'¿Qué fue la Segunda República?'


'¿Qué fue la Segunda República?': Carlos Fernández Liria | Silvia Casado Arenas | infoLibre publica un extracto de ¿Qué fue la Segunda República?, el ensayo divulgativo de Carlos Fernández Liria y Silvia Casado Arenas publicado por Akal con las ilustraciones de David Ouro. En este libro, que lleva como subtítulo Nuestra historia explicada a los jóvenes, el filósofo y la historiadora se proponen contar a preadolescentes y adolescentes lo que supuso la primera experiencia democrática de España. Los autores dicen querer huir del "relato triste, conflictivo e irresoluble" de aquellos años, construido para "mitigar (y aun a veces justificar) los 40 años de dictadura de Francisco Franco", y por ello se centran en el entusiasmo y el compromiso popular que conllevó, así como en los no pocos avances sociales que alentó. 

Este volumen se edita en la estela de ¿Qué fue la Guerra Civil?, publicado por los autores en 2017 en gran medida como respuesta a La Guerra Civil contada a los jóvenes, un título de Arturo Pérez-Reverte que también se proponía explicar a los adolescentes lo ocurrido. Fernández Liria y Casado Arenas percibieron en esa narración un relato "equidistante" que igualaba "víctimas y verdugos", y frente a él destacaban aspectos como la oposición de la oligarquía española a la República, la intervención de Alemania e Italia en la contienda o la represión tras la guerra. Este libro, que le precede históricamente, vendría a ser su segunda parte. 

La Segunda República en la memoria de los españoles

La Segunda República fue un periodo democrático emplazado entre dos dictaduras, la de Primo de Rivera y la de Franco. Las derechas de este país nunca habían querido la democracia y en la República vieron una amenaza para sus intereses e hicieron todo lo posible para acabar con ella, hasta que finalmente lo lograron mediante un golpe de Estado, una guerra civil y cuarenta años de una dictadura criminal, que arrebató la vida y las esperanzas a millares de personas.

Para los españoles, y para el mundo entero, la Segunda República será siempre un símbolo de la democracia y de la resistencia contra el fascismo y el totalitarismo. Sin embargo, ahora que se cumplen ochenta años del inicio del exilio republicano todavía estamos esperando un homenaje oficial para todos estos heroicos demócratas.

Cuarenta años son muchos años, capaces de borrar la memoria de toda una generación. Ello se logró, además, mediante una represión sin límites y mediante la creación de falsos mitos sobre la República que todavía hoy se repiten con la intención de justificar el golpe de Estado y la posterior dictadura.

Uno de estos mitos consiste en ligar la experiencia republicana con la Guerra Civil, algo que encontramos todavía en muchos libros de texto de los que se estudian en la escuela. Durante la dictadura se responsabilizó a la República, y en particular a la izquierda obrera, de ser la causante de la Guerra Civil, hasta el punto de acusar de «rebelión» a los que, en realidad, no hicieron otra cosa que defender la legalidad democrática. Se demonizó de tal manera a los republicanos, al tiempo que se los reprimía con violencia, que muchas familias se sumieron primero en el silencio y luego en el olvido. Muchas llegaron incluso a convertirse al franquismo para poder sobrevivir. La manipulación de la memoria, sirviéndose de la escuela y de la influencia de la Iglesia católica, acabó transformando la mentalidad de la población, que pasó de la alegría republicana a volverse clasista, machista, beata y racista. Solo existieron los vencedores y sus mártires. Mucha de la documentación relativa a la República desapareció.

Pero, la Transición española tampoco hizo nada por recuperar la memoria republicana. Enseguida quedó claro que el eje que vertebraría el final del franquismo sería la monarquía que el propio Franco había instaurado, nombrando al nieto de Alfonso XIII como su sucesor. El regreso a la república jamás estuvo sobre la mesa. Más bien, se alimentó una especie de amnesia colectiva. Jamás se intentó una reparación ni tampoco una conmemoración de los represaliados republicanos. Al contrario, los distintos gobiernos de la Transición (sobre todo los del PSOE, porque en eso el presidente Adolfo Suárez fue mucho más comedido) se aplicaron en idealizar la monarquía. Más todavía tras el intento de golpe de Estado del 23F, que permitió al monarca pasar por un defensor del orden constitucional. Por supuesto, se intentó hacer el menor hincapié posible en la historia de los borbones en España, jalonada de corrupción, traiciones y todo tipo de ignominias, a los que hay que recordar, se le expulsó en dos ocasiones de España, una con Isabel II y otra con Alfonso XIII. De lo que se trataba era de limpiar el honor de la monarquía, algo que solo podía hacerse sepultando en el olvido la experiencia republicana, llegando incluso a cargarla con la responsabilidad de la Guerra Civil.

Aun así, y tal y como ya recordamos que decía el filósofo Kant al comienzo de este libro, la idea de república no se podrá borrar jamás del corazón de los seres humanos, pues es la meta irrenunciable de cualquier proyecto político que se quiera a sí mismo verdadero y justo. La idea, en suma, de una sociedad de hombres libres, iguales y fraternos, en la que los que obedecen la ley sean al mismo tiempo colegisladores, de modo que, al obedecerla, no obedezcan a ningún amo que no sean ellos mismos. Los hombres y mujeres que, en España, participaron en el primer proyecto demócrata republicano de España y que, luego, lucharon hasta la muerte por defenderlo, son, en este sentido, funcionarios de la Humanidad. Y jamás podrán ser olvidados.

Fuente → infolibre.es

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