CIPRIANO MARTOS JIMÉNEZ, COMUNISTA del PCE (m-l), MURIÓ en 1973 por INGESTIÓN de ÁCIDO SULFÚRICO, cuando era interrogado por la guardia civil de Reus

CIPRIANO MARTOS JIMÉNEZ, COMUNISTA del PCE (m-l), MURIÓ en 1973 por INGESTIÓN de ÁCIDO SULFÚRICO, cuando era interrogado por la guardia civil de Reus: Cipriano Martos Jiménez nació en Huétor Tájar (Granada) en 1942, en una familia Republicana de campesinos muy pobres, que había pasado una infancia de penurias en la posguerra. Los testimonios de familiares, amigos y compañeros de partido le describen como tímido, sensible, pacífico, bonachón. Él y sus hermanos fueron poco a la escuela, ya que desde pequeños trabajaron cuidando gallinas y de peones en el campo, donde empezó a los 11 años. Después fue jornalero en Morón de la Frontera, minero en Teruel, trabajador textil en Sabadell y Tarrasa y finalmente encofrador en Reus.

De ideas revolucionarias, pertenecía a Oposición Sindical Obrera, organización sindical del Partido Comunista de España (marxista-leninista), y el FRAP. Cipriano no entró a militar desde una fábrica, sino desde un centro cultural de los barrios periféricos de Sabadell, en este caso en Can Oriac, donde había una célula del PCE (m-l). Los camaradas de Cipriano le recuerdan por su firmeza, su compromiso y su generosidad. Quienes lo conocieron le guardan un cariño extraordinario.

En 1973 fue detenido por la guardia civil en su lugar de trabajo por repartir propaganda a las puertas de una fábrica textil, y realizar pintadas en Igualada. En la redada también fueron detenidos Pascual Carrilero y Rafael Falcón, trabajadores en Reus, y M. Teresa Feliu, Joan Miró, Ignasi Carnicer, Joaquim Masdéu y Joan Domingo, de La Selva del Campo. Cipriano no había cometido ningún delito de sangre.

Fue torturado durante 50 horas de intensos interrogatorio para que delatara a los dirigentes de la huelga de la construcción y a sus camaradas, pero no delató a nadie. El 27 de agosto, durante un interrogatorio, una mezcla de ácido sulfúrico y gasolina fue a parar a la garganta del detenido. Aunque no hay forma de conseguir pruebas fehacientes, la hipótesis “más plausible” es que le obligaron a ingerir el veneno. Fue salvajemente torturado, apaleado, ultrajado. El relato de algunos testigos es estremecedor. Sin estar recogido por ninguna ley, las fuerzas de seguridad del Estado tienen presunción de verdad, por lo que la versión de la guardia civil de que se trató de un suicidio, se aceptó sin más. Sin embargo, los argumentos para sustentar esta tesis son clamorosamente frágiles.

Ante su estado gravísimo, la guardia civil lo llevó al Hospital de San Juan de Reus. El 29 de agosto lo presentaron delante del juez, que no pudo tomarle declaración debido a la gravedad de sus lesiones, tenía la garganta abrasada por el ácido. Durante los 20 días que Martos pasó agonizando en la sala de beneficencia del hospital, estuvo vigilado en todo momento por la guardia civil, nadie avisó a la familia, nadie pudo verlo. Su madre y hermano lo intentaron, pero se lo impidieron los agentes; las súplicas de la madre fueron respondidas con insultos y patadas. Ni su abogado, Rafael Nadal ni el vicario de una parroquia de Reus que se interesó por él. Tuvo una atención médica insuficiente y la justicia no investigó.

El 17 de septiembre de 1973, Cipriano murió entre terribles sufrimientos con el aparato digestivo destruido. El acta de defunción ponía un lacónico: “causa de la muerte, hemorragia interna”. El régimen no dejó ver el cuerpo a la familia y no quiso que transcendiese el episodio. Fue un crimen atroz. Se decretó el secreto para evitar un escándalo nacional e internacional. El franquismo tenía mucha prisa en enterrar un caso incómodo que podía generar un brote de protestas. Consiguieron silenciarlo.

Cipriano Martos fue enterrado en secreto el 20 de septiembre de 1973 en una fosa común de beneficencia del cementerio de Reus. Lo más esperpéntico es que el funeral se certificó a nombre de su padre, José Martos, que no se desplazó debido a su grave estado de salud y no pudo autorizar el entierro de su hijo. Allí, el PCE (m-l) le erigió una losa de mármol. En 2014, Antonio Martos, hermano de Cipriano, interpuso una querella por este asesinato ante un juzgado argentino a cargo de la juez María Romilda Servini. El 30 de agosto de 2016, por orden de dicha juez, el juzgado n.º 4 de Sabadell tomó declaración a Antonio Martos en el marco de la «querella argentina contra los crímenes del franquismo»

Fue uno de tantos casos de tortura y asesinato, y en la España de hoy, a pesar del tiempo transcurrido, la impunidad y la negativa del Estado de investigar y juzgar a los responsables políticos y materiales de aquella represión, los hace cómplices. No podemos hablar de una España democrática hasta que se juzgue a los culpables y se repare a las víctimas.


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