Víctimas del franquismo, entre el dolor y la euforia: 'Ahora toca hablar de sus crímenes y del patrimonio de los Franco'


Víctimas del franquismo, entre el dolor y la euforia: 'Ahora toca hablar de sus crímenes y del patrimonio de los Franco': Franco saldrá del Valle de los Caídos. Así, al menos, lo ha dictaminado el Tribunal del Supremo que ha desestimado el recurso interpuesto por la familia Franco contra el decreto de exhumación del Gobierno de Pedro Sánchez. Sin embargo, la herida de cientos de víctimas de la dictadura franquista no se cierra en una mañana ni con una sola decisión. Ni siquiera un poco. Sigue sangrando y doliendo. Por los miles de desaparecidos. Por los bebés robados. Por el expolio económico. Por la desmemoria. Pero este martes ha habido un avance importante. El Supremo no le ha dado la razón a los Franco, ha avalado la decisión de exhumar al dictador y enviar su momia al cementerio de Mingorrubio-El Pardo y para muchas de las víctimas del franquismo que se han concentrado hoy frente al Tribunal Supremo eso supone una victoria, aunque la batalla contra los restos del franquismo es mucho más grande y de mayor alcance que esta decisión.

"Hemos ganado una pequeña batalla, pero toca seguir peleando. Nosotros seguiremos pidiendo que salga Primo de Rivera del lugar preeminente que ocupa en el Valle, que Cuelgamuros se convierte en un verdadero lugar de memoria y no en un monumento que exalta a la dictadura. Pero tenemos que seguir luchando. Hay miles de desaparecidos en fosas comunes, crímenes sin investigar, las sentencias que condenaron a muerte a republicanos siguen siendo legales y en muchos pueblos y ciudades sigue habiendo calles dedicadas a franquistas", explica a Público Miguel Ángel Muga, portavoz de la campaña Ni Valle ni Almudena, que ha aglutinado a cerca de 90 colectivos de víctimas y de memoria histórica.

De fondo, mientras Miguel Ángel Muga habla, suena el conocido como himno de Riego, el que fue la banda sonora no oficial de la II República. Víctimas de la dictadura levantan su puño en alta y cantan. Es un momento de euforia: "Soldados, la patria nos llama a la lid, juremos por ella vencer o prefiero morir". En las últimas filas, no obstante, hay quien, también con puño en alto, canta la otra letra, la satírica, de la canción que también fue himno oficial de la I República y del Trienio Liberal (1820-1823): "Si los curas y frailes supieran, la paliza que les van a dar, subirían al coro cantando: "¡Libertad, libertad, libertad!".
Sin embargo, conforme se va apagando la música, la euforia va dejando hueco a un dolor que no se va, que permanece y que ya dura 80 años, en algunos casos, y más de 40, en otros:  "Ahora lo que quiero es que investiguen el patrimonio de los Franco. Ya está bien. Ya es hora que la democracia haga cuentas y vea cuánto dinero nos han robado esa familia", grita una mujer a este periodista antes de marcharse. No quiere dar su nombre, pero su opinión está presente en toda la concentración.

Por ejemplo, Rosa María García, víctima de las brutales palizas del policía Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, por su militancia antifranquista durante la dictadura: "He leído hoy en algún sitio que el Supremo ya ha dedicado más tiempo a debatir sobre los derechos de la familia Franco que sobre las víctimas del franquismo. Y esa es la triste realidad. Nadie se ha preocupado por nuestros derechos y sí por los de esa familia. Ahora Franco podrá salir del Valle de los Caídos, pero no hay que olvidar que irá al cementerio de Mingorrubio a una tumba que es propiedad del Estado y eso sigue siendo un agravio".


Una mujer, envuelta en una bandera republica, reacciona de esta manera al fallo del Supremo.- REUTERS

"Una forma de maltrato y una patología democrática"

La frase a la que hace referencia Rosa María García ha sido publicada este martes por la mañana por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en Twitter. La asociación, presidida por Emilio Silva, anunció el lunes que en caso de que el Supremo decidiera enterrar al dictador en Mingorrubio acudiría a los tribunales a interponer una denuncia contra el Estado ya que la tumba donde será enterrado el dictador, junto a su esposa Carmen Polo, es de titularidad pública, tal y como denunció este periódico.


"Obligar a las víctimas de la dictadura a pagar con sus impuestos la tumba del dictador es una forma de maltrato y una patología democrática; a nadie se le ocurriría que una víctima de un atentado terrorista pagase la tumba del responsable o la víctima de cualquier otro crimen", asegura Emilio Silva, presidente de la ARMH, que añade que "es el momento de que la democracia española demuestre que ha madurado y deje de financiar con fondos públicos monumentos que rinden homenaje a un dictador".

¿Y qué pasa con mi padre?

Benito Bellido, de 87 años y natural de Jaén
Benito Bellido, de 87 años y natural de Jaén

Quizá el caso que mejor resume esa mezcla de euforia y dolor que se vivía en la protesta de los colectivos de víctimas es el de Benito Bellido, de 87 años y natural de Jaén. Este hombre ha sido de los primeros en llegar al lugar de la concentración. Llevaba colgada una foto de su padre, Felipe Bellido, asesinado por el franquismo en 1939. "Me da absolutamente igual lo que hagan con Franco. Por mí como si lo tiran a un vertedero. Lo único que quiero, a estas alturas de la vida, es recuperar los restos de mi padre", confesaba Bellido, antes de conocer el fallo judicial. Después, sí se ha atrevido a calificar la decisión de "avance", aunque siempre insuficiente.

"Tenía siete años cuando se llevaron a mi padre, un pobre jornalero de izquierdas. Y nunca más supe de él. Estará enterrado en cualquier fosa de la provincia de Jaén. No entiendo que esta misma Justicia que hoy atiende la reclamación de los Franco no haga nada contra los crímenes de ese dictador. Fusilaron y mataron a miles de personas y encima sigue recibiendo homenajes. ¿Quién piensa en los derechos de mi padre? ¿Y en los míos? La verdad es que no entiendo a la Justicia ni a esta democracia. No lo entiendo", insiste Bellido.

La conversación con Bellido, sin embargo, termina pronto. Los primeros manifestantes intentan colocarse en el punto más cercano a la puerta del Tribunal Supremo. La Policía, por contra, les informa de que tienen permiso para realizar la protesta, pero en otro punto del jardín. Concretamente, en el más alejado posible a la puerta. La indignación se despierta en los manifestantes. A pocos metros, dos de los que protestan ponen una canción y suena el megáfono.

"Amenazas de fuego con un cristo matón. Poesía en la sangre. Águilas de latón. Un sonajero nuevo en un pozo sin fin Catalina le guarda a Martín", suena en toda la plaza. Se trata de la canción que Joaquín Carbonell compuso para Catalina, la mujer que apareció hace relativamente poco en una fosa común con un sonajero en la mano. Era para su hijo Martín. Pero fue fusilada y tirada a una fosa antes de poder dárselo. Benito Bellido mira la escena con cierta estupefacción. La Policía se lleva educadamente a los manifestantes. "Yo lo único que quiero es encontrar a mi padre", sentencia.



Fuente → publico.es

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