El TERRORISMO franquista EXTERMINÓ a miles de REPUBLICANOS en las Islas Canarias

El TERRORISMO franquista EXTERMINÓ a miles de REPUBLICANOS en las Islas Canarias: La resistencia al golpe fascista del 36 fue escasa, los militares fascistas se hicieron rápidamente con el control. Las Canarias fueron un “laberinto de terror” los franquistas asesinaron a más de 5.000 Republicanos. El Mapa de Fosas atestigua esta cartografía de la barbarie con 21 localizaciones. Propietarios agrícolas, exportadores, comerciantes e industriales, tomaron posesión de alcaldías y Cabildos Insulares. Eran simpatizantes o socios de los partidos conservadores que durante décadas habían controlado la situación política en las Islas.

Para sofocar a los partidarios del Frente Popular, los gestores políticos del nuevo régimen utilizaron a organizaciones criminales, falangistas, acción ciudadana o brigadas del amanecer, que ejecutaron las tareas de depuración social, detenciones, torturas, desapariciones, asesinatos de miles de Republicanos. La gran fosa canaria está en el mar, la gran mayoría de los desaparecidos fueron “apotalados”, es decir, encerrados en sacos y arrojados al océano con las manos atadas. En Santa Cruz de Tenerife eran sacados de Fyffes o de los barcos prisión (el “Archipiélago fantasma”) por los falangistas. En Gran Canaria les llevaron a los acantilados de La Laja y los arrojaron a la Mar Fea. Hay fosas comunes en Fuencaliente (La Palma) y en el Llano de las Brujas en Arucas (Gran Canaria), donde los militantes obreros eran asesinados y arrojados a los pozos. A Antonio Camejo Francisco, alcalde de Buenavista del Norte en Tenerife que había declarado la reforma agraria en enero de 1933, lo sacaron de Fyffes, lo llevaron a los barcos y lo apotalaron. Igualmente desaparecieron el diputado a Cortes Luis Rodríguez de la Sierra Figueroa o el concejal y líder comunista tabaquero, Domingo García Hernández.

Los franquistas fusilaron a 123 canarios tras consejos de guerra, como el gobernador civil de Santa Cruz de Tenerife Manuel Vázquez Moro, su secretario particular Isidro Navarro López o el diputado grancanario Eduardo Suárez Morales. Fueron ejecutados destacados militantes obreros, como los 19 militantes anarquistas tinerfeños.

Durante la Segunda República las organizaciones sindicales combatieron duramente la precaria situación laboral y social de la clase obrera, generaron una fuerza social que plantó cara al poder hegemónico de quienes controlaban las instituciones y la economía canaria. La clase obrera organizada planteó una alternativa social y política a los que habían controlado el poder político e institucional canario durante décadas. Los propietarios se sumaron al golpe para defender sus intereses económicos, uniéndose a otros grupos reaccionarios para acabar con la 2ª República. Fueron activos colaboradores en las tareas represivas. Se integraron en organizaciones como acción ciudadana, dirigida por el herreño Anatolio de Fuentes, falange, y apoyados por guardias civiles y militares, llevaron a cabo la represión y los asesinatos con total impunidad.

Casi 8.000 personas padecieron torturas y vejaciones en los centros de detención de Fyffes y Gando durante la guerra. La represión fue también económica, social, laboral, cultural, moral. Los falangistas quemaron bibliotecas, extirparon la cultura, se generalizó el miedo. Los adeptos al nuevo régimen incautaron en su beneficio propiedades y bienes de todo tipo. El nuevo orden se había impuesto por la sangre y las familias de los represaliados sufrieron las repercusiones.

De las ciudades alegres, tranquilas y hospitalarias no quedó nada, se generó un ambiente huraño, receloso y esquivo, las miradas de odio hacían temblar. Republicanos y sus familiares, expresos políticos, fugados, perseguidos, emigraron a Venezuela en embarcaciones clandestinas, como el Estrella Polar o el Telémaco, en viajes míticos por la dureza de las condiciones de viaje y lo arriesgado de una huída que era la única salvación para sobrevivir.

La efervescencia política y cultural de los años 30 quedó desmantelada. El movimiento obrero fue desarticulado. Los sublevados de 1936 consiguieron todos sus objetivos. La muerte había glorificado su Cruzada y se había puesto fin a aquella breve experiencia democrática de la República. Aquella que en 1931 había sido acogida con esperanza e ilusión en las calles y plazas de las Islas.

Extracto del documento publicado en eldiario.es por Aarón León Álvarez


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