
por Biel Ramis, ocupó el primer cuarto de hora del Avui Actualitat que emite Canal 4 TV de Mallorca.
Era el día previo a la fiesta de la Constitución y, por tanto, fue
inevitable que habláramos de la ley principal. Se puede ver en.
Pero quedaron tantas cosas en el tintero que,
unilateralmente, he tomado la decisión de continuar con lo mismo allá donde me
publiquen, aunque el formato sea menos entretenido. Esta es la primera entrega,
quizás para la siguiente haya también un nuevo «youtube» que le pueda
acompañar.
Entrando en materia, ¿sabe usted aquel que
dice eso de que «lo que mal comienza mal acaba», que nos hubiera
dicho el gran Eugenio de haber creado un chiste con este dicho?
Pues sí, eso de que acaba mal lo que mal
comienza es una de las sentencias populares que más porcentaje de acierto
presentan, y España no iba a ser una excepción en lo del cumplimiento de las
«leyes» nacidas de la sabiduría popular que, como bien sabemos,
también castigan a quienes no las respetan.
Buscando pistas sobre si comenzamos bien o mal
lo de la Constitución, nos encontramos al diputado Valle-Inclán, digo Mazarrón,
pidiendo perdón por la «decimotercera» legislatura, la
anterior y fracasada en su intento de formar gobierno, y, como no nos salen las
cuentas, acudimos al propio Congreso, donde también afirman que la actual es la
«decimocuarta«.
Pero resulta que desde la primera vez que
pudimos votar en libertad salen quince legislaturas, pues en
todas hubo urnas, Congreso, Senado, investidura, reuniones, votaciones y demás
parafernalia. A saber, tras la muerte de Franco hubo elecciones generales los
años 1977, 1979, 1982, 1986, 1989, 1993, 1996, 2000, 2004, 2008, 2011, 2015,
2016, 2019 (28 de abril) y 2019 (10 de noviembre). Y cada vez con su
legislatura correspondiente. En total, quince.
Resulta evidente que los políticos tienen un
interés especial en que nos olvidemos de que el 15 de junio de 1977 se
celebraron las primeras elecciones tras la dictadura, a pesar de que el
Congreso que nació de aquellas urnas fue, entre otras cosas, el que el día 21
de julio de 1978 aprobó el mismo texto de la Constitución que se sometería a
referéndum el 6 de diciembre de ese año.
Al igual que ocurre con quienes,
recalcitrantes, se niegan a la «Memoria Histórica», todos aquellos
que defienden el olvido de algo en particular es porque esa particularidad los
delata.
Se puede comprender, aunque no compartir, que
a los descendientes directos de algunos franquistas no les haga gracia que
algún día se certifique que el principal de su fortuna actual, por ejemplo,
procede de la apropiación bajo amenaza de bienes pertenecientes a particulares
republicanos, muchos de ellos asesinados, pero pretender también que nos
olvidemos de las primeras elecciones democráticas resulta excesivo y, además, altamente
sospechoso.
Para confirmar, o no, las sospechas, buscamos
evidencias y, entre ellas, las más confiables son las que nos cuentan lo que
hicieron los políticos con los votos depositados en las urnas de 1977 a la hora
de convertirlos en escaños que, no nos dejemos engañar, es lo que buscan todos
los candidatos cuando deciden concurrir a las elecciones.
El siguiente cuadro, cuyos datos los
proporciona el Ministerio del Interior, presenta los resultados acumulados, en
tres bloques diferentes, de las elecciones generales de 1977, celebradas bajo
las normas del Real Decreto 20/1977, aprobado por el Gobierno de Adolfo Suárez.
Bloques de candidaturas a las elecciones del 15/06/77 | Votos totales conseguidos | Escaños totales | Votos x escaño |
Derecha estatal UCD + AP | 7.815.162 | 181 | 43.178 |
Izda. Estatal: PSOE+PCE+PSP | 7.898.338 | 144 | 54.850 |
Otros de ámbitos no estatales | 1.256.019 | 25 | 50.241 |
Los políticos del bloque UCD + AP eran de
origen franquista en su inmensa mayoría. De hecho, habían jurado los Principios
Fundamentales del Movimiento Nacional como después juraron la Constitución.
Los del bloque PSOE + PCE + PSP eran
antifranquistas, bien por compromiso activo o por haberse tomado unas largas
«vacaciones», dado el peligro que significaba molestar al poder
durante la dictadura.
Y de los del tercer bloque, el 94,7% de los
votos y 23 escaños de los 25 correspondieron a partidos políticos catalanes o
vascos, sobre los que no es necesario extenderse para confirmar su
antifranquismo esencial.
Por tanto, la composición del Congreso que
aprobó la misma Constitución que sería sometida a referéndum el 06/12/1978 no
representaba el mapa político de la sociedad española en aquel momento.
Los franquistas dispusieron de 181 escaños,
pero si todos los españoles hubieran sido iguales ante las urnas, les habrían
correspondido 161, es decir, 15 menos de los necesarios para alcanzar la
mayoría absoluta.
Por tanto, el Congreso nacido de las
elecciones generales de 1977 no fue democrático, y no lo fue por dos motivos:
Primero, porque el Real Decreto 20/1977 no fue
aprobado por un gobierno que hubiera sido el resultado de unas elecciones
libres.
Y segundo, porque las normas de conversión de
votos en escaños establecidas en el citado RD no respetaron la igualdad de
todos los votantes ante la ley.
Si se hubiera respetado ese principio
democrático esencial, el primer motivo habría sido irrelevante, pero,
precisamente, la coincidencia de ambos hechos delata que la maldad se incorporó
conscientemente a la norma electoral.
Esta evidencia no es la única falsedad que
sirvió para comenzar la etapa regida por la Constitución más duradera de
nuestra historia, un argumento tan repetido por sus defensores a ultranza pero
que, en sí mismo, no tiene por qué implicar algo positivo. A mí, por ejemplo,
me parece que es pura inercia del inmovilismo franquista.
En este punto, la pregunta que sí debemos
hacernos es la siguiente:
¿Tendríamos hoy la misma Constitución y, por
tanto, estaríamos en la misma situación de bloqueo político, si en las primeras
elecciones libres las candidaturas antifranquistas hubieran dispuesto de los
hasta 187 escaños, con holgada mayoría absoluta, que en justicia les habían
correspondido?
Como decía, no solo fueron las normas que
rigieron aquellas primeras elecciones tras la muerte de Franco, y su
continuidad y derivadas a lo largo de los años, hasta hoy mismo, las que ayudan
a explicar la situación actual. Es necesario recordar, y al menos desde aquí se
hará en próximas entregas, el resto de trampas que utilizaron los franquistas
designados por Juan Carlos I para que la democracia inevitable asegurara su
perniciosa permanencia en las instituciones del Estado.
A pesar del tiempo transcurrido, en mi opinión
sigue siendo necesaria una ruptura política de nuevo cuño, pacífica pero
radical. Las últimas elecciones han arrojado, quizás, la última posibilidad de
salvar la democracia mediante la formación de un gobierno en el que se
impliquen todos los demócratas que quieran el cambio.
En medio de una sociedad que cambia sin
descanso los políticos deben tener una actitud abierta hacia la actualización
legislativa en todos los niveles. El hecho de que nuestra Constitución del 78
comenzara tan mal no sería motivo tan fuerte para cambiarla como la evidencia
de la situación política a la que nos ha conducido.
Pero precisamente por eso, el inmovilismo de
un Casado afirmando, antes de ayer mismo, que utilizará su porcentaje de bloqueo
para impedir cualquier reforma de la Constitución es la prueba de que hay que
hacer todo lo necesario para conseguir que fracase.
Quizás no todos en el PP quieran seguirle en
su particular batalla con Abascal por liderar el camino de regreso hacia nuestro
pasado más rancio.
Fuente → lasrepublicas.com
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