El origen del orgullo LGBT: Stonewall Inn

El origen del orgullo LGBT: Stonewall Inn: En el 53 de Christopher St., en Greenwich Village, se sitúa el Stonewall Inn. En él, en 1969, prendió la chispa que incendió el orgullo. El Stonewall, conocido bar de ambiente neoyorkino fue el escenario donde se iniciaron los disturbios que dan origen a una de las reivindicaciones actuales más multitudinarias. En este artículo os contamos cuales son los orígenes del orgullo y que se reivindica en él.

Antes de Stonewall

Era la noche del 27 al 28 de junio de 1969, en Nueva York. La policía allanó el Stonewall Inn, un bar de ambiente en Greenwich Village. Esto no era inusual: las redadas policiales en bares “homosexuales” eran comunes en Nueva York y otras ciudades americanas en los años 1960. Esta vez, sin embargo, los clientes del bar contraatacaron en lugar de soportar pasivamente la humillación de la policía. Su respuesta inició un motín que se alargó durante dos noches y cuyos ecos resuenan en la actualidad. Los disturbios de Stonewall son típicamente vistos como la chispa de la liberación LGTB, un punto de inflexión en la historia de la vida del colectivo (Teal, 1971)

Los disturbios de Stonewall se consideran uno de los hechos más relevantes de los movimientos por los derechos civiles. Supone un hito fundacional para el colectivo LGTB, puesto que con la celebración de su aniversario comenzaron las celebraciones del Orgullo. Pero para comprender por qué la noche del 28 de junio de 1969 saltó la chispa en el Stonewall Inn, es necesario contextualizar en qué punto se encontraban no solo los derechos sino las reivindicaciones sobre los mismos.

Stonewall supone uno de los hitos fundacionales de la lucha por los derechos LGTB, pero fue fruto de las tensiones generadas en una coyuntura concreta. Durante las décadas anteriores (1950 y 1960), los gays y lesbianas de EEUU, al igual que en otros muchos contextos, se enfrentaban a un sistema legal punitivo contra ellos. En contra de ese sistema hostil hacia el colectivo se posicionó, desde la segunda mitad del siglo XIX, lo que se conoce como primer movimiento homosexual que buscaban la despenalización del colectivo. Se extendieron hasta el siglo XX, aunque desaparecieron por completo con la ascensión del fascismo y el nazismo en la década de 1930.

Herederos de este primer movimiento fueron los primeros grupos homófilos. El movimiento homófilo surgió en Europa Occidental y EEUU después de la Segunda Guerra Mundial. Comprendió, aproximadamente, desde 1954 hasta finales de la década de los 60, cuando los disturbios de Stonewall supusieron un cambio de paradigma para las reivindicaciones del colectivo LGTB.

Su nombre, “homófilo” pretendía ser una alternativa a la palabra homosexual, para enfatizar lo afectivo frente a lo sexual. Este término fue empleado en publicaciones y actos reivindicativos de la época, por lo que de manera colectiva comenzaron a denominarse movimiento homófilo. Pretendían, con ello, alejarse del estereotipo de promiscuidad que recaía sobre el colectivo en esos momentos, estrechamente relacionado con la prostitución. Buscaban que su orientación sexual se relacionase con cuestiones afectivas y conseguir la aceptación social. Dentro de estas organizaciones puede destacarse, por ejemplo, la Sociedad Mattachine, formada por hombres gays que habían estado aislados en el ejército. Si la Sociedad Mattachine nació en 1953, pocos años después varias mujeres, en San Francisco, formaron una sociedad similar para mujeres lesbianas, Daughters of Bilitis.

Tanto el término como el propio movimiento comenzaron a disolverse con la emergencia del movimiento de liberación gay a finales de los 60 y principios de los 70. Esa emergencia tiene como punto de partida, precisamente, los disturbios en el Stonewall Inn.

Stonewall Riots: la chispa de la liberación

Los disturbios en el bar Stonewall, que se extendieron a todo Greenwich Village, supusieron el punto de inflexión en la lucha por los derechos de la comunidad LGTB de todo el mundo. Se desencadenaron la madrugada del 27 al 28 de junio de 1969 como reacción a una redada policial en el Stonewall Inn. Stonewall se ha convertido en un lugar de memoria para el activismo LGTB puesto que, a pesar de no ser ni los primeros ni los últimos motines en reacción a la opresión policial supusieron el catalizador de una serie de protestas insertas dentro de una coyuntura muy concreta.

A pesar de las reivindicaciones pacíficas de los grupos homófilos, los últimos años de la década de 1969 fueron especialmente agitados a nivel político y social. Es el momento de eclosión del movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos, el movimiento hippie, el feminismo, las manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam, etc. En definitiva, se atravesaba un momento en que los movimientos contraculturales y reivindicativos estaban en alza.

Sumado a ese clima de reivindicación, Greenwich Village era conocido por ser el barrio de residencia de buena parte de la población homosexual, sobre todo desde el final de la II Guerra Mundial. Fue también el lugar de origen de la denominada como generación beat de poetas. Era allí donde se concentraban los pocos establecimientos a los que podían acceder las personas abiertamente homosexuales. Generalmente, se trataba de bares, muchos de ellos propiedades de mafias. Estos se convirtieron en lugares de socialización para las personas más marginadas no sólo de toda la sociedad, sino de la comunidad LGTB: personas transgénero, drags, extranjeros, personas que ejercían la prostitución o jóvenes sin techo.

El Stonewall Inn en septiembre de 1969. En el cartel de la ventana: «Nosotros los homosexuales rogamos a nuestra gente que por favor colaboren para mantener una conducta tranquila y pacífica en las calles del Village»
Las reivindicaciones de Stonewall no tuvieron solo un carácter antihomófobo, sino que hicieron frente a cuestiones relacionadas con el género (pues buena parte de los activistas que protagonizaron los disturbios eran personas trans, en gran medida mujeres), con el racismo o con cuestiones de clase. Se trata de la reacción contra la represión de personas que habían habitado los márgenes de las ya de por si limitadas y pequeñas comunidades LGTB hasta el momento.

Además, la Ley Seca había supuesto un reclamo hacia los sitios de ambiente, puesto que el hecho de consumir alcohol se había convertido en una ilegalidad, al igual que buena parte de lo que ocurría en esos locales. La alta demanda de alcohol provocó que la ciudad se llenase de locales de ambiente, siendo las autoridades incapaces de cerrarlos todos. A principios de los 60 se volvió a abrir la veda de alcohol, pero comenzaron las redadas. Policías (encubiertos o no) irrumpían en los locales con el fin de arrestar a la mayor cantidad posible de gays, lesbianas o personas transgénero. No obstante, prácticamente ninguno de estos locales tenía propietarios que formasen parte del colectivo. La mayoría era propiedad de la mafia italiana, los cuales llevaban a cabo prácticas abusivas hacia sus clientes a la vez que sobornaban a la policía para intentar evitar las redadas.

El Stonewall Inn era uno de esos locales: prácticamente ilegal, en manos de la mafia, sin licencia para vender alcohol ni agua corriente. Sin embargo, era el único local de ambiente en Nueva York donde se permitía bailar. El acceso estaba restringido por un portero y, además, los clientes debían firmar para hacer constar que eran miembros de un club privado. Raramente lo hacían con sus nombres reales. A pesar de todas estas cuestiones, el Stonewall Inn era el bar de ambiente más popular de la ciudad, al que acudían desde buena parte de la comunidad LGTB de la ciudad hasta drags, jóvenes sin techo, y una proporción de blancos, negros y latinos similar. Todo ello provocaba que las redadas fueran continuas. La mayoría de las veces, la mafia sabía de estas redadas y las planificaba, con el objetivo de poder continuar la noche tras ellas.

Cuando la policía intervenía, se encendían las luces y se identificaba a los presentes. Los que no podían identificarse o iban vestidos con ropa que no correspondía a su género eran arrestados. Muchas mujeres trans y drags se identificaban con su identificación militar. Sin embargo, durante las semanas anteriores, las redadas se habían incrementado tanto en el Stonewall como en otros clubs del Greenwich, algunos incluso clausurados.

Cerca de la 1:20 de la madrugada del sábado 28 de junio de 1969, seis policías (cuatro de ellos de paisano) interrumpieron en el Stonewall. Sin embargo, la identificación no ocurrió como de costumbre. Esa noche, las mujeres trans se negaron a ser identificadas y cacheadas para comprobar su “verdadero” sexo. El resto empezó a negarse a identificarse. La sensación de tensión se incrementó. Además, los policías comenzaron a cachear a algunas mujeres de manera inadecuada.

La policía decidió requisar el alcohol del local. Los clientes que no habían sido arrestados fueron expulsados del bar, pero en lugar de disolverse como en otras ocasiones, se quedaron frente al local, donde comenzó a agruparse una muchedumbre que en pocos minutos concentraba casi 150 personas. Algunos clientes, por otra parte, empezaron a burlarse de la policía haciendo el saludo militar. Los refuerzos se retrasaban y mientras la policía detenía a los empleados e introducía a los miembros de la mafia a los coches patrulla.

En esos momentos, comenzaron los gritos que reivindicaban gay power y el ambiente empezó a caldearse en las inmediaciones del Stonewall. Un agente empujó a una de las mujeres trans que allí se agolpaban, la cual respondió golpeándolo con el bolso en la cabeza mientras los asistentes abucheaban. Y comenzaban a arrojar botellas al coche de policía. Respondían no sólo a esa agresión, sino al rumor de que los clientes que continuaban dentro estaban siendo agredidos.

Se inició, además, una pelea cuando una mujer esposada intentó deshacerse de los policías tras haberse quejado de la presión de las esposas. Esa mujer, cuya identidad es desconocida aún hoy, animó a la muchedumbre que allí se concentraba a actuar. Cuando la metieron en el coche de policía, la chispa se prendió definitivamente en el Stonewall.

Pronto la prensa comenzó a llegar al Stonewall y la noticia se extendió por Greenwich Village. Incluso había corrido el rumor de que los disturbios se habían organizado por parte de los Black Panther. Durante el 29 de junio comenzaron a aparecer pintadas en las paredes del bar: Support gay power o Drag Power eran algunas de ellas. Con un Stonewall Inn chamuscado, por la noche los disturbios se reavivaron de forma mucho más violenta que la noche anterior. Pero, además de disturbios, los manifestantes sacaron a las calles su afecto, de manera pública.

Miles de personas se congregaron frente al Stonewall Inn, que había abierto de nuevo. Entre ellas se encontraban Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson, dos de las figuras más conocidas de los disturbios en Stonewall. Los disturbios escalaron esa noche, puesto que se quemaron coches de policía y acudieron los antidisturbios. Cuando la policía intentaba detener a alguno de los manifestantes, el resto de las personas que allí se agolpaban intentaban evitarlo. Los disturbios se extendieron hasta la madrugada. Fue una madrugada relatada por, entre otros, el poeta beat Allen Ginsberg.

Durante los días siguientes la actividad en el Greenwich fue menos continuada, aunque los residentes del barrio y la policía mantuvieron algunos altercados. El barrio se llenó de panfletos que decían “Sacad a la mafia y a los policías de los bares gay”. Sin embargo, a pesar de que buena parte del colectivo había formado parte de los disturbios, una parte de este no los consideró positivos. Muchos miembros de la Mattachine Society se mostraron en desacuerdo con la violencia y con el hecho de que los manifestantes se exhibieran afectivamente.

El miércoles, The village voice publicó reportajes sobre los disturbios en los que se definía a los participantes como afeminados y locas, por lo que un grupo de gente volvió a salir a las calles de Greenwich Village para manifestarse contra el periódico. Ente 500 y 1000 personas volvieron a enfrentarse de nuevo con la policía en una batalla callejera que se saldó con la detención de cinco manifestantes.

Sin embargo, aunque los disturbios se sofocaron, habían prendido la chispa no solo en la calle. También lo habían hecho en las mentalidades. Incluso dentro de la Mattachine Society tomaron la determinación de mostrarse públicamente y de adoptar dinámicas más reivindicativas. No obstante, sus formas de protestar resultaban demasiado tímidas para muchos de sus miembros. Reconocieron el cambio de actitud en un boletín que titularon The Hairpin Drop Heard Around the World (La horquilla cuya caída se escuchó en todo el mundo). Las formas de protesta apocadas de la Mattachine Society comenzaron a quedarse cortas para un colectivo LGTB que se había posicionado frente a la policía cuando esta vulneraba sus derechos.

Como consecuencia de esto, nació el Gay Liberation Front, primera asociación que usaba la palabra gay y que se posicionó desde el primer momento como organización reivindicativa. Se sumaron a las acciones de los Black Panther y a otras reivindicaciones de la Nueva Izquierda Estadounidense, pero se disolvieron pronto por desacuerdos internos. Sin embargo, algunos de sus miembros organizaron acciones como bailes para parejas homosexuales, actos solidarios o debates sobre cuestiones de actualidad del momento. A finales de 1969, algunos ex miembros del Gay Liberation Front organizaron la Gay Activist Alliance.
Marchas del Gay Liberation Front, 1969
Sin embargo, las redadas en bares de ambiente continuaron y, con ellas, las manifestaciones del colectivo LGTB que, desde Stonewall, se habían convertido en un movimiento imparable de transformación.

Stonewall: memoria y reivindicación

Stonewall marcó un antes y un después en la historia del colectivo LGTB. El 28 de junio de 1970, durante el primer aniversario de los disturbios, se celebró el día de la Liberación de Christopher Street. Fue la primera marcha del Orgullo de la historia, la cual recorrió 51 manzanas, hasta Central Park. En paralelo, se realizaron marchas en Boston, Dallas, Londres, París Oeste y Estocolmo.
Primera conmemoración de Stonewall. NY, 1970.
Los disturbios de Stonewall habían supuesto un cambio fundamental. De algún modo, cristalizaron el rechazo hacia ciertos comportamientos desde el poder, que llevaba años vulnerando los derechos del colectivo LGTB. Supone un hito en la memoria del colectivo, un mito fundacional. Marcaron un punto de inflexión que condujo incluso al rechazo de muchos aspectos de la subcultura gay y lésbica previa, que tiene su reflejo en productos culturales como la literatura pulp gay.

Los disturbios de Stonewall se convirtieron en el centro, en el catalizador de la memoria colectiva LBTG. Otros eventos de corte similar, sin embargo, no tuvieron ese mismo poder. No lo hicieron redadas similares en San Francisco, Los Ángeles o dentro del mismo Nueva York durante los años sesenta. Los disturbios de Stonewall suponen una fecha clave a nivel mundial porque se convirtieron en lugares de memoria, recordados por ser los primeros lo suficientemente fuertes para dejar huella en la memoria colectiva (Armstrong y Crage, 2006).

Sin embargo, la historia no puede entenderse como hechos aislados. Si Stonewall se ha convertido en el lugar de memoria que se mencionaba es porque ocurrió en una coyuntura concreta y no antes ni en otro lugar. Fue, como tantos otros hechos históricos, el resultado de complejos procesos que desembocaron en ese tiempo y lugar (Armstrong y Crage, 2006). Fueron las conmemoraciones anuales de Stonewall las que asentaron la celebración del Orgullo. También las que lo extendieron por todo el mundo. La historia de Stonewall es, por tanto, no sólo el origen de la celebración del Orgullo, sino un logro de la liberación LGTB.

banner distribuidora