Rompiendo una falsificación histórica: ¿Fueron las urnas las que llevaron a Hitler al poder?

Rompiendo una falsificación histórica: ¿Fueron las urnas las que llevaron a Hitler al poder?
Mantiene en este artículo nuestro colaborador Máximo Relti, que a estas alturas del siglo XXI no son pocos los que continúan creyendo que Hitler ascendió al poder a través de la oportunidad que le ofreció la democracia formal alemana durante la República de Weimar. En no pocas ocasiones este tipo de argumentos utilizan como arma en contra de la capacidad de los pueblos para elegir su destino. Pero atendiendo al rigor de los hechos históricos, ¿fue realmente así? ¿Qué datos claves se nos han escondido en relación con el ascenso de Hitler al poder?

          No son pocos los comentaristas políticos, tertulianos, gacetilleros, e incluso gente que se dice adscrita a la izquierda que hoy sigue manteniendo que los nazis accedieron al poder a través de  la voluntad de las urnas. En no pocas ocasiones este supuesto es esgrimido  con el propósito de invalidar la capacidad de los pueblos para decidir acertadamente   su  propios destino . Entonces ¿cuál es, definitivamente, la verdad histórica? ¿Accedió realmente Hitler al poder a través de las vías que ofrecía la democracia formal de la República  de Weimar? ¿No se produjo ningún golpe de Estado que le franqueara el camino a los nazis para hacerse con el poder? ¿Fue el pueblo alemán el que colocó a Hitler en la jefatura del  III Reich?

      Herwig Lerouge, un escritor  y activista belga, mantiene que el acceso al poder de Hitler se produjo claramente a través de un golpe de Estado, organizado con la complacencia de los partidos que en aquel momento se encontraban en el poder en Alemania, así como con el apoyo resuelto de los grandes industriales alemanes.

         "El 30 de enero de 1933, - escribe Herwig Lerouge -  el presidente alemán Paul von Hindenburg nombra a Adolf Hitler, el líder del Partido Nacional-Socialista  como Primer Ministro. El primer gobierno de Hitler sólo cuenta con tres nazis, entre ellos el propio Hitler. Ni siquiera se atreve a presentarse ante el Parlamento, porque está en minoría. En su lugar, le pidió a Hindenburg que disolviera el Parlamento y convocara   nuevas elecciones, para el 5 de marzo. Ese plazo le da la oportunidad de gobernar cinco semanas sin control parlamentario. Se trata de un golpe legal, ya que la Constitución alemana de la época permite al presidente  disolver el Parlamento o   suspenderlo temporalmente".

        "El 4 de febrero, Hindenburg - prosigue Lerouge -toma una ordenanza de emergencia que prohíbe cualquier crítica al gobierno, suprime la libertad de reunión y de prensa para el Partido Comunista de Alemania , durante la campaña electoral, y de otras organizaciones de izquierda".

        El 27 de febrero, el Reichstag, el Parlamento alemán, fue incendiado. Oficialmente, por un anarquista holandés desequilibrado. Sin embargo, muchos historiadores dan como un hecho cierto que el incendio del Reichstag fue causado por las secciones de asalto (SA) nazis. Los acontecimientos que siguen confirman esta tesis. Antes de que se inicie cualquier investigación, la radio afirma que los comunistas son los auténticos  responsables del incendio. Esa misma noche, sobre la base de listas elaboradas por adelantado, más de 10.000 comunistas, socialistas y progresistas son detenidos. Toda la prensa comunista y varios periódicos socialistas quedan prohibidos. Las libertades de prensa y de reunión fueron  suspendidas .

        Sin embargo, a pesar de la fulminante represión que se produce, las elecciones no dan una mayoría a los nazis, ni una mayoría de dos tercios al gobierno de coalición encabezado por Hitler. Para lograr la mayoría, el gobierno acude al artilugio de excluir 81 mandatos del Partido Comunista Alemán, sin que ningún partido se atreva a  protestar. Una vez resuelto el "escollo", el Parlamento da, por fin, su confianza al gobierno de Hitler autorizándole a decretar leyes sin que tenga que contar con la ratificación de esa institucion. En realidad lo que hizo el Parlamento alemán fue autodisolverse . Los socialistas votaron en contra de la declaración del gobierno, pero sin embargo –¡oh la complacencia histórica de la socialdemocracia! - consideran democráticas las elecciones pese a la brutal represión, a la persecución, a las prohibiciones…

       En apenas dos años, los nazis prohibirán todos los partidos políticos menos el suyo, asesinarán a más de 4.200 personas y detendrán a la friolera de 317.800 opositores, de los que 218.600 serían heridos y torturados. El 20 de marzo de 1933, el comisario nazi de la Policía de Munich, Heinrich Himmler creó en Dachau el primer campo de concentración para los presos políticos. En el mismo año se crearían otros 40.

          ¿No es esto un golpe de Estado, aunque haya sido ejecutado con la complicidad de aquellos que lo dirigen? El golpe de Estado protagonizado por los grandes industriales alemanes que ponen a Hitler a la cabeza del mismo, no es una conjetura, es una evidencia histórica.

         Como resulta, pues, evidente por los datos que se proporcionan, el acceso al poder por parte de Hitler y de su movimiento fascista no fue realizado a través de la vía democrática.

¿COMO SE URDIÓ EL GOLPE?
       Pero ¿cuales fueron los  factores que provocaron la decisión de las clases sociales poderosas germanas de acabar con la democracia burguesa implantada  después de la Primera Guerra Mundial, y colocar a Hitler a la cabeza del gobierno de ese país?


        Hoy no caben dudas de que fue el impetuoso desarrollo del movimiento obrero y de las organizaciones de la izquierda el factor que originó el pánico en la clase dominante alemana. Necesitaban urdir con toda urgencia un plan que interceptara el crecimiento de los movimientos revolucionarios de ese país.

       Herwig Lerouge cuenta como realmente la decisión de nombrar a Hitler canciller había sido tomada unas semanas antes de que éste fuera nominado para tal cargo. La fecha fue el  3 de enero de 1933, en la mansión del banquero Kurt von Schröder.

        "En varias ocasiones, -sigue relatando Herwig Lerouge - entre 1918 y 1923, los círculos más a la derecha de la clase dirigente habían de hecho tratado, en particular con intentos de golpes de Estado, de deshacerse del sistema parlamentario y de eliminar los derechos importantes adquiridos por un movimiento obrero fuerte y unido".

        Esos círculos empresariales contaban con el apoyo de  una parte del ejército y de las organizaciones reaccionarias. No pocos industriales veían en aquellos dias en las tropas de asalto del Partido Nacional Socialista  una organización a la que era preciso prestarle todo el apoyo posible.

     Ya en 1923, el patrón siderúrgico Hugo Stinnes había dicho al embajador de EE.UU.:

      « Hay que encontrar un dictador que tuviera el poder de hacer todo lo que sea necesario. Tal hombre debe hablar el lenguaje del pueblo y ser el mismo un civil. Tenemos a ese hombre.»

          Cuando Alemania entró en barrena por el crack  financiero de 1929, las clases hegemónicas de ese país tuvieron claro que era necesario apoyar de manera decidida a los nazis. Hitler no era un hombre que proviniera de las clases altas y aristocráticas de su país. Era una austriaco, hijo de un modesto funcionario, que como había dicho premonitoriamente hacia diez años el industrial Stinnes "hablaba el lenguaje del pueblo". Se llenaba la boca, asimismo, con promesas sociales demagógicas que podían entusiasmar a las masas como la nacionalización de la gran industria. Escogió, por otra parte, como objetivo de sus campañas antisemitas a los banqueros y comerciantes judíos. De esa forma, contribuía a enturbiar con una cortina de humo la explotación protagonizada por los industriales y banqueros arios. Había bautizado, igualmente, a su organización con una denominación confusa y, a la vez, sugerente: "Partido Nacional Socialista Obrero Alemán".

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