Muerte en Ferrol tras el 18 de julio de 1936 Benito Sacaluga.
Es el triunfo de los alzados en Ferrol lo que determina la caída de todo el territorio de su influencia en menos de diez días, como caen las fichas de un dominó. Pero la importancia de Ferrol va más allá de ser centro de comarca: su pérdida para la República es la caída de la Base Naval lo que es determinante para el triunfo del alzamiento en Galicia y para el dominio marítimo en el Atlántico Norte y en el Cantábrico. ¿Habría triunfado el alzamiento en esa base si los mejores navíos no hubiesen sido enviados a intentar detener el paso de tropas a la península por el Estrecho? Desde luego que no, fue providencial para el éxito del levantamiento la salida del Arsenal de los cruceros “Libertad” y “Cervantes” el día 18 con órdenes gubernamentales de dirigirse al sur, ya que eran los dos mejores barcos de los disponibles junto al acorazado “Jaime I”, el día 19 en Vigo, que recibió idéntica orden. El “España” estaba prácticamente desarmado y el “Almirante Cervera” en dique seco limpiando fondos. Los otros buques del Arsenal no tenían gran valor militar, por anticuados o por hallarse en reparaciones.
Los cruceros “Libertad” y “Cervantes”, y el acorazado “Jaime I”, que habían salido por estar en mejor situación de navegación y combate, se mantuvieron fieles al Gobierno, por la acción de suboficiales y marinería. Probablemente Ferrol no hubiese sido ganado por el bando sublevado de haber permanecido en Galicia esos tres navíos, con más de dos mil hombres. Al salir hacia el sur los cruceros y el acorazado pasaban a formar parte de la flota de la República, pero se había perdido la Base de Ferrol, en la que se hallaban en construcción dos modernos cruceros -el “Canarias” y el “Baleares”- y cuatro minadores que enseguida prestarían servicio a los sublevados.
Una vez que la sublevación fascista triunfa en Ferrol, y casi inmediatamente, comienzan las actuaciones contra aquellos marinos que intentaron sofocarla o que simplemente no se adhirieron a ella desde el primer momento. El segundo maquinista de la Armada, Don Pedro López Amor, es sometido a Consejo de Guerra Sumarísimo acusado de un delito de sedición a bordo del acorazado “España”. Este consejo de guerra, presidido por el contralmirante Franco Villalobos y del que forman parte el coronel maquinista Manso, el teniente coronel maquinista Mauriz, el coronel de infantería de Marina Liaño, el teniente coronel de infantería de Marina De las Huertas y el capitán de fragata Luis Vierna, mientras actúa de fiscal el coronel auditor de la Base Conde Pumpido, condena a muerte a López Amor.
Su ejecución tuvo lugar el jueves 30 de madrugada, por disparos de una sección de infantería de Marina en el cementerio de Canido. No se ha hallado en los archivos el sumario abierto contra Amor, que entra el 26 de julio en el “Plus Ultra”, del que desembarca el 29 por orden del Estado Mayor de la Base -como consta en su expediente personal-, por lo que consideramos probable que el maquinista hubiese sido fusilado sin sentencia, dada la extrema rapidez con la que se obró en este caso. De ser así, el primer fusilado tras consejo de guerra en Ferrol sería el contralmirante Azarola, el 4 de agosto.
Pero no es necesaria la celebración de un proceso sumarísimo, muchas veces se pasa por las armas sin juicio. El domingo 16 de agosto es sacado del “Plus Ultra” un grupo de quince que son abatidos en el cementerio de Canido. Uno de ellos es Jaime Quintanilla Martínez, presidente de la Federación Provincial Socialista (PSOE). Médico de profesión, contaba 45 años y dejaba viuda a la maestra Ángela Ulla, con la que había tenido dos hijos, Jaime, militante de Juventud Socialista, y Ángel. Juan García Niebla, maestro de escuela en Ferrol, de la Institución Libre de Enseñanza, director de una revista pedagógica, es otro de esos quince. Su ingreso en el “Plus Ultra” como detenido por Marina tiene lugar el 11 de agosto.
Hay que decir que la versión oficial sobre la muerte de Niebla y Quintanilla es ejemplo de como se justifican los crímenes por referencias a pesquisas y, conjuntamente, por intentos de huida. La comunicación de la Delegación de Orden Público de Ferrol, publicada en “La Voz de Galicia” el 18 de agosto bajo el titular “QUINCE FUSILADOS POR DESARMAR A LOS FALANGISTAS”, señala que varios detenidos en el “Plus Ultra” son conducidos por fuerzas de la Guardia Civil y falangistas, de noche, a un lugar no concretado, con el objeto de practicar gestiones sobre un supuesto depósito de armas y concretar cargos, cuando de repente los detenidos se lanzan en masa sobre sus guardianes, tras el llamamiento de García Niebla a por ellos y abajo los fascistas, desarmando a dos falangistas, es entonces cuando el jefe de la GC da la orden de disparar y mueren los detenidos.
Los quince son enterrados en una fosa común del camposanto de Canido, como consta en el libro registro de este cementerio, lugar donde se producían casi a diario los paseos de grupos enteros de presos sacados del “Plus Ultra” y de la Escollera. Algunos afirman que el fusilamiento del exalcalde y sus compañeros fue en el castillo de San Felipe, en el municipio de Serantes, lo que hubeira provocado el esfuerzo de llevar luego los cuerpos hasta el cementerio de Ferrol. Realmente, lo que se procuraba en las ejecuciones, como en la mayoría de las actividades humanas, era ahorrar trabajo: los condenados, sobre todo si nos referimos a los paseados, eran eliminados lo más cerca posible de su sepultura. La lista completa de asesinados ese 17 de agosto en Canido es ésta:
Alfonso Abrodes Rey, obrero de 23 años.
José Pérez Cisneros, 24, carpintero, vecino de Fene.
Ramón Souto González, 36, industrial, alcalde de Fene; candidato del PSOE a diputado en 1933.
Jesús Tenreiro Prim, 34 años, secretario del Ayto. de Fene.
Alfonso Raja Coronado, auxiliar del acorazado “España”, 33 años.
Ángel Monteagudo Carro, maquinista del “España”, 33 años.
Avelino Parrilla Ares, suboficial de la Armada, de Mugardos.
Jaime Quintanilla Martínez, 45 años, médico, socialista.
Juan García Niebla, 60 años, maestro, natural de La Graña-Ferrol.
Ángel García Toribio, 36 años, de Pontedeume, registrador de la propiedad, de Izquierda Republicana.
Ramón Ríos Sordo, maquinista naval retirado, teniente de alcalde de Mugardos, militante de Izquierda Republicana.
Cipriano Canosa Caruncho, 39 años, maquinista.
Manuel Besteiro Luaces, 37 años, radiotelegrafista.
Manuel Serantes Canosa, oficial del “España”.
Juan Romalde Prieto, 40 años, oficial 3º de artillería de la Armada.
Según la época predominó una u otra forma de represión: el método ilegal fue el más utilizado en los primeros meses, entre agosto y octubre de 1936, a partir de noviembre de ese año el “paseo”(1) decayó (sin desaparecer) y fue la actividad incesante de los consejos de guerra la que le sustituyó como medio represor: la apariencia de legalidad se imponía. Sin embargo, entre julio de 1936 y diciembre de 1939 de los 709 ejecutados en Ferrol y comarca, un 65 por cien fueron víctimas de un paseo, lo que hace concluir que la represión en la comarca, y probablemente en toda Galicia, se caracterizó por el predominio de ejecuciones extralegales.
Agosto y setiembre de 1936 son los meses más sangrientos, con trescientas ochenta víctimas. Se producen ejecuciones colectivas sin juicio previo; se saca a los detenidos de la Escollera, del “Plus Ultra”. El camposanto de Canido ve la muerte de Jaime Quintanilla (alcalde desde 1931), Juan García Niebla (maestro), Guillermo Cedrón (del PCE), José López Bouza, el exsacerdote Matías Usero (de Unión Republicana), el sindicalista Mario Rico…; el 22 de setiembre treinta y tres personas en el cementerio de Serantes; en el mismo lugar a finales de ese mes cuarenta y dos del mercante “Udondo” son pasados por las armas por decisión de las autoridades de Marina. ¡Viva la muerte! La borrachera de la violencia baja en los meses siguientes, quizás por falta de víctimas, dada la amplia mortalidad anterior, y son los consejos de guerra los que ahora provocan fusilamientos a veces masivos, como el de treintay dos marinos del “España” en diciembre. La aplicación de la pena máxima, o duras penas de cárcel, a los opositores al nuevo régimen se mantiene como norma y sobrepasará el final de la guerra.
Del total de ejecutados en tres años (709), los domiciliados en la comarca ferrolana serían algo más de quinientos represaliados. Con domicilio en Ferrol y Serantes (estos dos municipios se unen en 1940) más de doscientos, le siguen en cuantía los vecinos de Fene (39), Mugardos (36), Cedeira (31), Pontedeume (24), Narón (23), Ortigueira (19), Ares (16), Mañón (12), Monfero (11), Cabanas (9), Cerdido (9), Neda (9), Miño (8), As Pontes (7), Valdoviño (5), Vilarmaior (3) y Moeche (1). Del exterior destacan los procedentes del resto de Galicia, de la zona norte (Asturias, Vizcaya, Cantabria) y de otras costeras (de Murcia, Barcelona, Valencia). En la lista aparecen doce mujeres, hay por tanto mayoría abrumadora de varones; por edades se puede hablar de una cierta juventud de los represaliados: casi el setenta por cien tenía menos de 41 años, siete de cada diez, mientras que el cuarenta y cuatro de cada cien era menor de 31 años, con 45 casos que no llegaban a los 21 años, los más jóvenes sólo tenían dieciséis o diecisiete años. La represión afectó a todos los sectores sociales, pero lo hizo en mayor proporción sobre los asalariados, obreros de la construcción naval, trabajadores del mar, labradores y militares sobre todo de la Armada, en su mayor parte marineros o fogoneros, cabos y suboficiales, por este orden. Esos dos grupos aportan más de la mitad de los ejecutados, pero el perfil profesional de los represaliados muestra un amplio abanico, con estamentos de clase media (funcionarios, maestros, oficiales militares,abogados, comerciantes, propietarios rentistas, profesionales por cuenta propia…) junto a clases populares, todos interesados en la defensa de un régimen de derechos individuales y libertades que garantizaba la Constitución de 1931.
Lo anterior no es más que un brevísimo resumen, una mínima muestra de la represión llevada a cabo en Ferrol por los golpistas en los días inmediatos a su levantamiento en armas contra la República. La represión y el terror se extendió durante toda la guerra y continuó durante la dictadura, tanto en Galicia como en el resto de España.
Benito Sacaluga.
Extractado de: “DE PERPETUA A MUERTE. HISTORIAS DE LA GUERRA CIVIL…” Autor: XOSÉ MANUEL SUÁREZ
(1) En el llamado paseo, no se precisaban retorcer las normas del Derecho: las víctimas eran sacadas de las cárceles (barcos, prisiones del Arsenal, cuarteles…), para ser fusilados contra los muros de un cementerio, cerca de una fosa común preparada al efecto. Luego una nota de la comandancia de la Guardia Civil, del Jefe de Policía o del Delegado de Orden Público, bastaba para justificar la“ejecución” un intento de fuga de los reos, o simplemente las victimas quedaban en el anonimato, desaparecidas.
Fuente → dedona.wordpress.com
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