El Séneca de Cerroceco

Abundito Morales aprobó EGB en el colegio de Cerroseco del Caudillo, regentado por los Canónigos hospitalarios premonstratenses de san Zósimo de Alepo. En solo dos años. Sobresaliente de nota media. Ocho cursos en dos. Sin ir a clase, sin examinarse, sin conocer a los curas… ¿Un milagro de san Zósimo? No, puro talento. Abundito Morales era conocido en la comarca como el Séneca de Cerroseco. Tenía nombre de tonto proverbial pero era un ciencia. Hoy es nada menos que don Abundio Morales, alcalde de Cerroseco del Caudillo y diputado provincial por ese partido del que usted me habla, con eso lo digo todo.

Al colegio acudíamos todos los niños de los puebluchos y aldeas del valle de la Victoria, principalmente de Capacochinos del Obispo, Entrepiernas del Rey y el mío: Matalascabrillas del Duque, inmortalizado por el gran Forges. Abundito era un niño blanco como la leche, fino, pollopera, pisaverde y remilgado. Apenas le daba el sol. Su padre era el dueño del matadero y él siempre andaba a la sombra, sesteando en buenas hamacas y cojines de tafetán, comiendo helados y abanicándose con los cuadernos Rubio.

Los niños del valle, en cambio, estábamos negros como el tizón de criar cochinos en los chaparrales y bregar con cabras por caminos terruñeros, duros como lerdones de borrico de tanto corretear liebres y apedrear curas en las veredas, con perdón. Éramos agrestes, toscos, rústicos, no como Abundito, que era lebrastón, meapilas, cagatintas y archibeato.

Como era previsible en aquella cabila de bereberes envidiosos, algunos de los más negros la tomaron con Abundito. Lo típico: boñigazos, salivazos, zandadillas, balonazos… Que si chivato, mamahuevos, pollopera, chupasotanas… Que si te compran las notas con jamones y tocinos… En una palabra: Acoso. Ya lo advertía don Celestino en clase: “Tenéis el pellejo renegrido como el alma y como el carbón del infierno, sois dañinos como hijos de republicanos, y vais a hacer de Abundito un racista. De mayor odiará a los negros y a los moros por vuestra culpa”.

Y acertó. A pesar de su inteligencia superior –se hizo abogado en cuatro meses y se doctoró en campus universitarios de medio mundo-, hoy Abundito Morales, el Séneca de Cerroseco, desconfía de toda piel humana cuyo color difiera del blanco lechón. ¿Por qué? Por el acoso escolar. Por nuestra culpa. Dicen que el sábado mismo se doctoró en Racismología por la University of Mississippi. Desde su despacho de Cerroseco. A distancia y en una mañana. ¡Qué prodigio!

Quién iba a decir que Cerroseco alumbraría semejante heredero de don Pelayo, un digno hijo del Cid que velará por el nuevo amanecer de la indivisible España y por sus esencias más ancestrales y e imperecederas: el idioma, los toros, la historia, la religión y la raza. Mil años tardará el mundo en parir otro Abundito.

Fuente de la noticia → lareplica.es