Miles de republicanos españoles fueron entregados por los franquistas a los campos de exterminio nazis:


Miles de republicanos españoles fueron entregados por los franquistas a los campos de exterminio nazis: A partir de febrero de 1939 cerca de medio millón de Republicanos, cruzaron la frontera francesa huyendo de los franquistas. La Gestapo y la policía franquista colaboraron en 1939 y 1940, con total impunidad en Francia, en la captura de líderes Republicanos exiliados. Muchos Republicanos se enrolaron en la resistencia contra los nazis. Un gran número cayeron presos. El Régimen franquista negoció con los nazis y los colaboracionistas de Pétain el traslado de todos ellos a campos de concentración donde debían ser exterminados.

El 25 de septiembre de 1940, Ramón Serrano Suñer, ministro del Interior y después de Asuntos Exteriores franquista, jefe de la Falange, informó a Himmler y Heydrich, jefe del Departamento Central de Seguridad del Reich: “Mi gobierno no considera españoles a esos sujetos. Son mercenarios apátridas al servicio de los franceses. Hagan con ellos lo que consideren más conveniente”. Heydrich difundió una orden que materializaba la estrecha colaboración entre Franco y Hitler, deportando a casi 10.000 republicanos españoles a los campos de concentración y exterminio nazis de Buchenwald, Dachau, Oranienburg, Flossenburg, Auschwitz, Neuengamne, Bergen-Belsen, Natzweiler, Neuengamme, Sttuthof, Sachsenhausen, Gross-Rosen, Aurigny, Guernesey, Neu Bremmy, Mauthausen, y el espantoso campo de mujeres de Ravensbrück (1 y 2). El régimen franquista compartió y colaboró también en la estrategia represiva con los nazis, en la suerte que corrían los miles de judíos sefardíes perseguidos en toda Europa. Alemania y España eran la misma cara de una única moneda. Desde 1940 a 1944, de forma continuada Republicanos españoles fueron detenidos por la policía francesa y la Gestapo y conducidos a los campos.

Un caso de excepcional gravedad fue el convoy del campo de Les Alliers: El 20 de agosto de 1940, un tren cargado exclusivamente con 927 Republicanos españoles, no judíos, hombres, mujeres ancianos y niños, partió de Angulema a Mauthausen, donde solo recibían hombres. Las familias fueron brutalmente separadas. 470 hombres y jovenes mayores de 14 años internados en el campo. Las 457 restantes mujeres y los pequeños, fueran enviados a España, donde los franquistas los encerraron en prisiones, y los sometieron a fuerte represión y persecución.

Los españoles que entraban en Mauthausen, eran informados por el director del campo Frank Ziereis, que no saldrían por la puerta, sino por la chimenea del crematorio. Era uno de los campos más crueles del sistema de concentración y aniquilación del nazismo. Los gritos de los guardias, los ladridos de sus perros, empujones, insultos, palos, culatazos, lluvia de golpes. Las humillaciones, desnudarles en público sin condiciones higiénicas, duchas con agua helada, rapados, traje de rayas, un número con un triángulo azul (apátridas) con una gran S de spaniers (españoles rojos). Alojados en barracones atestados, dormían en colchones llenos de piojos.

Jornadas de trabajo de más de 10 horas cargando piedras pesadas en la cantera de granito. Si flaqueaban, se desmayaban, sufrían palizas. Los SS despeñaban por un precipicio de 50 metros a los más débiles. Muchos Republicanos Españoles murieron allí. Las chimeneas estaban siempre en funcionamiento, el olor a carne quemada era insoportable. Las enfermedades eran frecuentes, muchos morían por la sarna, tuberculosis, disentería o tifus.

A los españoles se les aplicó el decreto “noche y niebla”, nadie tenía que salir vivo. Les hacían formar durante horas, de madrugada, lloviendo, nevando, con chanclas rotas, sin calcetines. Colocados en caballetes recibían vergajos en las nalgas desnudas, inyecciones de benzina en el corazón, fusilamientos con música de orquesta, prisioneros devorados por los perros, hornos crematorios echando humo todo el día. Un carro recogía a diario con unas tenazas a los muertos y los metía como sardinas en lata. La alambrada electrificada de 5.000 voltios era la única salida para los más desesperados.

Los Republicanos Españoles perdieron la vida de todas las formas imaginables: fusilados, apaleados, gaseados, ahorcados. La mayoría pereció por un cóctel letal de hambre, trabajo esclavo y unas condiciones sanitarias deplorables que provocaban todo tipo de enfermedades. El hambre era una obsesión, muchos murieron por desnutrición. Los presos eran alimentados con un trozo de pan, rancio, mohoso, una sopa de cáscaras de patatas o cebolla. Eran muertos en vida, los presos perdían la noción de la realidad, adelgazaban brutalmente. Muchos sufrieron experimentos médicos terribles. Eran visitados por agentes franquistas que buscaban presos para ser extraditados a España.

Hay constancia documental de que 9.328 Republicanos españoles estuvieron recluidos en los campos de concentración nazis. De ellos murieron 5.185, sobrevivieron 3.809 y figuran como desaparecidos 334. En Mauthausen fueron encerrados 7.532, de los que murieron 4.816. La mayoría de ellos, 3959, perecieron en Gusen, cerca de Mauthausen, donde había 5.266 españoles. Dachau y Buchenwald recibieron a unos 1.100 españoles de los que, al menos, 500 murieron o fueron dados por desaparecidos. Mauthausen y sus subcampos fueron liberados el 5 de mayo de 1945. Fue el español Jesús Tello Gómez quien derribó la estatua del águila y cruz gamada que presidía la entrada del campo de concentración de Mauthausen.

Existe una clara e inequívoca responsabilidad del régimen franquista, que cometió crímenes contra la humanidad fuera del Estado español, al autorizar la deportación y asesinato de miles de republicanos a los campos nazis. La figura jurídica de crímenes contra la humanidad aplicada a los dirigentes nazis en el juicio de Nuremberg se hace extensiva a la dictadura franquista. Estas atrocidades no han sido juzgadas debido a la impunidad que se creó en España a partir de la transición, y de la que fueron cómplices las fuerzas políticas que establecieron un pacto de silencio en torno a la represión franquista.

A pesar del olvido al que les sometió el régimen de Franco, los presos republicanos españoles obtuvieron su reconocimiento. En 1969 se levantó un monumento en memoria de los Republicanos Españoles en el cementerio parisino de Pére Lachaise. En 1977 se colocaron placas que les recordaban en campos como Mauthausen y Ravensbrück. Ni un solo monumento honra su memoria en España, ni la más mínima conciencia de haber tenido ese macabro privilegio histórico.




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