Afroamericanos en la Guerra de España

Afroamericanos en la Guerra de España: La guerra civil española ha sido considerada por muchos historiadores como la antesala de la Segunda Guerra Mundial. La Península y las Baleares habrían sido el campo de entrenamiento de las potencias que, el 22 de mayo de 1939, firmarían en Berlín el Pacto de Acero, esto es Alemania e Italia. Otros especialistas han subrayado, igualmente, la importancia de la ayuda soviética a la República. Mucho menos relevante fue el apoyo de las democracias occidentales (y singularmente, de Francia (donde gobernaba también el Frente Popular con Léon Blum como primer ministro en 1936). En el caso del Reino Unido, patrocinador del Comité de No Intervención y de los Estados Unidos, la posición oficial de los gobiernos era la de mantener una estricta neutralidad. En este artículo nos vamos a referir a los voluntarios norteamericanos de la llamada Brigada Lincoln. En realidad se trataba de un batallón formado por tres compañias que correspondían con la sección cubano-puertorriqueña, la irlandesa y la americana integrada por entre 2.800 y 3.000 jóvenes, un centenar de los cuales eran afroamericanos1. Hay que tener en cuenta que llegar a España no era nada fácil para estos combatientes antifascistas ya que viajar a ese país era ilegal y cada pasaporte tenía un sello que prohibía expresamente hacerlo. De este modo, los que apoyaban a los republicanos y querían luchar con ellos en la contienda tenían que actuar de manera clandestina.2

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Cartel sobre las Brigadas Internacionales. Fuente: La Voz

¿Cuál era el perfil de estos voluntarios? Cerca de un millar eran trabajadores industriales (mineros, trabajadores de acero, estibadores, etc) lejos del estereotipo del joven idealista e intelectual. Otros 500 eran profesores y otro grupo numerosos lo componían desempleados, militantes políticos y sindicales. La mayoría de ellos procedía de los grandes centros industriales y urbanos- Nueva York, San Francisco, Pittsburgh o Detroit-, eran miembros del Partido Comunista, del Partido Socialista de América o de la Liga de Jóvenes Comunistas. Alrededor de un 30% eran judíos, aunque también había -como ya se ha señalado- afroamericanos, cubanos o puertorriqueños. Su media de edad era de 27 años, de los más jóvenes e inexpertos de los brigadistas internacionales.3

No es demasiado conocida la participación de un centenar de hombres de color en las Brigadas Internacionales. ¿Qué es lo que les motivó, en una condiciones muy difíciles de clandestinidad, a ir a luchar a miles de kilómetros a un desconocido país del sur de Europa? Para entenderlo hay que remontarse unos años atrás. Tras la intervención de soldados afroamericanos, en la Primera Guerra Mundial, la mayoría de los dirigentes por los derechos civiles, entre ellos Martin Luther King estaban convencidos de que aquellos serían aceptados como iguales. La realidad fue otra ya que los negros combatieron en batallones segregados y el regreso a Estados Unidos desde Europa fue muy duro. James Yates en su libro De Mississipi a Madrid. Memorias de un afroamericano de la brigada Lincoln (La Oficina Baam, 2011) narra lo que significaba para un negro vivir en estado segregacionista como el de Mississipi gobernado entre 1916-1919 y 1928-1932 por el demócrata Theodore G. Bilbo, enemigo encarnizado de la población de color y donde el Ku Klux Klan campaba a sus anchas:

Yo vivia en un Estado gobernado por Bilbo y el Ku Klux Kla , que cometieron las peores atrocidades contra la población negra. Durante mis últimos años allí, de 1917 a 1922, más de cincuenta negros fueron linchados. El número sería el doble si las grandes aguas del río Mississipi pudieran mostrar los cuerpos que ocultaban. Fui testigo de alguno de aquellos linchamientos. Miles de hombres negros escaparon de las palizas , pero tuvieron que cumplir largas condenas a trabajos forzados. Sufrieron una muerte lenta, torturados por gente como Bilbo. Cuando los soldados negros regresaban de la Primera Guerra Mundial, eran encarcelados si no se quitaban el uniforme en el plazo de tres días instaurado por la autoridad local4.

Los linchamientos fueron precisamente una de las causas de la emigración masiva de negros al norte. Hubo más de 4400 afroestadounidenses apaleados entre 1877 y 1950, según ha documentado la organización por la igualdad racial Equal Justice Initiative (EJI). Esta asociación con sede en Alabama ha llevado a cabo un estudio titulado “Linchamientos en Estados Unidos: confrontando el terror racial ” en el que han hallado unos 800 casos de muertes de este tipo no documentadas hasta ahora. La investigación se ha centrado en 12 estados del sur y se ha enfocado hacia aquellos casos ejecutados con impunidad, con frecuencia en lugares públicos y a plena luz del día. En muchos de ellos las víctimas de las agresiones eran acusadas de violación o de homicidio, aunque no hubiese pruebas concluyentes al respecto la mayoría de las veces. Sin embargo, también se produjeron palizas por nimiedades como la que sufrió el afroamericano Jesse Thomton que fue linchado por referirse a un policía por su nombre sin emplear antes el título “señor”. Fue en Luverne (Alabama) en 1940.5

Los esclavos llamaban al norte “el sur de arriba”. A principios de la década de los veinte medio millón de negros se desplazaron hacia allí, a Chicago, San Luis, Detroit, mientras que otros enfilaban hacia el oeste, llegando a lugares tan alejados como California. Hay que decir, sin embargo, que no fue nada fácil. En la Convención Nacional Demócrata , el senador de Carolina del Sur Cotton Ed prometió que nunca apoyaría ninguna igualdad política o social y, de hecho, la delegación oficial de Carolina del Sur protestó oficialmente por la presencia de negros. Durante esa época también la National Association for Advancement of Colored People (NACCP) se vio obligada a retirar su apoyo al presidente Rooselvelt debido a la negativa a poner en práctica las leyes contrarias a los linchamientos amén de por la falta de propuestas legislativas sobre derechos civiles durante su primer mandato

La única plataforma política que en los Estados Unidos de la época parecía reconocer la realidad de la situación de la gente de color era el Partido Comunista. Los comunistas norteamericanos se referían a ello en estos términos:

El pueblo negro sufre doblemente. La mayoría de los trabajadores explotados también són víctimas del jimcrowismo6 y los linchamientos. Se les niega del derecho a vivir como seres humanos.7

Al respecto afirma el historiador David Levering Lewis:

Cuando llegó la Gran Depresión , el Partido Comunista de Estados Unidos tenía un programa que se adaptaba a las desesperadas necesidades de las personas de color. Por ejemplo, cuando se intentaban ejecutar desahucios de viviendas en Nueva York y Chicago, el partido movilizaba gente para que cuando las autoridades sacaran las pertenencias de una casa, ellos las volvieran a meter8.

Asimismo, la plataforma apostaba por la “abolición del impuesto al sufragio” (en vigor en muchos estados del sur para dificultar el voto de los afroamericanos) y pedía la liberación de prisioneros políticos como Tom Mooney9, Angelo Herndon y los Muchachos de Scottsboro10

En este contexto, la invasión de Etiopía en 1935 por parte de Mussolini fue vista por la mayoría de los afroamericanos como otro intento más de los blancos de destruir a a los negros y en la mayoría de las grandes ciudades como Los Angeles, Detroit, Boston o Nueva York hubo manifestaciones de apoyo al pueblo abisinio. El 2 de mayo de 1936, apenas diez semanas antes del golpe de estado en España, Haile Selassie (Ejersa Goro, Etiopía, 1892- Addis Abeba, 1975), último monarca en ocupar el trono imperial etíope se exiliaba.

Haile Selassie, el último emperador de Etiopía. Fuente: LSE

El historiador Robert Kelly subraya el impacto de los sucesos en Etiopía en la comunidad afroamericana con estas palabras:

Debido a su importancia la invasión italiana fue un desafío directo para todo el mundo negro. Afroamericanos de todas partes de la nación organizaron milicias con la intención de ir a Etiopía y combatir allí a los fascistas. En el norte de Nueva York los partidarios de Garvey organizaron a 3000 afroamericanos para entrenarse intensamente y viajar allí11.

En una de las anteriormente citadas manifestaciones contra la intervención italiana en Abisinia fue arrestado Oliver Law (Texas, 1900- Villaviciosa de Odón, Madrid, 1937). Law se había unido al Partido Comunista Americano en 1932 y sus actividades políticas le llevaron a frecuentes encontronazos con la policía en uno de los cuales recibió una brutal paliza. Fue precisamente la invasión mussoliniana de Etiopía la que decidió a Law a participar en la guerra de España cuando, poco después, se produjo el golpe de estado. El activista entró en la Península por Francia a principios de 1937.

El 26 de diciembre de 1936 no llegaba a cien hombres el primer contingente de ciudadanos estadounidenses que se embarcaron en el trasatlántico Normandie para realizar la travesía Nueva York- Le Havre. La mayoría eran militantes o simpatizantes comunistas que residían en el área neoyorquina y que, en muchos casos, habían obtenido sus pasaportes en los días previos. Todos hicieron declaraciones falsas sobre los objetivos y los países que pensaban visitar ya que como se ha comentado anteriormente, la ley prohibía viajar a España (a países en guerra) y quienes lo hicieran estaban advertidos de que perderían la protección de su gobierno. Tras realizar la travesía-unos cinco días, según el estado de la mar, cruzaban Francia con el apoyo de los comunistas locales, y entraban en España cruzando los Pirineos, a veces con guías poco experimentados. Walter Kolowski fue uno de los primeros. El 3 de enero de 1937 ya estaba en Figueras (Gerona), donde los primeros contingentes del batallón Abraham Lincoln realizaron su adiestramiento antes de incorporarse a la XV Brigada Internacional. El batallón comenzó a operar en febrero de 1937 con cerca de 400 miembros- habían ido llegando otros contingentes durante el mes de enero- terminando la contienda bajo las órdenes de Milton Wolff.12

Por primera vez oficiales negros comandaron a tropas blancas, explica el historiador californiano Peter Carroll: “La Lincoln fue la primera unidad del ejército norteamericano integrada por soldados de todas las razas. Jamás había ocurrido antes ni ocurriría poco después en la Segunda Guerra Mundial donde el ejército de los Estados Unidos seguiría siendo segregacionista”13

En la Brigada Lincoln participaron, asimismo, 60 mujeres en calidad de enfermeras, corresponsales de guerra, conductoras de vehículos o recaudadoras de fondos. Entre todas ellas, la más conocida sea probablemente Salaria Kea (Milledgeville, Georgia, 1913- Akron, Ohio, 1991) que en 1938 escribió el famoso panfleto “Una enfermera negra en la república española”. En el texto se preguntaba:

¿Qué pintan los negros en España? (…) Más allá del humanitarismo, la respuesta es sencilla. La Italia fascista inavdió Etiopía lo que fue un terrible golpe para los negros en todo el mundo. Etiopía representaba el último reducto de la autoridad negra, del autogobierno negro.

Y añadía:

El linchamiento de negros en América, la discriminación en la educación y en el trabajo o la falta de instalaciones para negros en la mayoría de ciudades nos parece parte del fascismo.14

Esta profesional, junto con otros doce voluntarios sanitarios encabezados por el cirujano Edward K. Barsky, uno de los fundadores de la Oficina Médica Estadounidense para Ayudar a la Democracia Española, se instaló en el hospital de campaña de Villa Paz situado a las afueras de Madrid. Al regresar a su país natal en 1938 después de escapar del cautiverio al que el bando sublevado la había sometido, se dedicó a ofrecer conferencias sobre la necesidad de sguir enviando voluntarios sanitarios a España15.

Sobre el hospital de Villa Paz donde había soldados de todo el mundo escribió la enfermera georgiana:

La segunda unidad médica americana, después de sacar las vacas de Villa Paz, limpió el edificio e instaló el primer hospital de campaña americano en España. Las camas de Villa Paz comenzaron a ocuparse con soldados (…) de todas las partes del mundo, de todas las razas y de todas las lenguas. (…) Estas diferencias de raza, credo y nacionalidad, perdían toda importancia cunado nos uníamos para hacer de España la tumba del fascismo.16

En la misma línea que Kea en relación a las similitudes entre la situación de los negros en América y las políticas practicadas por los estados fascistas se expresaba Paul Robertson Jr en el documental Héroes invisibles: afromericanos en la guerra de España:

Misisipi es solo ligeramente mejor que Dachau, Bergen-Belsen o algo parecido con mucho calor. Lo que quiero decir es que es como un campo de trabajo sin cadenas ni alambradas. Para la mayoría de los recolectores negros de color no había mucha diferencia entre 1892 o 1912, era más o menos lo mismo.17

Otro célebre nombre es el de Evelyn Hutchins, (Snohomish, Washington, 1910-1983). La conductora de ambulancias que, como ocurría a menudo con estas voluntarias, llegó a España junto con su marido, Carl Rehman. Según explica su ficha en ALBA (Abraham Lincoln Brigade Archives) esta bailarina de burlesque y activa sindicalista en la Costa Oeste terminó convenciendo a las autoridades del American Medical Bureau de que la enviasen a España como conductora aunque, en un primer momento, no la consideraron válida por ser mujer. Al llegar a la Península sirvió, finalmente, haciendo de conductora de camiones.

Como recuerda una investigación sobre las mujeres de la Brigada Lincoln publicada pot Trice Megan, de la Universidad de Yale, una parte de las estadounidenses que apoyaron al gobierno republicano provenían de la clase trabajadora, pero la otra formaba parte de la élite intelectual. Es el caso de las escritoras Lilian Hellman o de Dorothy Parker.18

Anteriormente se hacía referencia al primer entrenamiento que recibieron en Figueras los primeros contingentes del batallón Abraham Lincoln. Por esas mismas fechas llegaba también a la localidad catalana James Yates el cual, junto con sus acompañantes arribó exhausto a la ciudad después de haber tenido que escalar los Pirineos para entrar en España. Allí pasó solamente unos días antes de ser enviado a Albacete, sede de las Brigadas Internacionales. Yates em su libro evidencia la absoluta precariedad de condiciones en las que, supuestamente, se les preparaba para ir a la guerra ya que se entrenaban con palos por la escasez de pistolas (reservadas para el frente). Él lo sintetiza de esta manera:” Mi formación como soldado había consistido en aprender a apuntar y a ponerme en el hombro ramas de árbol.19

En Albacete los combatientes estaban aposentados en un viejo barracón construido en el siglo XVI para alojar a no más de trescientos soldados, pero ahora había dos mil voluntarios hacinados allí dentro. Yates afirma que las condiciones higiénicas eran inimaginables ya que se usaban los patios como lavabos. Del centenar de voluntarios internacionales solo unos cuantos eran mecánicos profesionales. El resto se convertirían en conductores de camiones tras haber aprendido lo suficiente para hacer las reparaciones básicas.

Los domingos no era raro que llegara un tren con voluntarios internacionales y en uno de ellos en junio de 1937 se esperaba en la estación de la ciudad manchega un convoy repleto de jóvenes procedentes de Francia, Inglaterra e incluso de Finlandia. Con este contingente, se suponía que arribarían, igualmente, unos sesenta y cinco estadounidenses, negros y blancos. Entre los primeros había varios procedentes del estado de Ohio lo cual suscitó la curiosidad de Yates. ¿Por qué había tantos voluntarios de Ohio? La explicación que le dio un compañero al que él apodaba “el Almirante” fue la siguiente:

La lucha contra la esclavitud negra empezó muy pronto en Ohio, principal ruta del underground railway20 que utilizaban los esclavos para huir a Canadá. A pesar del trabajo de abolicionistas como Harriet Tubman y Sojourner Truth. Ohio era de los estados norteños más racistas de la línea Mason-Dixon. Incluso en el año 1989, [cuando Yates publicó el libro] los negros tenían prohibida la entrada en algunos hoteles y restaurantes y los cines estaban segregados. Además el desempleo y la pobreza entre la población de color eran crónicos.21

Los miembros de la Lincoln recibieron su bautismo de fuego en la batalla del Jarama del 6 al 27 de febrero de 1937. En ella participaron marroquíes, alemanes e italianos en el bando franquista y nada menos que voluntarios de 54 países de los 66 que entonces formaban la Sociedad de Naciones en el flanco republicano. La batalla se cobró la vida de 20.000 hombres en solo 19 días.

David Smith, uno de los combatientes que estuvo en ese enfrentamiento, al llegar al Jarama le preguntaron si sabía usar un fusil. No era el caso, pero mintió y dijo que sí siendo enviado de inmediato a la línea del frente. Era el 5 de febrero de 1937. La falta de preparación para la guerra no fue para él ni para otros muchos voluntarios internacionales un obstáculo para participar plenamente en ella. Había venido, en su caso del otro lado del Atlántico para luchar contra el fascismo. Él lo expresaba en el 2006 en estos términos: “Lo único que nos mantenía en pie era nuestro compromiso político. Estábamos tan comprometidos que entrábamos en combate sin dudarlo”. Y todo ello, a pesar de la enorme cantidad de bajas que sufrió la Brigada, que perdió a un tercio de sus integrantes.22

James Yates gracias a su trabajo en el taller de Albacete tenía acceso a mucha gente. Estaba en contacto con conductores de ambulancia, enfermeras y médicos. Él cuenta en su libro que que participó en el comité de bienvenida al doctor Arnold Donawa, un dentista muy conocido de Harlem y graduado en la Universidad de Howard. El doctor dejó pronto Albacete para pasar un extenuante periodo en el frente. Tras ello se encargó del departamento de cirugía maxilar en Villa Paz. A su regresó a Estados Unidos hablaría sobre las terribles condiciones en que los sanitarios voluntarios como él tenían que desempeñar su trabajo en España:

Sufríamos todo tipo de escasez de instrumental y suministros básicos para realizar operaciones. Con frecuencia, no disponíamos de suficientes gasas ni vendas para cubrir las heridas. Había tal escasez que teníamos que reutilizar el vendaje de un herido, limpiándolo e hirviéndolo, para después aplicarlo luego a otro paciente. A veces, resultaba complicado eliminar los restos de sangre, pero esterilizábamos los vendajes usados para volverlos a emplear. No teníamos ni una gota de novocaína.23 En el hospital y pensé que podría conseguir un poco si me lo proponía. Y así fue , aunque no logré más que unas mil ampollas. Este y otros medicamentos básicos eran muy difíciles de encontrar en esos momentos. Cosas que dábamos por sentado antes de viajar, faltaban en España. Para corregir las fracturas de mandíbula, por ejemplo, necesitábamos un tipo especial de cable de acero inoxidable muy fino. Pero no había nada, ni siquiera rayos X. Teníamos que palpar para determinar el número de fracturas.24

Al margen de voluntarios para combatir y de personal sanitario también hubo algunos famosos negros destacados que se solidarizaron con la España republicana. Entre los nombres que se comprometieron con la causa estaba Thomas Arnold Hill (1888-1947) de la National Urban League, que posteriormente se convirtió en el afroamericano con el rango más alto de la administración Rooselvelt; el reverendo William Lloyd Imes, uno de los hombres fuertes de la iglesia en Harlem; Ferdinand Smith, vicepresidente de la National Maritime Union o el escritor Richard Wright (Roxie, Misisipi, 1908- París, 1960) que en 1940 publicaría Native Son y en 1945 Black Boy, una novela autobiográfica. Ambas fueron de las primeras que abordaron las condiciones de vida de los negros.

Richard Wright. Fuente: Famous Authors

Cabe destacar, asimismo el apoyo a la lucha antifascista en España por parte de Paul Robertson (Borough de Princeton, Estado Unidos, 1898- Filadelfia, 1976), actor, cantante, activista y fundador del periódico Freedom. Se graduó en Derecho por la Universidad de Columbia. Alcanzó prestigio internacional por sus interpretaciones de Shakespeare y O’Neill. Tomó conciencia de la lucha antifascista en sus viajes por Europa y la URSS, brindando su soporte a la Brigada Lincoln. En 1950 le fue retirado el pasaporte estadoununidense.

Langston Hughes (Joplin, Misuri, Estados Unidos, 1902- Nueva York, 1967), poeta, novelista y columnista nortemericano de color estuvo en España en 1937. Envió crónicas a diversos periódicos estadounidenses que escribió con afán militante para que sus lectores se solidarizaran con la República en peligro. Su mensaje era sencillo e incluso repetitivo: en la guerra de España se está debatiendo la lucha por la libertad y, si el fascismo triunfa en ese país, después se extenderá por el resto de Europa. En esa lucha por la libertad Hughes dedicó una especial atención a las Brigadas Internacionales y, más concretamente, a los negros norteamericanos integrados en ellas. Hughes comenta las vicisitudes de este colectivo desde Brunete hasta la batalla del Ebro y los pone como ejemplo y motivo de orgullo para sus lectores25:

Anteriormente decíamos que los miembros de la Brigada Lincoln recibieron su bautismo de fuego en la batalla del Jarama. En esta se produjo un hecho excepcional (que no volvería a repetirse hasta finales de la Segunda Guerra Mundial) ya que, por primera vez, un hombre afroamericano dirigió un batallón de blancos. Ese hombre era Oliver Law.

El investigador Ernesto Viñas, del proyecto “Brunete en la memoria” recuerda la complicada posición que ocupaban estos brigadistas internacionales en primera línea de fuego: “Junto a la Brigada Lincoln había dos agrupaciones de batallones anglosajones. Sus posiciones siempre ocupaban los lugares de máximo riesgo en primera línea de fuego”. El historiador Peter Carroll, por su parte, relata que “debido a las numerosas bajas, Oliver Law fue ascendido a jefe de la compañía de ametralladoras y en un determinado momento elevado al grado de comandante del batallón. Esto sucedió justo días después de la batalla de Brunete”. El fallido ataque de las fuerzas sublevadas contra Madrid obligó a Franco a reordenar sus planes, mientras el general Miaja llevaba hasta el río Jarama a los brigadistas para frenar el avance de los sublevados. La buena actuación de Law en este contexto tan complicado le permitió ascender, como ya se ha señalado, a comandante de la compañía de ametralladoras. Law reinvindicaba la igualdad racial e hizo todo cuanto estuvo en su mano para conseguirla. Al respecto es ilustrativa la anécdota de un coronel estadounidense que visitó España en 1937 y que le preguntó: “¿No le da vergüenza lucir ese uniforme con galones?”.

A lo que Law le contestó: “Yo no era artillero en el ejército norteamericano, porque era negro. Aquí, en España, los galones se obtienen por lo que merecemos, no por nuestro color.26

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Oliver Law. Fuente: Wikipedia

El 10 de julio de 1937 fue herido de muerte por un disparo en el pecho en el asalto al Cerro del Mosquito situado en el municipio de Villaviciosa de Odón, en Madrid, durante la batalla de Brunete. Falleció en una camilla mientras era transportado a un hospital. En la ladera de ese cerro que desciende hacia el río Guadarrama perdió la vida junto a una decena de sus compañeros. 27

Asimismo algunos afroamericanos cayeron prisioneros de los sublevados. James Yates cuenta en su libro que, entre el centenar de estadounidenses capturados por los fascistas, había tres negros. Thomas Brown era de San Luis, Misuri. Claude Pringle, de Ohio Valley, trabajaba en las minas de carbón y era un veterano de la Primera Guerra Mundial. Había participado en la Marcha Nacional del Hambre de 1932, en la que miles desempleados y sus hambrientas familias fueron atacados frente a la Casa Blanca por las tropas del general MacArthur que cumplía órdenes del presidente Hoover. Tras la repatriación, Johnson contó a sus amigos de Columbus que había sido torturado mientras estaba en prisión y que otros detenidos sin filiación política previa, se convirtieron en militantes radicales tras su paso por la cárcel.28

¿Cómo fueron recibidos los voluntarios de la Lincoln a su regreso a Estados Unidos? Yates narra su experiencia personal junto con otros nueve compañeros que hicieron el viaje de retorno a Nueva York desde Francia en barco. Al llegar a la ciudad, la acogifa fue apoteósica:

Cuando bajamos del barco vimos la multitud que había venido a recibirnos. Llevaban pancartas de bienvenida y gritaban: “!No pasarán!” La radio y los periódicos hacían todo lo posible para entrevistarnos. La gente nos abrazaba, nos besaba y nos daba la mano. Algunos familiares lloraban de alegría29.

Pocas horas después (el tiempo que les fue necesario para liberarse de la multitud) los organizadores de su hospedaje neoyorquino los llevaron al Grand Hotel, situado en la calle 33 con Brodway. Era un hotel pequeño, modesto y limpio. Algunos hombres ya se habían registrado cuando llegó el turno de Yates. Así lo cuenta él:

El recepcionista ni siquiera me miró: “Lo siento. Ya está completo”. Uno de los organizadores se adelantó frunciendo el ceño.

-Pensaba que teníais muchas habitaciones.

El recepcionista repitió, como si yo fuera transparente:

-Está completo.

-¿Está completo? ¿O quizá es que no aceptáis negros?

Sentía una gran pena. ¿Tan pronto? !Acababa de bajar del barco¡ Tras haber vivido la aceptación en los cafés y hoteles de Francia y España, me sorpendió tener que encajar el golpe tan rápido. El dolor fue más intenso que cualquier balazo. Tenía la impresión de volver a estar en una trinchera. Pero se trataba de otro frente. Ahora estaba en casa.

Por lo que hace referencia al retorno del resto de integrantes de la Brigada Abraham Lincoln que sobrevivieron (cerca de 1500), al llegar a su país se encontaron técnicamente indocumentados. Habían faltado a su declaración jurada de no combatir en España aunque se trató de dificultades menores comparadas a las que tuvieron que enfrentarse durante la guerra fría, cuando muchos de los veteranos sufrieron en sus propias carnes la caza de brujas. La Abraham Lincoln Brigade (ALBA) fue incluida en una lista de organizaciones subversivas por el Departamento de Justicia. Muchos perdieron sus empleos y unos pocos fueron condenados a penas de cárcel por actividades relacionadas con el comunismo.


Fuente →  serhistorico.net

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