Hay que volver a reivindicar, sin complejos, un pensamiento republicano y de izquierdas


Raimundo Cuesta: Hay que volver a reivindicar, sin complejos, un pensamiento republicano y de izquierdas: Entrevista realizada al historiador Raimundo Cuesta (Santander, 1951), Premio Nacional a la Innovación Educativa, con ocasión del reciente estreno de la película “Mientras dure la guerra” de Alejandro Amenábar. Cuesta, de formación marxista y ecléctica, no sólo está especializado en “historia moderna” y en filosofía, sino que es uno de los mayores conocedores -a nivel mundial- de la vida y obra de Miguel de Unamuno. De ascendencia cántabra y vasca, Cuesta se formó en la universidad de Salamanca, ciudad donde ejerció la docencia durante cuatro décadas. En esa “polis”, epicentro del seísmo provocado «por el choque entre la fuerza y la razón», el historiador (doctor con premio extraordinario) combinó sus estudios sobre Unamuno con un trabajo de campo, continuado e intenso, que le hizo detenerse, reflexionar, investigar, en los lugares, parques, aulas, “ágoras”, etc., donde el intelectual español más importante de la época -que gozó de gran prestigio y reconocimiento en Europa y América Latina- pasaba largas horas con sus alumnos (discípulos) o simplemente daba silenciosos paseos “hablando con su sombra”, como diría Nietzsche. Raimundo, autor de cientos de artículos y decenas de libros “cargados de memoria histórica”, es co-fundador de las plataformas de pensamiento crítico Cronos y Fedicaria, que han tenido una marcada influencia, en el campo de la educación y las ciencias sociales, en España y Latinoamérica.

Algunos dirán que Unamuno era un ser contradictorio (poliédrico, subrayaría Raimundo Cuesta). Eso me trae a la memoria esta famosa cita de Walt Whitman:“ ¿Y decís que me contradigo? Sí, ya lo sé, pero soy inmenso y contengo multitudes”. Así fue Unamuno: Un ser contradictorio, como cualquier sabio que cuestiona absolutamente todo (porque así debe ser) pero también, al igual que el gran poeta estadounidense, “era inmenso y contenía multitudes”.                                                                                                                               
Javier Cortines  

 Amenábar y la Guerra Civil, ¿Au-dessus de la mêlée? 

P. ¿Qué te parece el terremoto que ha desencadenado la película de Amenábar “Mientras dure la guerra”? ¿Qué ha puesto al descubierto en nuestra sociedad?

REsta película ha estado desde su rodaje hasta su reciente estreno marcada por la polémica y el enfrentamiento, a veces por motivos totalmente opuestos, que ha puesto de manifiesto la furia de diversos grupos ideológicos y de presión. El propio Amenábar en sus declaraciones tras haber rodado la película ha cultivado esa idea de ser hombre de ideas propias por encima del discurso de la izquierda o de la derecha. De todos modos, no ha sido un terremoto de alta intensidad pero el hipersensible sismógrafo de la rememoración del pasado español ha vuelto a registrar alteraciones muy sintomáticas. No sólo por la furibunda reacción de una asociación de antiguos caballeros legionarios, que levantaron ásperamente la voz en diversas ocasiones para denunciar la película como un atentado contra la verdad, sino también por el rumbo de la voluntad de Amenábar de navegar por el camino de en medio, o sea, de exhibir una óptica pretendidamente “superadora” de maniqueísmos históricos. Tampoco cabe olvidar, sin ello es imposible entender cualquier narrativa sobre la guerra civil u otros momentos críticos de la historia de España, que desde la última década del siglo pasado vivimos una lucha por reescribir la historia entre diversos agentes políticos e historiográficos. La memoria colectiva se construye como una representación compleja, fragmentaria y plural que siempre se verifica en un campo de batalla de relatos alternativos y dinámicos (del Estado, de las familias, de la prensa, los historiadores, los grupos de presión, etc.). En el momento de estrenar la película, en este mes de septiembre salían a la venta una nueva biografía de Unamuno (a cargo del inevitable matrimonio de los franceses Rabaté, que, al tiempo que han sentado un canon interpretativo grato a la izquierda moderada, han hallado en Unamuno un verdadero filón) y el libro de Severiano Delgado (Arqueología de un mito. El acto del 12 de octubre de 1936. Septiembre, 2019), autor que en su día indujo a algunos a defender la tesis de la banalidad del acto del 12 de octubre en el paraninfo y que sirvió de motivo para que El País iniciara por mediación del escritor Sergio del Molino en mayo de 2018, al tiempo que se rodaba la película en Salamanca, la promoción de una disputa sobre los “mitos” compuestos acerca de ese trance. Empieza así una apasionada tarea de “reconstrucción de la realidad” del pasado mediante su actualización mediática. Ello dio ocasión pintiparada para que las páginas de toda prensa escrita y digital española acogieran un debate en el que cobró nueva visibilidad el discurso historiográfico neofranquista, según el cual lo ocurrido el 12 de octubre sería una acto sin importancia y su narración canónica un ejemplo de la sistemática tergiversación histórica practicada por la mendaz izquierda. Claro. La historia (y el cine) siempre se hace para alguien, no es una criatura libre de valores.

PHay una imagen “muy tierna” en la película: la de Carmen Polo sacando de la mano a Unamuno del Paraninfo de la Universidad para evitar que le linchen los legionarios. ¿Qué te parece esa escena? ¿Algo relevante o un regalo de Amenábar a la Tercera España, (la que no quiere tomar partido por ningún bando) y que tú identificas con C’s?

RBueno, no solo con Ciudadanos. La clase de razonamiento de este partido resulta una mala copia de lo que ya se dijo hace mucho. En plena guerra, desde Salvador de Madariaga (“un tonto en cinco idiomas”, al decir de Ortega) ya se había hablado de una “tercera España”. Y ese tópico ha sido reactualizado hasta la saciedad en obras como la de Andrés Trapiello y otros intelectuales impolutos. El neoliberalismo, que suele entonar cantos al régimen político constitucional, casa muy bien con esta nueva tercera vía pero también se ha demostrado totalmente compatible con dictaduras de extrema derecha.

Sobre la escena de Carmen Polo dando la mano a Franco, es un recurso dramático del director, que mezcla a su antojo ficción con testimonios históricos. Todo parece indicar que Unamuno se cogió del brazo y no de la mano de Carmen Polo por indicación de Millán Astray y para evitar males mayores, tal como lo cuenta en 1942 el fundador de la Legión en un informe suyo sobre lo ocurrido el 12 de octubre, dentro del que aparece uno de los motivos del enfrentamiento con el rector: “me fastidió tanto su supuesta superioridad…” (el testimonio literal y amplio de Millán Astray está en Póllux Hernúñez. <<Venceréis pero no convenceréis>>. La última lección de Unamuno, 2016). Desde luego, tampoco se me antojan nada verosímiles las palabras que supuestamente pronuncia la mujer de Franco cuando regresa del acto en automóvil en compañía de Unamuno. Parece que Unamuno volvió a su casa a pie. Desde luego, la interpretación histórica de la figura de la señora Carmen Polo resulta fantasiosa y probablemente un efecto de ese afán de la película para, parafraseando al propio Unamuno, dejar contentos/descontentos a hunos y a hotros.

P. Ciudadanos y su líder Albert Rivera intentan desmarcarse de la “vieja derecha” y de “la vieja izquierda” (esto incluye el cordón sanitario que ha puesto al PSOE) al tiempo que ha entrado en un limbo (vacío ideológico) en el que abraza sin ambages “la religión del neoliberalismo”.¿Qué tienes que decir al respecto?

R. El comportamiento del partido de Rivera hoy es un fiasco y una lamentable evidencia del naufragio de experimentos centristas que, al final, se vuelcan hacia la derecha radical. No obstante, el fracaso de un partido político reformista es una de las realidades más evidentes en la historia de España. Antes de la República fue el intento de Melquíades Álvarez, de la Liga de Educación Política de Ortega y luego de pequeños partidos republicanos…, quizá, en nuestros tiempos, alguno recuerda la “operación reformista” encabezada por Roca Junyent. Al final, todos estos conatos sucumbieron en la vorágine de la guerra, como le ocurriera al propio Unamuno, que, llevando al extremo sus paradojas, se abrasó en “su” Salamanca de 1936. Cabe recordar que solo la proclamación del estado de guerra el 19 de julio ocasionó la matanza de doce ciudadanos en la Plaza Mayor, suceso que se recoge de una manera un tanto confusa en la película.

P. ¿Qué te ha gustado y que has echado en falta en “Mientras dure la guerra”?

R. Como ya he sugerido, el cine y la historia poseen normas de representación particulares. Una película es un artefacto artístico (ambos términos tienen que ver con la idea de arte como artificio). Alejandro Amenábar ha construido una notable película en el aspecto técnico y narrativo. Consigue mantener la atención de espectador, sabe dar fuerza dramática a la narración de los hechos y lleva la tensión a su cúspide en los sucesos del 12 de octubre en el paraninfo. Todo ello a base de imágenes poderosas y evocadoras, excelente acompañamiento musical y un reparto de actores con mucho oficio capaces de emocionar al espectador.

Por supuesto, una producción artística como lo es esta película no debe ser juzgada solo desde su supuesta exactitud histórica. Amenábar no es ningún ignorante de la historia de España pese a quien pese. El día 30 de septiembre a los pocos días de su estreno, leía en la versión digital de ABC un artículo titulado “Los 18 errores históricos de <<Mientras dure la guerra>>… Aunque los dos firmantes de ese artículo sobre la reseña de la obra de Amenábar decían algunas cosas sensatas, lo cierto que esa búsqueda de errores no es la vía adecuada para desacreditar el “artefacto artístico” que es cualquier película histórica (que un extra de legionario romano lleve un reloj de pulsera es poco más que una anécdota). El mismo director afirmaba recientemente que en el acto del paraninfo “rodé mi propia versión” (Gaceta Regional de Salamanca de 3 de octubre). Sin duda en la película hay mucha ficción dramática que hace ganar en intensidad a la narración. Pero el juicio, desde una mirada histórica, ha de centrarse en cómo se afronta, desde qué parámetros interpretativos se aborda eso que llamo “totalidad expresiva de un acontecimiento histórico”.

En mi opinión, siendo el film, una muestra de muy meritoria realización técnica y de guion dotado de notable calidad, la forma de apreciar la “totalidad expresiva” del acontecimiento narrado peca de un tanto ahistórica e excesivamente individualista en la medida que su mirada se ciñe como núcleo medular en los sentimientos y subjetividades de los intervinientes, principalmente en la interioridad unamuniana. De ahí resulta una visión del conjunto de “tercera España”, de marchamo centrista, que se refugia en el siempre respetable dolor humano del sujeto sufriente para aceptar o medio tolerar conductas políticas erráticas y totalmente indefendibles como las del Unamuno entre el verano y el otoño de 1936. Esto lo afirmo al tiempo que me confieso admirador incondicional de la obra literaria del pensador bilbaíno y del caudal de pensamiento crítico albergado en parte de su pensamiento. Empero el discurso de la película se desliza hacia la peligrosa pendiente de considerar, por extensión del argumento, que “todo el mundo tiene algo de bondad”, de que todo tiene su parte buena y su parte mala (como la primavera o el invierno). Hitler, Stalin, Pinochet, Pol Pot, Somoza, Videla, Idi Amin, etc., también tuvieron sentimientos y padecieron algunos sufrimientos…La espléndida inmersión realizado por Amenábar en la subjetividad unamuniana, a través de una interpretación muy creíble de Elejalde, que muestra a un hombre derrotado, envejecido, “quemado” no es motivo suficiente, por mucho que se valoren las terribles circunstancias que vivió, para cuasi exculparle de su responsabilidad social en un momento en que la gravedad de la situación política obligaba a tomar partido, a no permanecer au dessus de la mêlée (por encima de la contienda). Parece que en tal asunto Amenábar ha buscado inspiración en la imaginaria e imposible “tercera España”, aunque con los matices y la gama de tonos grises de la paleta intelectual de una persona inteligente. Aun así…pobre aliño interpretativo.

P. Qué te parece la construcción que ha hecho Amenábar de Franco (Santi Prego), Unamuno (Karra Elejalde) y de Millán Astray (Eduard Fernández) y del ambiente que se respiraba en la ciudad donde se escuchaba el grito de ¡Viva la muerte!.

REn cuanto a la interpretación de los personajes, tengo un juicio diverso y matizado. En las dos figuras centrales Unamuno frente a Millán Astray, los actores me parecen excelentes y dan muy bien la talla. Pero a ambos les sobra volumen físico. Unamuno era un profeta delgado como un sarmiento ardiente y de mirada aguileña; Millán Astray era como un esqueleto tuerto y mutilado (“piltrafa” “guiñapo” son algunos adjetivos que adversarios y seguidores emplean para dibujar su aspecto de este caballero de triste figura), pero, quizá precisamente por ello y por sus dotes oratorias, estaba investido de un especial magnetismo carismático entre sus legionarios. Ambos poseían, sin duda, una dimensión histriónica, que en la película queda más subrayada en el caso del general que en el rector. Y ninguno de los dos era “tonto” ni mucho menos. El hallazgo de Errejalde en el papel de Unamuno es muy notable, pero no me hace olvidar al genial José Luis Gómez que con sus gestos y voz obra milagros de transfiguración unamuniana; Eduard Fernández es un consumado actor pero se me hace cuesta arriba ver en sus ademanes chulescos una imagen fiel del macabro fundador del Tercio de Extranjeros (que el año que viene cumple cien años).

En cuanto a Franco, el actor también atesora valor y oficio. Pero creo que aquí quizá haya un problema de guión y de asesoramiento histórico. La figura de Franco comparece en el film con el aspecto y la expresividad de una redonda torta de pan blanco, muy metido en harina, carente casi de gestualidad y como “ausente”. Cierto que es difícil dar a un personaje tan “suyito” (en la película se menciona el juicio del general Sanjurjo de que Franquito era muy suyito) una forma de representación fácilmente admisible y aceptable. Quizá ni él mismo supiera qué cara poner en cada circunstancia, aunque su transformismo en su imagen pública a lo largo de la dictadura, salvo los inevitables gallos de su voz, fue legendaria (de guerrero implacable a tierno abuelito vestido de paisano y dedicado a la caza y a la pesca). Por su lado, Amenábar declara que “quería a ratos que fuera indescifrable” (La Gaceta Regional de Salamanca, 3 de octubre de 2019).

Considero muy logrado ambiente familiar de Unamuno, sus hijas y su nieto….Una de sus hijas, la republicana, es como la voz de la conciencia contra el proceder de su padre. Es como una contrafigura y compensación de la “tercera España”. ¿Es acaso la otra voz inaudible de Amenábar?

P. ¿Crees que se puede analizar el pasado con la mente y los ojos del presente?

R. Parafraseando a un gran historiador, toda historia es historia del presente. El pasado, si bien se fija uno, no existe ya, existen las fuentes que dan noticia del mismo. Agustín de Hipona en el siglo V dejó en sus Confesiones sabrosos apuntes sobre el tiempo. Desde luego este no deja de correr y, como en un río, nunca nos bañamos en las mismas aguas y sí siempre miramos al pasado con nuevas preocupaciones que amparan interpretaciones distintas. Por lo tanto, hay que estudiar lo que sucede hoy para comprender la polémica generada por esta película y los libros que reactualizan lo sucedido el 12 de octubre de 1936 en la Universidad de Salamanca. La historiografía neofranquista, el llamado revisionismo historiográfico, trata de releer el pasado para relegitimar la dictadura a fin de constreñir la democracia actual a un resultado “natural” del franquismo. Eso es lo que realmente piensa la derecha más “liberal”, o sea, que el franquismo fue un mal necesario. La “tercera España” condena el pasado en su totalidad como si en el presente su posición política fuera “inocente”. En estos tiempos hay que volver a reivindicar un pensamiento republicano y de izquierdas sin complejos, pero también sin ataduras a los mitos y justificaciones despachadas a troche y moche por insignes ideólogos e historiadores izquierdistas justificando el comportamiento de algunas personas y algunas fuerzas republicanas y del Frente Popular, cuya conducta política y moral fueron muy manifiestamente mejorables. Sin pensamiento crítico, entiendo, que carece de sentido, ser de izquierdas y la veneración santurrona y bobalicona de la República acompañada del ocultamiento o disculpa de algunas de las salvajadas cometidas contra sus adversarios para mí es totalmente inaceptable.

Tampoco resulta conveniente apuntarse, sin crítica de ningún tipo, a la inevitable mitología republicana sobre lo ocurrido literalmente el 12 de octubre de 1936. Sin duda, Amenábar recrea en parte el simbolismo de la ficción mítica que en 1941 creara Luis Portillo el profesor exiliado en Inglaterra y luego reprodujera H. Thomas en su historia de la guerra española editada en los años sesenta, pero, como ya dijimos, él mismo dice que da su “propia versión”. El simbolismo del enfrentamiento de la inteligencia contra la muerte, sin embargo, no necesita fundarse en ficciones literarias. Claro que el cine es cine, esto es, una ficción.

P. ¿Qué piensas sobre la formación de la opinión publica (estos días) en relación a hechos que ocurrieron hace más de ocho décadas?

RHace casi ochenta y tres años que murió Unamuno al calor del brasero de su domicilio familiar. A pesar de los pesares, los falangistas le hicieron un funeral a gusto de la parroquia fascista. Hoy es el viejo rector una figura consagrada, un monumento más en la ciudad de Salamanca. Pero su comportamiento lógicamente suscita controversias. ¿Cómo no van suscitar disputas encendidas los hechos que llevaron a una larga y cruel dictadura? A pesar del título de la película, la guerra no terminó en abril del 39. Prosiguió durante toda la dictadura y muy especialmente durante la primera década de posguerra, las más ominosa de nuestra historia contemporánea, en la que fueron exterminados varias decenas de miles de republicanos, algunos de ellos, ahora que se va a exhumar el cadáver de Franco merced a la tardía autorización del Tribunal Supremo, siguen sin ser encontrados y enterrados conforme al deseo de sus allegados. Los rescoldos de la guerra todavía no se han apagado. Ni mucho menos.

P. Millán Astray decía que “era samurái” y practicaba “el bushido” (el código de honor del guerrero japonés) ¿Qué te dice eso del fundador de la legión? Al parecer tampoco era un ignorante a pesar de su ¡Viva la muerte! ya que “no le hacía ascos a la lectura”. “El honorable mutilado” fue el jefe de propaganda de Franco. Para quitar un poco de hierro al asunto, ¿Sabes algo de su relación con la actriz y bailarina hispano-argentina Celia Gámez?

RPara empezar por el final de la pregunta. Sobre Millán Astray hay más de una leyenda. No entraré en su amistad con Celia Gámez, una de las musas del franquismo, a quien apadrinó en su boda. Solo diré que su conducta matrimonial no hizo caso de la moral de la época y que el propio Franco se sintió fuertemente disgustado por su “fuga” y abandono de su santa y “legítima” mujer a favor de otra muy inferior en años. No digo esto tanto por afán de cotilleo de revista del corazón como en razón de describir a una persona de costumbres nada convencionales. La vida de este hombre singular ha atraído a sus partidarios y sus retratos son panegíricos poco críticos. Espero que el libro de Luis Castro Berrojo (Yo daré las consignas…) de próxima aparición contribuya a un dibujo serio del personaje y su mundo.

Tampoco era un ignorante y sí un representante en España de la ola del irracionalismo militarista que alimentó la llegada del fascismo tras la Primera Guerra Mundial. Era de la estirpe de los D´Anunzzio, Jünger y otros que glorificaron la aventura como forma de vida peligrosa y la guerra como tarea sublime. En ese contexto ha de entenderse que haya sido el fundador de lo que hoy llamamos Legión española (1920) y que en su momento fue un reclutamiento de extranjeros aventureros, amigos y “novios” de la muerte, una tropa de elite para luchar contra los “moros” en la guerra colonial en el Rif. En ese mundo de los militares africanistas se tejió la vida profesional de Franco y la de los otros insurrectos que desencadenaron la guerra civil. En el caso de Millán Astray cultivó la necrofilia y el culto a la muerte desde el principio. Hay un libro titulado ¡Viva la muerte! Política y cultura de lo macabro (Marcial Pons, 2014), De Rafael Núñez Florencia y Elena Núñez González, que da cuenta con suma precisión de cómo el fundador de la Legión adoró la muerte en combate y la guerra como las más alta esencia de lo humano. A tal fin, como dices, echó mano y se inspiró de las enseñanzas orientales del código militar de los samurais, en la moral del guerrero. También acudió a inspirarse en los antiguos tercios imperiales (mercenarios “invencibles”). No era un militar inculto pero sí opino que sus elaboraciones intelectuales, sus ideas y actitudes eran y son incompatibles y antagónicas con cualquier clase de sociedad democrática.

No hizo falta que pronunciara el grito ¡Viva la muerte! el 12 de octubre en el paraninfo, que no lo hizo en la realidad. Su figura lo decía todo. Es cierto que la película de Amenábar, como ya mencioné, mezcla ficción (parte del relato creado por el exiliado Luis Portillo en 1941) con realidad (testimonios de algunos asistentes), pero no es menos verdad que los seguidores del general mutilado y de otros franquistas impenitentes niegan el significado del 12 de octubre intentando minimizar y reducir todo aquello a un acontecimiento intrascendente, haciendo ver que, en realidad, Unamuno y Millán Astray eran dos personas cultas que tuvieron un ligero y banal “contraste de pareceres”. De esta premisa absolutamente falsa y desde sus inveterados prejuicios, todavía los detractores de derechas de Amenábar desean y están seguros de que el director de cine va a cosechar un fracaso. Sin embargo, sus pronósticos agoreros, si hacemos caso a Amenábar (Entrevista del 3 de octubre de 2019 en la Gaceta Regional de Salamanca), no se van cumpliendo pues la película en la primera semana de proyección ha sido la más vista en salas comerciales. Por lo demás, el cineasta está lejos de ser un ignorante: fue estudiante de Historia y se ha documentado y asesorado por historiadores de reputación contrastada.

Desde luego, el irracionalismo fascista y militarista del creador de la Legión nada tenía que ver con la adhesión inicial de Unamuno, un liberal en la encrucijada de la guerra, a la causa de Franco. En fin, el cruce de discursos entre el rector y el general exlegionario durante la sesión del 12 de octubre de 1936 todavía no puede dejarnos indiferentes. Las batallas de la historia y la memoria prosiguen y “mientras dure la guerra” y los horrores del trauma habiten nuestras cabezas, el retorno del espectro sacudirá la conciencia de generaciones que ya nada tuvieron que ver con aquellos luctuosos sucesos (casi se ha extinguido ya toda la generación de testigos), pero muchas de las contiendas políticas del presente evocan las de aquel pasado de sangre y fuego. 

Ahora veamos un video que nos muestra un poco de la realidad (no cine) de la Guerra Civil española:




Fuente →  contrainformacion.es

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