El Caso Alfon y el Movimiento Antifascista en el Estado español.: Consideramos de interés señalar hoy varios elementos políticos que explican el ensañamiento policial y judicial perpetrado contra Alfonso Fernández Ortega, joven de 27 años que continúa privado de libertad como consecuencia de un montaje policial. El Caso Alfon se enmarca en la escalada represiva contra el movimiento popular en general, y contra el movimiento antifascista en particular, llevada a cabo durante la última década en el Estado español (“Ley Mordaza”, endurecimiento del Código Penal, condenas contra la libertad de expresión, “burorrepresión”, etc).
Recordemos que la Brigada de Información de la Policía Nacional acusó a Alfon de terrorismo por tenencia de material explosivo en el marco de la Huelga General del 14 de Noviembre del 2012. A pesar de un juicio caracterizado por la falta de pruebas, plagado de anomalías procesales como la ruptura de la cadena de custodia de aquella “misteriosa mochila” [1], los interrogatorios vejatorios en la comisaría de Moratalaz o las contradicciones de los testimonios de los policías en la vista oral[2], el Tribunal Supremo ratificó la condena después de más de 50 días en prisión preventiva. No es casualidad que Alfon sea un joven del barrio de Vallecas, con conciencia de clase, miembro de la peña Bukaneros[3] y militante del movimiento antifascista de Madrid. El señalamiento de Alfon buscó golpear el tejido asociativo del barrio, que desde el tardofranquismo se ha caracterizado por ser un enclave obrero referencial en las luchas sociales madrileñas. Por lo tanto, el objetivo político del proceso judicial contra Alfon, fue “mandar un recado” a la juventud organizada vallecana, desarticular el movimiento antifascista madrileño con una “sentencia ejemplarizante” y, como veremos, debilitar los movimientos populares en el conjunto del Estado.
Alfonso Fernández, Alfon, durante un juicio. EFE
El contexto de la detención de Alfon se caracterizó, así mismo, por la emergencia del importante “Movimiento estatal del 15 de Mayo del 2011”. Las protestas sociales post 15-M de aquellos años, basadas en la desobediencia civil masiva, no eran reprimibles con el protocolo habitual “a golpe de porra y detenciones aleatorias”[4]. La brecha abierta por el 15-M se fortaleció con el tejido asociativo de los barrios y pueblos del Estado, que habían resistido debilitados, pero que nunca sucumbieron ante los consensos monárquicos de la Transición. Los movimientos populares organizados en Asociaciones vecinales, en el movimiento feminista y por los derechos LGTBI, en la PAH y los Centros Sociales Okupados Autogestionados, en los sindicatos de clase, en el movimiento estudiantil y juvenil o en el movimiento antifascista, nutrieron las Asambleas Populares desde el inicio, y lo que es más importante, se retroalimentaron con la irrupción del 15-M al mismo tiempo.
El asesinato de Carlos: una década de respuestas organizadas
Apoyar la resistencia en prisión de Alfon estas navidades, significa asumir que ese ciclo social y político ha cambiado en la actualidad (un síntoma de ello es el “fenómeno Vox”), pero no está cerrado. En este sentido, después de 11 años del asesinato de Carlos Palomino a manos de un militar fascista, es necesario recordar cómo en aquellos momentos de inicio de la crisis, comenzaban a emerger expresiones xenófobas anti-inmigración en el espacio público. Es importante recordar que desde aquel doloroso instante, la respuesta organizada en iniciativas contra el racismo, el sexismo, la xenofobia y el fascismo, en Madrid y en todo el Estado, han tenido la capacidad de ganar calle a calle a la extrema derecha en los barrios y pueblos[5]. El fatídico asesinato de Carlos el 11 de Noviembre de 2007, (joven de 16 años “casualmente” también vecino del barrio de Vallecas), produjo en Madrid una reacción unitaria y una coordinación ejemplares en el movimiento antifascista, aglutinando sectores y espacios desvinculados hasta aquel momento (Centros sociales y Ateneos libertarios, sindicatos de clase, movimiento vecinal, estudiantil, colectivos feministas, etc)[6]. Entre 2007 y 2011, la extrema derecha fue señalada con contundencia, denunciada y boicoteada en cualquier espacio público en el que pretendía arraigar. El discurso del odio nazi-fascista ha sido combatido, en todo el territorio español, asumiendo un desgaste en términos de montajes judiciales, criminalizaciones, seguimientos ilegales, “listas negras”, cárcel, multas escandalosas, interceptación de comunicaciones o abusos policiales[7]. De esta manera, durante aquellos años se crearon, en combinación con otros factores, las condiciones de posibilidad para el nacimiento del 15M en el Estado español[8].
Desde Barcelona a Galiza y de Altsasu hasta Cádiz, los movimientos populares han respondido generación tras generación, mediante la autodefensa activa contra la violencia asesina de los grupos neo-nazis (recordando a Jimmy, a Carlos, a Guillem Agulló, a Lucrecia Pérez, a Aitor Zabaleta, a Hassan El-Hayayaqui, a Santi Brouard, a los abogados laboralistas de Atocha y a tant@s otr@s)[9]. Por otra parte, a pesar de la impunidad y connivencia de la extrema derecha con las estructuras del Régimen heredadas de la Dictadura franquista (conocidos sectores policiales[10], miembros de la oficialidad del Ejército[11] y otros elementos del “Bloque Reaccionario de Poder” judicial, político y económico del Estado español[12]); el movimiento antifascista se ha fortalecido siempre mediante el apoyo mutuo y la solidaridad militante de los sectores más conscientes de los movimientos populares[13]. Cuando el Tribunal Supremo ratifica la sentencia de Alfon, éste es directamente el escenario de fondo que se pretende desarticular en el Estado. Sin embargo, el trabajo político realizado en aquellos años por el movimiento antifascista en particular, y por el movimiento popular estatal en general, se encontraba fortalecido y avanzado ante el riesgo de que la extrema derecha rentabilizara políticamente, con su discurso antidemocrático de odio, la situación de crisis económica.
El movimiento antifascista en el Estado español hoy
Los movimientos antifascistas se han mantenido activos en los últimos años; se ha avanzado, por ejemplo, con la referencia histórica de la Comunitat Valenciana cada “9 d’Octubre”[14]; se ha continuado con la auto-organización barrio a barrio como demostraron las respuestas populares en Zaragoza, Granada o en el Distrito madrileño de Tetuán frente a la estrategia de “Hogares Sociales”[15]; y se ha comprendido la importancia de cuidarnos para seguir luchando, con el apoyo de iniciativas como “Madres contra la Represión”.
Las dinámicas actuales del movimiento contra el fascismo, el sexismo, el racismo y la xenofobia, que se organizan a día de hoy desde los Centros Sociales y desde los Colectivos locales o territoriales, continúan teniendo una importancia estratégica fundamental para facilitar el avance de los movimientos sociales y populares, en todas las geografías del Estado y en todos los ámbitos. El objetivo del neofascismo español es “normalizarse” (llámese Vox, llámese España 2000, Democracia Nacional, MSR, Hogar Social, Falange, etc); y es ahí donde se debe continuar en 2019 con la “perspectiva andaluza” de acción unitaria[16]. El movimiento debe desplegar en el futuro ese trabajo desarrollado en los barrios, pueblos y universidades con visión pedagógica, es decir, redoblando los esfuerzos con el objetivo de defender los derechos y libertades más elementales, organizando respuestas directas clásicas[17]; combinando diversos repertorios de protesta[18]; contrarrestando la represión del Estado (que nos volverá a golpear); aumentando la agitación comunicativa tanto en las redes como en las calles[19]; y tendrá que continuar fijando el rumbo a medio plazo ensanchando el campo de acción antifascista: estrechando lazos “hacia afuera” con movimientos sociales aliados, colectivos migrantes, sectores feministas y LGTBI, Asociaciones de memoria histórica, luchas ecologistas en el ámbito rural, nuevos espacios asociativos, etc[20].
Para encarar estas tareas en el futuro (frente a las agresiones a población migrante, a feministas, a la comunidad LGTBI o a militantes sociales), los movimientos antifascistas no van a encontrar atajos; se debe avanzar en “todos los frentes”, pero nadie va a regalar nada para la consecución de los objetivos (mírese el papel desempeñado por las Delegaciones y Subdelegaciones de Gobierno protegiendo y allanando el terreno al neofascismo durante los últimos años al respecto). Es erróneo actuar pensando que, con los planteamientos actuales del Régimen del `78, se pueda ejercer una función exitosa de “cordón sanitario institucional” frente al fascismo español hoy; tal y como demuestran las conocidas experiencias europeas, con el crecimiento sostenido de los partidos neonazi-fascistas durante la última década[21].
En definitiva, este nuevo ciclo de respuestas populares antifascistas en el estado español tiene unos puntos de partida específicos que debemos tomar en cuenta: 1, el recuerdo presente de Carlos y las contundentes luchas en las calles de aquellos años recientes; 2, el fortalecimiento y el despliegue del tejido social y popular que emergió con el 15M; 3, la capacidad de resistencia frente a la represión, como nos demuestra el caso de Alfon; y 4, la necesidad de supervivencia frente a la violencia sistemática de las extremas derechas, en connivencia con sectores del “establishment” y las estructuras antidemocráticas del estado español[22]. Los propósitos para el año 2019 pueden ser, por lo tanto, recoger el testigo de las experiencias anteriores, organizarse cohesionadamente con un trabajo enfocado más allá del cortoplacismo electoral, continuar con la iniciativa política transformadora y no dar ni un centímetro en las calles al fascismo en el conjunto del Estado.
Fuente → Blog/Otrasmiradas
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