¡Que la juventud sea la punta de lanza para acabar con el régimen monárquico y poder decidirlo todo!

¡Que la juventud sea la punta de lanza para acabar con el régimen monárquico y poder decidirlo todo!: La impugnación a la corona tuvo su mayor expresión hace un año en Catalunya, con el referéndum del 1-O y el movimiento de masas por la independencia. En los últimos meses, el rechazo a la monarquía comienza a extenderse al resto del Estado, expresándose en diferentes gestos y movimientos, como el de los estudiantes de Asturias que se negaron a recibir a Felipe VI o el joven mallorquín que le entregaba la escoba, las pitadas monumentales a la pareja real, las mociones en favor de un referéndum del Parlamento de Navarra o por su abolición del Parlament catalán y el Ayuntamiento de Barcelona. A esto se suman las consultas populares que tuvieron su origen en el barrio de Vallecas y comienza a replicarse en otros pueblos y barrios de la capital. Y, por supuesto, el extraordinario movimiento por referendos que crece día a día en universidades de todo el Estado.

Este clima contrasta fuertemente con el que se vivía hace apenas un año, cuando el Régimen quiso convertir la escalada represiva contra el pueblo catalán en la vanguardia de una “restauración reaccionaria” en todo el Estado con la Corona al frente. Esperaban que fuera el bautismo de fuego de Felipe VI, que asentara su reinado sostenido sobre la España del “a por ellos” y las banderas en los balcones, de cuyas entrañas nacen los VOX, Abascal y compañía.

Sin embargo, lejos de haberse fortalecido, el Régimen se encuentra en crisis y la monarquía en franco retroceso, cada vez más cuestionada y seguida de cerca por la judicatura, que se ha retratado a los ojos de millones como una institución entregada a los intereses del capital financiero. A ello ha contribuido enormemente la casa real y sus escándalos de corrupción, que tanto jueces como PP, PSOE y Cs se han esforzado por tapar.

La creciente oposición a la corona ha obligado incluso a Podemos e IU a revisar su política de los últimos años de “sacar de la agenda” la cuestión de la monarquía. Aunque todavía está por verse si esto se transformará en promover la movilización y la exigencia de un referéndum y, sobre todo, como piensan conciliar su giro republicano con ser sostén por izquierda del gobierno del siempre monárquico PSOE.

Al mismo tiempo las aspiraciones democráticas del pueblo catalán no han podido ser aplastadas. A pesar de que la represión y la política claudicante de la dirección procesista han llevado al movimiento a un impase, el surgimiento de un movimiento antimonárquico en el resto del Estado abre la posibilidad de una gran lucha común contra el Régimen que permita retomar la pelea por el derecho a decidir desde una mucho mejor posición. Una hoja de ruta muy superior a la vía de desobediencia institucional en la que se basó el procesisme en 2017.

Las distintas consultas sobre la monarquía empiezan a ser una expresión organizativa de todo ese malestar creciente que amenaza con transformarse en un movimiento a nivel estatal, especialmente en el caso de los referendos universitarios. Lo que comenzó como una iniciativa de estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid ya se ha extendido a la Universidad de Zaragoza, la UB y la Pompeu Fabra de Barcelona, la Carlos III y la UCM-UPM de Madrid, la Universidad de Vigo, la de Asturias, La Laguna en Tenerife, la de León, A Coruña, Santander, Elche… llegando a catorce universidades en el momento de escribir esta declaración, ya que se incorporan nuevas constantemente.

No es de extrañar que en la juventud sea donde más se esté expresando el rechazo a esta institución arcaica y heredera directa de la dictadura. Justamente entre las y los que nacimos bajo el orden de la segunda restauración borbónica: el Régimen del 78, fruto del pacto entre el franquismo y las direcciones reformistas del PCE y el PSOE. Somos quienes padecemos, junto a las mujeres y los inmigrantes, las peores tasas de precariedad y desempleo, para quienes estudiar en la universidad se ha convertido en un lujo, acceder al alquiler de una vivienda en una odisea y se nos aboca a un futuro de salarios de miseria, inseguridad vital y frustración de nuestros proyectos de vida.

Por eso, este cuestionamiento no debería limitarse a la institución que representa Felipe VI, sino que tiene que extenderse al conjunto del Régimen del 78. Abrir el melón de la monarquía implica poner patas arriba todo lo demás. De ahí ligar la pelea por un referéndum sobre la monarquía a la lucha por procesos constituyentes en todo el Estado, tal y como se pregunta en las papeletas de la mayoría de los referendos universitarios. Porque nos hemos cansado de que jueces, banqueros, políticos al servicio de su majestad decidan sobre nuestras vidas. Y queremos que sean los pueblos los que decidan absolutamente todo.

La idea de proceso constituyentes en plural es para nosotros uno de los grandes aciertos de este naciente movimiento. Porque parte del pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación de las naciones que integran el Estado español. Así, por ejemplo, que el pueblo catalán pueda abrir su propio proceso constituyente para definir cómo será su república y su relación con las demás debe ser una causa común de la juventud, la clase trabajadora y los sectores populares de todo el Estado. Contra toda tentativa de “republicanismo españolista”, es necesario defender la solidaridad entre los pueblos y la lucha conjunta contra los opresores comunes.

Pero también la voluntad de “decidirlo todo”, es decir, luchar para que estos procesos constituyentes sean realmente libres y soberanos, sin ninguna atadura ni condicionamiento a los poderes e instituciones del actual régimen. Ni a sus jueces, ni a sus leyes, ni a sus cuerpos policiales... ni por supuesto a su monarquía. Que podamos decidir también qué hacemos con la banca, cómo financiamos la educación, la sanidad, cómo acabamos con el paro, la precariedad laboral, con la casta judicial y política, cómo vamos a aplicar las demandas que plantea el movimiento de mujeres, etc.

Un proceso de este tipo no va a venir de la mano de este Régimen podrido e irreformable. El rey no se quitará su corona por las buenas si no es por la vía de la movilización en las calles. Es necesario poner en marcha grandes fuerzas sociales que puedan enfrentarlo y expulsarlo. A cincuenta años de mayo del 68, la juventud y el movimiento estudiantil pueden volver a jugar un papel determinante en la conformación de esas fuerzas adelantando y expresando el profundo malestar reinante. Malestar que si no se está manifestando con todo su potencial se debe sobre todo al papel de las burocracias sindicales para bloquear que la clase obrera entre en escena y de la izquierda reformista al desviar las movilizaciones sociales hacia la ilusión de lo electoral.

Desde la agrupación juvenil Contracorriente nos jugamos con todo a esa posibilidad. Por eso hemos impulsado desde el minuto uno los referendos allí donde estamos, junto a otros estudiantes y colectivos, y también hemos llamado al conjunto de las asociaciones estudiantiles a impulsarlo audazmente rompiendo con todo sectarismo y rutinarismo.

Nos proponemos trabajar por el desarrollo y masificación de este movimiento, extenderlo a cada universidad e instituto, avanzar en su coordinación estatal y construir un gran movimiento estudiantil antimonárquico y de ruptura con el Régimen. Un movimiento que para triunfar debe confluir con el enorme movimiento de mujeres, que ya prepara otra gran jornada de huelga de 24 horas para el 8M, y que se debe proponer impactar en la clase trabajadora, ligarse a ella, a sus luchas... para contribuir a barrer con el obstáculo que supone la burocracia sindical.

La perspectiva de las compañeras y compañeros de Contracorriente es poner en pie la fuerza social de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud para tirar a la monarquía e imponer procesos constituyentes donde aprobar medidas como la abolición del Senado, la separación real de la Iglesia y el Estado, la limitación de mandatos y revocabilidad de los cargos públicos, etc. Pero también el no pago de la deuda, la nacionalización de la banca y sectores estratégicos de la economía bajo control de trabajadores y usuarios, la creación de un parque de vivienda pública a partir de las casas que están en manos de los especuladores inmobiliarios, la prohibición de los despidos y contratos precarios, el reparto de las horas de trabajo.

Es decir, un programa que expropie a los expropiadores como única vía posible para resolver las necesidades y demandas de la inmensa mayoría de la población, y no de un puñado de capitalistas.

Llamamos a todas y a todos los activistas estudiantiles que compartan estas ideas a organizarse con nosotras y a sumarse a seguir construyendo este movimiento en todo el Estado y bajo esta perspectiva: la de luchar junto a la clase obrera, sin ninguna confianza en el régimen y sus mecanismos de reforma, ligando esta gran pelea democrático-radical con un programa anticapitalista y antipatriarcal, que abra el camino a que nos dejen de gobernar los representantes del IBEX35, los jueces de la banca y el resto de la Corte, para que seamos la clase trabajadora, las mujeres y la juventud quienes decidamos sobre todo.

Fuente →  laizquierdadiario.com

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