‘Experimento Stuka’: cuatro pueblos, 36 bombas y más de 40 muertos: Era mayo del 38, en plena Guerra Civil. Los habitantes de Benassal, Albocàsser, Ares del Maestrat y Vilar de Canes, en Castellón, jamás supieron a ciencia cierta quién o quiénes pilotaban los aviones responsables de aquella atrocidad, aunque la propaganda de entonces lo atribuyó a los republicanos. Ahora, 80 años después, Experimento Stuka cuenta lo que realmente ocurrió entonces, donde el balance final fue de más de 40 muertos y cuatro pueblo derruidos.
Pepe Andreu y Rafa Molés, codirectores del documental, empezaron a rodarlo en 2014. La historia les llegó poco antes, mientras presentaban su primera película. Allí, un vecino de la zona les habló de Óscar Vives, un físico y vecino de una de las zonas bombardeadas. Él y un grupo de recuperación de la memoria estaban detrás de una pista sobre un experimento.
"Después de hablar con Óscar supimos que era la historia que queríamos contar”, narra Pepe Andreu, que cuenta que en un principio tenían miedo de no saber ejecutar bien el proyecto. Experimento Stuka no solo versa sobre un momento de la Historia, ahonda en los silencios fruto del miedo. El qué dirán o qué pensarán. De no tocar ciertos temas. En definitiva, de las fronteras que se han ido dibujando durante décadas y entre generaciones.
Pilotos alemanes sobre avión Ju87[/caption]
La película gira en torno a las personas, aún en vida, que lo vivieron. También cuenta con varios con expertos como Antony Beevor, el historiador inglés que publicó en 2005 The Battle for Spain: The Spanish Civil War 1936-1939. Fue precisamente este libro, concretamente una pequeña reseña y una nota a pie de página, la responsable de la investigación y de, finalmente, este documental rodado durante cuatro años. El objetivo principal, asegura Andreu, era: “Conectarla con sus protagonistas, y eso es lo que hicimos”.
La parte clave del trabajo se encontraba en Alemania, en el archivo militar de Friburgo, lugar que alberga los diarios personales de la Legión Cóndor, la ayuda militar que mandó Hitler a Franco durante la Guerra Civil. Dicho documento, llamado RL-35-34, incluía en torno a 70 fotografías aéreas, prueba definitiva de que el ataque provenía del exterior, fruto de un experimento. Como se asegura en la cinta, el ejército nazi había usado estos territorios para probar, en secreto y a espaldas de Franco, los tres primeros modelos del Junkers 87A, conocidos como Stuka. La intención era probar si estos artefactos aguantarían una nueva bomba de 500 kilos, el doble de las lanzadas hasta entonces. Una vez más, la Guerra Civil había servido como terreno de prácticas, antesala de la II Guerra Mundial.
Voces que se apagan
Era 25 de mayo de 1938 cuando Ángel Beltrán, por entonces un niño, vio cómo aquella mañana algo caía del cielo. Para él, en ese momento, era “un hombre vestido de negro, cayendo”, relata durante la película. La niña de 10 años Obdulia Mir también presenció aquel momento. “¡Mira qué pajarraco!”, le espetó a su hermana. Rosa Saligó, por su parte, creía estar viendo caer comida que les mandaban. Todos estos son testimonios, voces que empiezan a apagarse. “De Benassal han fallecido todos. Ángel falleció hace dos años cuando solo llevábamos 20 minutos montados. Antoni [otro de los protagonistas] murió a los dos meses de entrevistarlo”, cuenta Pepe Andreu.
Durante un momento del documental, la voz en off se plantea una cuestión que muchos y muchas hoy se hacen: “¿Cuánto tiempo podemos esperar a que otros nos den una respuesta?”. Rafa Molés, codirector, confiesa que esa fue una de las preguntas que les lanzó a hacer la película. “Al final, lo que hemos hecho ha sido contar una anécdota para que la gente se pregunte por su historia”, reflexiona. Molés apela a los ciudadanos para que busquen sus propias respuestas: “Al final, estar esperando una respuesta nos hace estar en el inmovilismo. ¿Cuánto más lo podemos aguantar? En cinco años no nos quedará ningún testigo de lo que ocurrió. Ya hemos perdido muchas historias”.
Un periodista tacha la historia de farsa
Frente a la emotividad de estos relatos, con la memoria histórica como motivo, suelen ser habituales las críticas que se acaban vertiendo desde distintas asociaciones o partidos que no comulgan con la idea de la reparación afectiva que la Historia provocó. En esta ocasión, los reproches han venido por parte de un medio de comunicación, concretamente de un periodista del medio regional Valencia Plaza, al que posteriormente se han sumado otros. “Hemos tenido la mala suerte de topar con un periodista víctima de su ego, algo que luego ha sido aprovechado por la derecha más derechona”, espeta Pepe Andreu, dolido por todo el revuelo que se ha originado. Ambos directores defienden la veracidad de un trabajo donde se han limitado a transmitir el relato de varios testimonios, argumentan.
“Que te levantes un día, el que nos dieron un premio en Valencia, con este señor diciéndonos que todo esto es es un invento nuestro, que hemos hecho esta película para reírnos de las víctimas y sacar dinero…”. Así explica Andreu cómo se siente desde que saltó esta polémica, que ha llegado hasta la Diputación de Castellón, donde la portavoz del grupo Ciudadanos ha exigido “conocer la cuantía total de las subvenciones” que ha recibido la cinta. Una institución pública, defiende el codirector, gobernada por el PP, al igual que por entonces TVE, quien participa en el documental. “Esta derecha y estos medios que están metiendo cizaña no han visto la película, por lo tanto no son conocedores de nada. Es un poco negar la guerra. Estamos muy jodidos por todo esto”, se sincera Andreu, quien se muestra optimista, pese a todo: “Afortunadamente, a la gente que ve la película no le está afectando, es bastante clara y no deja lugar a dudas”.
El documental está rodado la mayor parte en valenciano, “algo natural para nosotros”, aunque “nos chocó pensar que hace unos días había una película en valenciano-catalán presentándose en la Gran Vía. Era como un hito, fue muy guay”, afirma Andreu. La película se puede ver en la plataforma Filmin, aunque también se podrá visionar a través de TVE, la autonómica À Punt, e incluso una televisión canadiense, quien ha comprado los derechos. No obstante, esperan llegar a muchos sitios más debido a que la gente se los demanda: “Es una historia que todos tenemos, que a todos nos afecta, y que todos desconocemos. Una de nuestras intenciones era dar el paso de llenar ese vacío, ese silencio que se produjo tras años de dictadura”, relata Pepe Andreu.
Fuente → lamarea.com
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