Franco sale, el franquismo se queda

Franco sale, el franquismo se queda:  Tras el anuncio de la salida de Franco del Valle de los Caídos, ninguna sorpresa. El PSOE, grandilocuente, que si un día que pasa a la Historia esto de mover los peronés del dictador de sitio. Hablando de Historia, ayer mismo, la vicepresidenta Carmen Calvo borraba de ella los centenares de crímenes franquistas durante la Transición. Fue una cosa ideal, “sin un solo roce de violencia, salvo ETA”, según declaró. Cuando todavía no habíamos salido de la estupefacción al escuchar a una socialista borrar los crímenes ultraderechistas –también culpa nuestra por sorprendernos– otra nueva sorpresa con la misma protagonista: el Gobierno sacará a Franco lo antes posible para que no interfiera en las elecciones, anunciaba la vice. Como si las campañas, las políticas y el propio PSOE en sí, no consistieran precisamente en agitar símbolos como este mientras se olvidan de lo importante.

Lo de Vox con el franquismo es como el chiste del bombero: te he reconocido por el casco y la manguera. Cabreo indisimulado en Vox hoy porque el nuevo franquismo –y eso les honra– consiste en no intentar disimularlo. Un consejo para Santiago Abascal y su honestidad brutal: que tenga cuidado porque, para las mudanzas, siempre se acaba enredando a algún amigo. No sea que en unos días se vea cargando cajas de huesos dirección El Pardo. Ciudadanos, por su parte, con la retahíla de siempre. La que enseñan en los carísimos cursos privados de dialéctica vacía. Que si en España hay cosas más importantes que hacer que sacar a Franco del Valle de los Caídos. Como, por ejemplo, seguir manteniendo a Franco en el Valle de los Caídos. Que si Franco ya está muerto y Pedro Sánchez –aplicando una ley aprobada en el Parlamento español, a propósito– quiere dividir a los españoles entre rojos y azules. Rivera, recordemos, acaba de pactar gobiernos con los azules, muy azules. En Cádiz, cuando alguien se enfada como Albert Rivera se ha enfadado hoy e intenta disimularlo, siempre se le imita con un “no estoy enfadado, pero me da coraje”. Bien. Pues a Rivera no le enfada oficialmente la salida de Franco del Valle, pero, digamos, le da bastante coraje. El PP, partido de Gobierno fundado por ex ministros franquistas, guarda silencio al respecto del Peroné Gate. Y hace bien. Para qué decir nada si lo de los ministros franquistas no es nada nuevo y, para cualquier novedad, ya está Vox para decirlo mejor y más alto. Que el problema de España no es Franco, sino el franquismo, es algo que debería tener claro hasta el abad del Valle de los Caídos. A propósito, de lo solo que va a sentirse ese hombre, nadie habla. No queda humanidad en este mundo.

La luz verde del Tribunal Supremo a que, por fin, Franco salga de su mausoleo es una buena noticia, de esas que llegan tan tarde que deja de ser legítimo celebrarlo. Con agachar la cabeza por haber permitido 44 años de genocidio homenajeado en un monumento público hubiera sido bastante. No hay nada que celebrar porque, como comprobamos a poco que se rasque, los huesos de Franco saldrán, pero el franquismo, como las manchas que no se limpian a tiempo, se ha quedado. Que el baile de huesos del dictador sea un asunto que genera más debate que los más de cien mil fusilados que aún siguen tirados en cunetas, explica bien la hipocresía typical spanish a la hora de mirarse al espejo. Diga lo que diga Carmen Calvo.


Fuente →  ctxt.es

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