Pedro Sánchez deberá dar el paso esperado

Hay datos, detalles, declaraciones que un político hace cuando es oposición y que no valen, no sirven, se reinterpretan o se anulan cuando está en el poder. Hablo en este caso de Pedro Sánchez, cuando en 2014 hacía unas declaraciones en el Congreso en las que aseguraba que era necesario abrir un debate sobre “los privilegios que hay que eliminar de la monarquía en el siglo XXI” y ahora, que es presidente del Gobierno, resulta que lo dicho ya no sirve, que ya no es una prioridad.

En junio de 2014 se votaba la Ley de Abdicación que dio salida a Juan Carlos I para que Felipe VI accediera al trono. En ese marco hizo Sánchez las declaraciones a los periodistas en el Congreso. Fueron días frenéticos. Las informaciones sobre la Corona, que unos años antes tenía también una cuasi inviolabilidad mediática, se habían sucedido en los últimos meses: desde la caza de elefantes de Botsuana en 2012 hasta la instrucción del caso Nóos. Era el momento de poner un punto y aparte. Políticamente también era una ocasión perfecta para modernizar la Corona, una institución absolutamente opaca. “Me parece que más allá del debate de monarquía o república también podríamos abrir un debate sobre los privilegios que hay que eliminar de la monarquía en el siglo XXI y desde luego uno de ellos es inexcusablemente acabar con el principio de inviolabilidad del Rey”. Tras la sucesión, la discusión se cerró de manera más o menos exitosa para la Casa Real. Felipe VI anunció en sus discursos más transparencia y se resolvió la protección del rey emérito otorgándole el aforamiento, un régimen especial del que gozan , por ejemplo, los diputados y senadores, que consiste en que sus delitos no son juzgados por el mismo tribunal por el que pasan todos los ciudadanos, sino por el Supremo. Para acabar con la inviolabilidad del Rey, habría que modificar la Constitución, que lleva escrito este privilegio en su artículo 56. Tanto en 2014 como en la actualidad, las mayorías parlamentarias dificultarían esta modificación.

Las declaraciones, en su momento, eran esperanzadoras. Ese monarquismo republicano del PSOE parecía que, por fin, iba a volver a sus orígenes. Pero no. Han pasado más de cuatro años desde esas declaraciones. Sánchez ha ganado dos primarias para liderar su partido, con un derrocamiento traumático de por medio, y ahora duerme en la Moncloa. La reacción del presidente del Gobierno ante el último escándalo de la Corona es muy distinta a la del joven diputado de 2014. También la aritmética parlamentaria lo es. Tras las explicaciones del director del CNI, Félix Sanz Roldán, en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso de los Diputados, Sánchez pretende dar carpetazo al tema porque, y les conviene decirlo así, las explicaciones han satisfecho tanto al PSOE, tal y como explicó la portavoz parlamentaria Adriana Lastra, como al Gobierno. Llama la atención que, por el momento, fiscalizar las actividades de la familia real no parece ser una de las prioridades del Ejecutivo.

Como ya hemos comentado en este Liberal más de un vez en las grabaciones publicadas en El Español y Ok Diario, Corinna zu Sayn-Wittgesntein aseguraba que Juan Carlos I la había utilizado como testaferro o que el monarca emérito tenía cuentas en Suiza. Esta polémica ha motivado que Unidos Podemos registre, junto a otros grupos, la propuesta de una comisión de investigación en el Congreso de los Diputados, cuyo debate se aplaza hasta septiembre, y en la que los morados no pierden la esperanza de que los socialistas se acaben sumando.

Estamos, pues, a la espera de ver cómo gestiona el gobierno del PSOE esta situación. Ha llegado el momento de hacer cumplir la ley, desde la premisa de la igualdad de todos los ciudadanos. Incluida la Casa Real, esa que ahora pretende pasearse entre la gente, entre la plebe. Ha llegado el tiempo de poner en marcha la verdadera regeneración democrática donde no cabe una monarquía. Y los votos parlamentarios son endiablados: Sánchez necesita de las formaciones soberanistas (sobre todo, republicanas) para poder echar a caminar cualquier iniciativa. Si desatiende la necesaria depuración de la monarquía, caerá con ellos. Un final para el PSOE que siempre se dijo republicano, pero que no se encontraba incómodo con esta monarquía. Hasta hoy.

De todo este embrollo monárquico se van deshojando margaritas. Y hay una muy importante: la de que en los próximos meses, a Sánchez le tocará lidiar con sus propias contradicciones y, sobre todo, dar muchas explicaciones. Una de ellas si de una vez por todas es fiel a las ideas fundacionales del PSOE y se decide por la República, y para tranquilizar a todos los españoles convoca el tan esperado referéndum sobre la opción de gobierno que queremos, si monarquía o república.

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