Maestra, comunista, asesinada en León, fusilada por el  franquismo en 1941

GENARA FERNÁNDEZ GARCÍA, maestra, COMUNISTA, ASESINADA en León por fusileros franquistas en 1941: Genara Fernández García nació en 1903 en Cirujales (León). Estudió Magisterio en León aprobando las oposiciones en 1930. Uno de sus primeros destinos fue la escuela de niñas de Soto de Valdeón, también impartió clase en Orallo. En 1936 consiguió destino en su pueblo natal, Cirujales, la escuela en la que era maestra hoy ya no existe. Estaba afiliada al Partido Comunista de España desde abril de 1936 y a la Atea, Asociación de Trabajadores de la Enseñanza, desde 1934. En el verano de 1936 huyó a Asturias al producirse el golpe fascista, cuando las tropas nacionales tomaron la comarca de Omaña.

En octubre fue apartada del magisterio; en el borrador del expediente de depuración, que se guarda en el archivo del IES Padre Isla, se le acusa de pertenecer a la FTE, ser vocal del Comité de Izquierdas y del Frente Popular, permitir un mitin comunista en la escuela, hacer propaganda antipatriótica y de tener mala conducta «profesional y moral». «Está huida, se supone con los rojos», concluye el informe.

En agosto de 1937 regresó a León después de intentar huir en un barco interceptado por las tropas nacionales. En la capital se encontró con Pilar Bobis, una antigua compañera de los exámenes de ingreso. Le comentó que andaba en busca de trabajo porque el régimen franquista le prohibía ejercer su profesión. La amiga la recomendó como institutriz para sustituirla durante las vacaciones de verano. Después fue recomendada por el doctor Emilio Hurtado al dueño del cine Mary, donde tuvo que ganarse la vida como taquillera.

Hasta el 16 de diciembre de 1939 vendió entradas para numerosas películas. Cuando a las 11.30 horas de la noche cerró la caja no sabía que iba a empezar para ella una película con final trágico. Los pasos de Genara se encaminaron hacia la iglesia de San Marcelo, donde depositó en un banco 2 paquetes sin desatar de «panfletos subversivos». En ellos se “coló” un papel con su nombre, ni al guionista más imaginativo se le habría ocurrido. Fue detenida el 17 de diciembre de 1939 y encarcelada en la prisión provincial de León el día 20 con un informe que decía: «Para desempeñar cargos tiene aptitud, pero no es persona de confianza para el nuevo estado español».

En febrero de 1940 se celebró el consejo de guerra. Todas las ‘pruebas’ la condenaban, aquellos pasquines tenían el «decidido propósito de desprestigiar el movimiento nacional, perturbar el orden público y sembrar el descontento en las clases trabajadoras», dijo el tribunal. Esta fue la prueba, la coartada del régimen para condenarla a muerte por un delito de “rebelión militar”. En el informe se incluía que “huyó al frente asturiano al tomar la comarca las tropas nazionales, trabajó para los servicios de inspección educativa de la zona republicana. Se la conoce aquí con el apodo de la ‘Pasionaria’ por su afán de intervenir, chillar y propagar y ser acaso la única mujer afiliada a partidos de izquierda. Su conducta era mala en lo policial, regular en la vida pública y lo mismo en la privada y muy mala en la religiosa: Hace propaganda contra las ideas religiosas diciendo que todo eso era una farsa”.

Genara, tachada de «mujer peligrosa», fue trasladada desde la prisión de León a Santa Cruz de Tenerife en octubre de 1940. Tan solo 4 meses después retornaban a la presa a la prisión de Valladolid hasta el 26 de marzo que fue trasladada a León. El 2 abril, el gobernador militar enviaba al director de la prisión de León esta misiva: «Sírvase entregar a la detenida Genara Fernández García, al oficial encargado del piquete de ejecución, a fin de que sea pasada por las armas en el Campo de Tiro de Puente Castro, a las 6 horas y 30 minutos del próximo día 4 de los corrientes. León 2 de abril de 1941.

En la amanecida del 4 de abril de 1941, cuando Genara Fernández García estaba delante del pelotón de fusilamiento gritó: «¡Viva Rusia!». Luego sonó la ráfaga mortal y su cuerpo cayó al suelo. En la causa del fallecimiento se anotó la consabida «parálisis cardíaca» que sobrevenía a las personas con unos tiros encima.


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