Los deportados republicanos no cayeron por el rey

Los deportados republicanos no cayeron por el rey: Intentar hacer homenajes a los republicanos españoles con la bandera que los mandó al patíbulo y en nombre de los herederos de sus verdugos, no puede salir bien. Es más, no puede salir bien mientras Franco esté en el Valle de los Caídos.

En las últimas 48 horas, se ha vivido en España una gran polémica a raíz de un acto en honor a las víctimas del campo de Mauthausen organizados por el Amical de Mauthausen a raíz de la intervención de la historiadora Gemma Doménech, directora de Memòria democràtica de Catalunya de la Generalitat de Catalunya y el desplante protagonizado por la Ministra Delgado. En primer lugar, es importante recordar que los lugares de memoria pública son espacios discutidos y la confrontación y los intentos de usos torticeros de la historia son habituales.

Insignia de la División Azul. Esta bandera luchó bajo las órdenes de Hitler

Por esa razón, existen cauces oficiales para presentar este tipo de quejas. En este caso, el Amical es la organización que reúne a los supervivientes españoles del campo de Mauthausen que, a su vez, integran el Comité Internacional de Mauthausen que forma parte del patronato del Memorial. Si se ha ofendido a las víctimas o éstas se sienten utilizadas, este es el lugar para dirimir dichas disputas. El gobierno de España o El País no tienen ninguna autoridad sobre dicha institución y deberían entenderlo para comportarse correctamente en público. Las víctimas tienen sus propios representantes y sólo ellas pueden sentirse ofendidas.

Sin embargo, la prensa española se ha arrogado dicho papel y ha condenado a Doménech por ultraje a los caídos por España o crimen similar. Esta sobreactuación, por otra parte, ha servido para poner el foco en la comitiva de Delgado. Si Raul Romeva inauguró una placa homenaje en el nombre de la Generalitat hace dos años y dicha institución participaba en la nutrida expedición al campo y llevaba sus propios músicos, la ministra iba sola con personal de la embajada portando una inapropiada bandera monárquica con ellos. Es decir, la comitiva organizada por la Generalitat era más vistosa y contaba con más recursos. Esas cosas, ciertamente, duelen a los políticos.

La razón de esta diferencia, paradójicamente, estriba en el fracaso de ZP y su ley de Memoria Histórica, porque el intento de reconstruir una memoria pública democrática en España y Catalunya empezó a la vez, fue una iniciativa del tripartit catalán que implicó a ICV, ERC y el PSC e impulsaron los Memoriales democráticos catalanes. Dichas instituciones, durante estos años, han desarrollado convenios con el Amical y han ayudado a regenerar una política cívica en Catalunya que corta con su pasado franquista y es una de las razones de su actual desconexión con España. Por el contrario, ZP fracasó y no pudo impulsar este tipo de políticas y el R78 ha seguido presentándose como lo que es: un régimen deudor y legitimado por el franquismo.

Monumento a los caídos de la División Azul. Cementerio de la Almudena. Autor: De Edescas – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0

Como es evidente, hacer un homenaje a las víctimas republicanas mientras el dictador descansa en el Valle de los Caídos no es admisible. No puede haber dos lugares de cultos para los dos bandos de la Guerra Civil, porque eso implicaría aceptar una equidistancia que legitima el nazismo. Esto, como ya han señalado muchos historiadores, chocaría frontalmente con las políticas públicas de memoria que se impulsan desde la Unión Europea.

Sin embargo, estas han sido las políticas en España que alcanzan su grado más difícil de justificar en los homenajes a la División Azul, como ha señalado el historiador Seixas. Es más, la gran mayoría del público español no entiende de estas cuestiones y cree que esta equidistancia es correcta y que el trato dado da las víctimas españolas del nazismo es correcto u homologable al resto de Europa, cuando es justo lo contrario. Somos una excepción. Incluso países colaboradores con el nazismo como Hungría o los países bálticos esconden este tipo de homenajes y reconocimientos de forma soterrada y no alcanzan el grado de publicidad que el R78 les concede. El grado de respaldo oficial y reconocimiento que tienen en España nos singulariza. El colaboracionismo con los nazis fue común en Europa, pero sólo en España es homenajeado oficialmente.

En este sentido, es sintomático el orgullo mostrado por la placa que hizo colocar el rey en febrero de 1978 en el campo de Mauthausen. Dicha placa, cuyo texto reza: “España a sus hijos caídos en Mauthausen” parece adecuada para la mayoría del público español. Obviamente, esas víctimas no cayeron en combate. Como cualquiera que haya estudiado historia o haya leído Los años rojos de Mariano Constante sabe, la mayoría de los deportados a Mauthausen eran exiliados republicanos que combatieron en la Legión extranjera francesa y fueron capturados por los alemanes y se les negó su condición de soldados. Si hubieran sido soldados, si hubieran caído por su país, no habrían terminado en un campo de exterminio. Pero, además, Serrano Suñer les negó la nacionalidad y los condenó a los campos de exterminio. El gobierno franquista les retiró la nacionalidad. No sé por qué causa murieron, pero, por España, fue del todo imposible. En todo caso, murieron por la república, la libertad y/o la igualdad.

Lápida que mandó colocar el rey Juan Carlos I, aunque no se molestó ni en acudir a aquel paripé
Sin embargo, esta lápida, que debería producirnos vergüenza, es todavía más ignominiosa, porque ,como explica el periódico La Vanguardia en su crónica, fue colocada por el Rey a título personal para blanquear su monarquía que todavía no era un régimen democrático. Esa placa no es un reconocimiento oficial del Estado, por eso no tiene ningún emblema o escudo. Es más, en aquellas fechas la bandera oficial de España todavía era la franquista, como lo sería hasta 1981. De hecho, el rey ni se molestó en acudir y mandó una delegación que montó otro acto indigno en el cual se hizo un homenaje en verdad a los españoles muertos fuera de su país. Obviamente, este lema incluía también a la División Azul. En 1978, los apologetas del régimen y el PCE vendían esto como reconciliación nacional. Hoy sabemos que esto es blanquear el fascismo y una equidistancia que no es admisible desde planteamientos democráticos.


Por lo tanto, intentar hacer homenajes a los republicanos españoles con la bandera que los mandó al patíbulo y en nombre de los herederos de sus verdugos, no puede salir bien. Es más, no puede salir bien mientras Franco esté en el Valle de los Caídos. La próxima vez, antes de intentar hacerse la foto, limpien España de monumentos y homenajes al fascismo… aunque, claro, es posible que eso provoque un malestar en el Ejército que nos haga descubrir una desagradable realidad que llevamos más de 40 años negando. España es una excepción en Europa, porque aquí la guerra la ganaron los nazis.

Fuente → kaosenlared.net

banner distribuidora