Gladio, una historia de contrasubversión
 
 Encargada de domesticar a líderes ambiciosos como François Mitterrand, Willy Brandt y Olof Palme, la red Gladio —nombre en clave para el proyecto Stay Behind— fue una incursión del departamento de Estado de EE UU en el contexto de la Guerra Fría.

Gladio, una historia de contrasubversión: Albert Camus, en su ensayo L’Exil d’Hélène, aborda el menosprecio contemporáneo por el valor griego de los límites. Camus escribe que sólo el artista por su naturaleza reconoce sus límites, límites que el espíritu histórico menosprecia. La misma idea de una organización súper-secreta como Gladio para rehacer el mundo según su propia imagen refleja el mismo menosprecio por los valores griegos que Camus tanto valoraba.

Cuando a principios de la década de los 70 un periodista italiano de derechas me habló sobre un ejército secreto que se entrenaba en las montañas de Italia, al principio me burlé pensando que estaba repitiendo un rumor recogido de algún reportero obsesionado por las exclusivas. Pero mi actitud cambió cuando le dio un nombre —“Ejército Stay Behind”— y explicó que era un ejército secreto para luchar contra los ejércitos soviéticos que pronto invadirían Europa occidental. Me dio el nombre de un miembro de ese ejército secreto que hablaría conmigo.

Varias veces utilizaron el término “Ejército Secreto”, bajando sus voces y echando una ojeada a su alrededor cada vez que pronunciaban las palabras

Unos pocos días después en una esquina cerca de la Universidad La Sapienza de Roma conocí a un desaliñado veinteañero romano acompañado por un amigo. Ambos se quedaron mirando alrededor, como si comprobaran si nos seguían. Su comportamiento era el de hombres a la fuga, pero hombres de destino. Hablaron de buena gana. Y a mí, sin darme cuenta, se me mostró una pizca de un nuevo planeta. Hablando suavemente en un lenguaje claro con sus acentos romanos, me contaron que acababan de terminar un curso de entrenamiento militar en los cercanos Montes Abruzos tras hacer algo de entrenamiento básico en Cerdeña. Varias veces utilizaron el término “Ejército Secreto”, bajando sus voces y echando una ojeada a su alrededor cada vez que pronunciaban las palabras. Y no, respondieron, los organizadores no permitirían visitas de periodistas, y sí, el ejército secreto estaba bien equipado y preparado.
Años después, a finales de los 80 o principios de los 90, ocurrió de casualidad que conocí en el bar de un hotel de roma a un estadounidense que conocía detalles sobre ese ejército secreto. Yo estaba sentado en un taburete del bar del lujoso Gran Hotel esperando una cita con un conocido escritor cuando el hombre se sentó en el taburete de al lado. Reconocí a William Colby por sus fotos en la prensa que anunciaban la presencia en Roma para una conferencia del exdirector de la CIA. Asentí, dije hola, y tuvimos charla de bar hasta que la charla se convirtió en una corta entrevista, que luego publiqué en la prensa europea. Le dije que sabía quién era, y mientras hablábamos le pregunté a bocajarro sobre el misterioso ejército Stay-Behind.

Oficialmente, la Operación Gladio se fundó el 26 de noviembre de 1956 para defender a Europa de la invasión de las naciones del Pacto de Varsovia

Para mi sorpresa, Colby casi alardeó de que la sección de acción encubierta de la CIA en la que estaba destinado en los 50 construyó a lo largo de Europa occidental lo que en la jerga del negocio de la inteligencia se conocían como ‘Redes Stay-Behind’, en Italia conocidas como Gladio, cuya sede estaba en Roma.

William Colby, exdirector de la CIA, tercero por la izquierda, junto al expresidente de EE UU, Gerald Ford.

En ese período de posguerra Colby era un joven agente de inteligencia asignado a la central de la CIA en la Embajada de EE UU en Roma. Oficialmente la red era clandestina, relató, preparada para entrar en acción como fuerzas de sabotaje cuando llegara el momento, confirmando las pocas palabras de aquellos dos jóvenes romanos de años antes. Colby dijo que en 1951 el jefe de la CIA en Europa occidental le mandó al terreno para ayudar a construir la red Stay-Behind. “Nuestro objetivo era la creación de un nacionalismo italiano capaz de detener el deslizamiento hacia la izquierda”, dijo, como si hablara de historia de la antigua Grecia.

Oficialmente, la Operación Gladio —el nombre en código de la red Stay-Behind clandestina— se fundó el 26 de noviembre de 1956 para defender a Europa de la invasión de las naciones del Pacto de Varsovia. Gladio era una operación italiana de la CIA desde el comienzo y vinculada a la OTAN. Sin embargo, pertenecía en cuerpo y alma a los EEUU/CIA. Gladio fue disuelta oficialmente el 27 de julio de 1990. O, como es probable, la operación asumió otro nombre. Se menciona a Al Qaeda como su sucesora.

Inteligencia anticomunista

Tras la II Guerra Mundial mucho personal militar de élite estadounidense se había mostrado a favor de marchar directamente hacia Moscú. Rusia era su enemigo real. Las fuerzas armadas aliadas todavía estaban frescas. La inteligencia occidental conocía las enormes pérdidas de guerra soviéticas y que el ánimo de los rusos era de volver a casa. Además, muchos líderes militares y de inteligencia alemanes cooptados repetían una y otra vez: “El momento es ahora. Juntos podemos aplastar a la Rusia comunista”. Sin embargo, los líderes aliados también conocían bien la histórica capacidad rusa para resistir. Evaluaciones más sensatas favorecían la prudencia. La larga Guerra Fría fue el resultado.

Aunque existió y se combatió en ella, para mentes más perspicaces la Guerra Fría también fue una farsa. Una tapadera. Si la Guerra Fría era una cierta garantía de relativa paz, el Orden Mundial Único sin límites estaba floreciendo en las mentes de poderes secretos en el mundo occidental. Gladio fue una de sus armas más nuevas.

Una atmósfera de país ocupado acechaba Europa, especialmente Italia y Alemania. Las tropas estadounidenses estaban por todas partes y no mostraban signos de volver a casa. A escondidas de las tropas y de los estadounidenses en casa, el complejo Gladio-Stay-Behind estaba creciendo. Se había establecido para el largo plazo. Aunque los tanques soviéticos nunca llegaron, Gladio ayudó a mantener a raya a la Europa ocupada. El terrorismo fue el medio. El malestar social, las fronteras cambiantes y las protestas étnicas requerían atención. En los años siguientes el crecimiento de partidos socialistas abrió un nuevo frente: Gladio tenía que domesticar a socialistas excesivamente ambiciosos como François Mitterrand, Willy Brandt y Olof Palme. El primer ministro socialdemócrata de Suecia, Palme, se oponía a la Guerra de Vietnam y mantenía buenas relaciones con la Cuba de Castro, con Allende en Chile y el bloque comunista de naciones. En 1986, Olof Palme fue asesinado en las calles de Estocolmo. Nunca se encontró a su asesino.

Olof Palme, presidente sueco y vicepresidente de la Internacional Socialista hasta su asesinato en 1986.

El terrorismo estalló en el norte de Italia a finales de los 50 cuando el separatista Comité por la Liberación del Sur, o BAS del alemán Befreiungsausschuss Südtirol, extendió el terror en el Tirol italiano. Y ya en esa temprana posguerra los terroristas eran manipulados por la CIA como en la región del norte de Italia. La gente tirolesa amaba el terror que pensaban que se perpetraba en el nombre de la secesión de Italia y unión con Austria —357 ataques que causaron la muerte de 21 personas en 32 años de terror—. Pero lo que la gente no sabía era que el BAS se había convertido en un asunto de la CIA y de hecho actuaba en contra de su deseo de secesión.

Todo un arsenal de pruebas confirma a Tirol como laboratorio para probar la estrategia de la tensión de la CIA 

Al principio todo le había parecido muy fácil a los tiroleses. Un sacerdote tipo Rasputín, Michael Gamper, y nueve activistas fundaron el BAS. Su objetivo: la secesión de Tirol del Sur de Italia y unificación con Austria de todo el Tirol, norte y sur. La CIA no compartía ese objetivo. En las mentes de la CIA, la unificación tirolesa con Austria con su fuerte Partido Comunista (KPO) era una pesadilla: abriría un pasillo desde el este de Austria ocupado por los soviéticos para los tanques soviéticos con dirección a Roma. A medida que el BAS distribuía panfletos y destruía lugares simbólicos, la CIA y la OTAN vio la deliciosa oportunidad que el terrorismo del BAS ofrecía. Los terroristas del BAS eran internacionales, con vínculos fuertes a organizaciones neonazis en Austria y Alemania, ellas también infiltradas y utilizadas por la CIA. En la ‘Noche de fuego’ de junio de 1961, comandos del BAS destruyeron 37 torres eléctricas, interrumpiendo el suministro de energía del norte de Italia.

Esa violencia provocó que una preparada y deseosa OTAN (que ahora incluía el recién creado ejército secreto de Gladio) y Roma intervinieran y aplastaran el movimiento secesionista. Palo y zanahoria sobre tiroleses e italianos rebeldes. Y según el guión EEUU/OTAN habían puesto orden en la situación: un temprano ejemplo de la estrategia de la tensión en funcionamiento. Crear el terror. Después, suprimir el movimiento secesionista popular. Claramente Tirol del Sur seguiría como Alto Adigio italiano. No habría secesión aquí. No se uniría con Tirol del norte. No pasaría a ser parte de la peligrosa Austria.

Todo un arsenal de pruebas confirma a Tirol como laboratorio para probar la estrategia de la tensión de la CIA. No sorprende que, una década después, las Brigadas Rojas marxista-leninistas de Italia imitaran la táctica del BAS; al final, tanto los terroristas tiroleses como las Brigadas Rojas fueron manipuladas por Gladio. Eran los actores en la estrategia de la tensión. Si la conspiración del ejército secreto de Gladio pudo funcionar tan bien en Italia, estaban organizados en muchos otros países europeos.

El norte de Italia se volvió un modelo para los terroristas flamencos en la Bélgica de finales de los 50 y los 60, cuando Bruselas era considerada una ciudad muy peligrosa. Y de nuevo durante los ’80 sangrientos’ de Bélgica y la rebelión flamenca contra el deseo de poder de la Valonia francófona. El ejército secreto de Bélgica funcionó como en Italia.

La estrategia de la tensión existe para la manipulación y control de la opinión pública: miedo, propaganda, desinformación, guerra psicológica, agentes provocadores… y acciones terroristas de bandera falsa. La razón de ser de Gladio en Italia: primero organizar terrorismo y culpar a los comunistas; extender el miedo y después aprobar leyes que restrinjan las libertades de la gente. Como habían hecho en el Alto Adigio cuando la gente cayó en la propaganda de la amenaza de una invasión soviética: la imagen aterradora de cosacos rusos dando de beber a sus caballos en fuentes del Vaticano. ¡Pero la gente nunca lo entiende! Tiene miedo. Se aprueban más leyes especiales y miles de izquierdistas son encarcelados. Mantener a la población asustada para que se crea las promesas de seguridad. Crear miedo con mentiras. Y el Estado después suprime la disidencia. Los medios de comunicación del Estado definen a los comunistas como el enemigo. Cualquier cosa se justifica para aplastarles. El comunismo y los terroristas y los fundamentalistas islámicos… y hoy los ‘inmigrantes’. Gladio hizo una gran contribución a la creación de una Europa obediente… una obediencia hoy finalmente en el punto de ruptura porque los EEUU han excedido todos los límites.

La gente en Italia, en Europa —en el mundo occidental— no sabe nada sobre Gladio y la estrategia de la tensión. No saben por qué persiste el terrorismo… ni quiénes son los terroristas reales. Las investigaciones parlamentarias italianas sobre Gladio dieron como resultado un informe de 300 páginas sobre las operaciones Gladio en Italia y sus conexiones con Estados Unidos. Pero la gente ignora ese informe, que explica Gladio y responsabiliza a EEUU por el terrorismo en Italia en los ‘años de plomo’ en las décadas de 1970 y 1980. Muestra que las masacres, ataques con bomba y acciones paramilitares fueron organizadas por hombres oscuros en el interior de instituciones estatales italianas; por hombres vinculados a la inteligencia estadounidense. Una bomba dentro de la Banca Nazionale dell’Agricoltura en la Piazza Fontana de Milán el 12 de diciembre de 1969 marcó la continuación de la estrategia de la tensión: la masacre de Piazza Fontana. 16 muertos, 58 heridos. La bomba tuvo lugar en el punto álgido de la mayor ola de huelgas que Italia había visto desde el final de la II Guerra Mundial.

Los trabajadores de la automoción y del metal eran militantes y agresivos en aquellos tiempos. La inflación llevaba los precios al cielo. Los sindicatos dominaban los titulares. La palabra ‘agitación’ se usaba profusamente. Los gobiernos subían y caían a medida que las huelgas y las manifestaciones se hacían diarias. Tasas de interés galopantes, gobiernos tambaleantes, apagones de energía y racionamiento de agua, segundas, terceras y cuartas casas para los nuevos ricos y desahucios para los pobres.

La gente estaba encolerizada… hasta las bombas en la Piazza Fontana de Milán. Esas bombas paralizaron la propagación de la agitación y la ola de huelgas. La policía arrastró a los interrogatorios a simpatizantes de izquierda sospechosos e intimidó a sus familias mientras el Gobierno aprobaba leyes de emergencia contra sospechosos de terrorismo. De la mano, la policía y los medios culparon del ataque de Piazza Fontana a un patético grupo de anarquistas, el Club Bakunin, que de todas formas estaba ya infiltrado por los servicios secretos italianos. Un anarquista fue empujado a la muerte desde una ventana a cuatro pisos de altura de la comisaría de Milán.

Más de 20 años después de la bomba, fuentes oficiales revelaron que las bombas en el banco de Piazza Fontana fueron colocadas por Gladio, que operaba bajo el control de la inteligencia de la OTAN, preocupada por que la ola de huelgas llevara a la entrada del Partido Comunista Italiano en el Gobierno de Roma. Durante los 70 y hasta los 80 los círculos de poder de la OTAN y de Italia estaban obsesionados con mantener a los comunistas fuera del Gobierno, de lo que fue ejemplo el secuestro y asesinato del primer ministro Aldo Moro en 1978 por sus intentos de llevar al Partido Comunista Italiano a la coalición gubernamental. El asesinato de Moro fue ejecutado por las Brigadas Rojas. El público general no sabía nada sobre los perpetradores reales: Gladio. Todavía no lo saben.

¿Un tiempo romántico en la Vieja Europa? Apenas. Soldados con uniforme de combate patrullando las calles de Roma. Sirenas ululando por toda la ciudad día y noche. Una vez en 1978 volví de Irán con dos de mis jefes italianos y un potencial, con mucho aspecto oriental, cliente iraní. Fue el día en que el primer ministro Moro fue secuestrado por las Brigadas Rojas infiltradas y manipuladas por la CIA. Mientras conducíamos por la ciudad la policía nos paró cinco veces para identificación y registros. Dos italianos, un estadounidense y un iraní en el mismo coche era sospechoso. La tensión era abundante en Roma. El secuestro del primer ministro ejemplificó el método de control social de la estrategia de la tensión.

Es un misterio que la gente no sepa nada sobre la Operación Gladio. A pesar del informe parlamentario italiano de 300 páginas sobre ella, a pesar de las menciones incluso en el New York Times, a pesar de coincidencias como las revelaciones gratuitas y fáciles de William Colby en un bar de Roma, a pesar de los estudios y artículos sobre ella en la prensa izquierdista, y a pesar de décadas de sus infames actividades a nivel mundial, que no conocen límites, la gente ha permanecido en la ignorancia sobre la Operación Gladio dirigida por EEUU/OTAN.


Fuente secundaria: unidadcivicaporlarepublica.es


Fuente → elsaltodiario.com

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