El adoctrinamiento en la dictadura franquista

El adoctrinamiento en la dictadura franquista

Durante los primeros años de la posguerra, Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (F.E.T. y de las J.O.N.S.), el Partido Único de la dictadura, intentó jugar un papel principal en la nueva vida ciudadana y en el conjunto del país. Para ejercer esta hegemonía, Falange seguía el ejemplo de los otros fascismos europeos, el nazi alemán de Adolf Hitler y el fascista italiano de Benito Mussolini. Disponía de tres grandes organizaciones propias, con una incidencia notable en la vida colectiva: Auxilio Social, Frente de Juventudes y Sección Femenina. En el ámbito universitario, el Sindicato Español Universitario (S.E.U.) era el responsable de organizar la vida extra académica de los estudiantes…

Marcha de la Falange fascista Movimiento Juvenil frente al dictador en un desfile honrando el cuarto aniversario de la victoria de las tropas de Franco durante la Guerra Civil. Foto: Berliner Verlag/Archive (AlamyStock)

La ‘Sección Femenina’, el retorno al hogar

Ya desde su creación, en el año 1934, la Sección Femenina de Falange Española se caracterizó por la propagación del ideal femenino de sumisión respecto al hombre. En clara oposición al progresivo auge de las ideas y pensamiento feminista en España durante la II República, las falangistas encuadradas en la Sección Femenina reclamaban un retorno o reconstrucción de los valores tradicionales asociados a la mujer. Hay que señalar que la fundación de la Sección Femenina respondía a la necesidad de colocar a las mujeres de la organización en un sector de la misma apartado de cualquier posibilidad de actividad política. El propio José Antonio Primo de Rivera, indicaba que la función principal de las mujeres afiliadas a Falange era el apoyo y auxilio abnegados a los hombres falangistas, auténticos estandartes de la organización. Dicha asistencia en la sombra, que responde, según el ideal falangista, a la auténtica “naturaleza” de la mujer, bien en su papel de madre, de esposa o de hija, se pondría de manifiesto durante los meses del año 1934 como consecuencia de las detenciones de varios dirigentes de Falange, entre ellos el propio José Antonio.

A consecuencia de estos hechos se produjo una situación en que el núcleo femenino de Falange pudo desempeñar la tarea para la que había sido creado: asistir a los detenidos, visitar a los encarcelados, prestar apoyo a las familias, recabar fondos mediante colectas.. La actividad femenina en la organización se caracterizó por su voluntarioso no-igualitarismo; la interiorización por parte de la mujer falangista de valores como la entrega, la abnegación, la sumisión respecto al hombre, auténtico actor de la Historia, van a marcar los primeros años de la Sección Femenina, creando un núcleo de mujeres convencidas de su verdadero papel como complemento y estímulo del “despliegue varonil de la Falange, bálsamo femenino, generoso y arriesgado.” Es este corpúsculo de mujeres las encargadas de diseñar y llevar a la práctica los planes formativos y culturales de la próxima generación de mujeres.

Acabada la guerra, la Sección Femenina de una Falange ya unificada con las JONS, pasó a ocuparse de diversas tareas por encargo del propio Estado franquista. Hay que señalar a este respecto que todo y convertirse por decreto del caudillo en el partido único del régimen, cuya afiliación era obligatoria para optar a cualquier cargo en la administración del Estado, numerosos falangistas comprendieron, ya durante el mismo año 1939, que la regulación de Falange imposibilitaría la aplicación estricta de su programa. Aunque en teoría el Decreto de Unificación atribuía a la Falange las funciones características de todo partido único, en la realidad y durante años, la Falange no pudo o no supo cumplir su papel supuestamente atribuido: la creación de una élite política, el control y la educación de las masas, y el mantenimiento de una comunicación fluida entre el Estado y la sociedad.

El debilitamiento de la Falange por parte del Estado franquista tomará la forma de su más próxima vinculación al poder central, en una incuestionable maniobra por parte de Franco con el objetivo de reducir cualquier concentración de poder que pudiera significar una oposición a su persona. Sin embargo, la Sección Femenina presenta aspectos muy diferenciados. Aunque cuenta con alrededor de 600.000 afiliadas al terminar la guerra, para Franco no representa ningún peligro hacia la estructura de su poder, dado que en las propias palabras de Pilar Primo de Rivera, dirigente de la sección desde su creación, la aspiración de la Sección Femenina era “una labor callada, continua, que no nos traerá más compensación que el pensar cómo gracias a la Falange las mujeres van a ser más limpias, los niños más sanos, los pueblos más alegres y las casas más claras”.

La estructura de sumisión y abnegación se reproduce con respecto al poder que emana del Generalísimo. Éste comprendió enseguida que la adhesión al régimen de la Sección Femenina como instrumento de control ideológico sobre las mujeres sólo le podría reportar ventajas en su cruzada por el restablecimiento de un régimen tradicionalista, católico y sumiso.

A finales del año 1939, cuando se produjo la reestructuración de la Sección Femenina, el Servicio Social de la Mujer pasó a formar parte de su Jefatura Nacional. Con esta adscripción se dotó a la Sección Femenina de un arma vital y de gran poder en su iniciativa de influencia sobre la mayor parte de mujeres españolas, dado que el paso por los cursos que organizaba el Servicio Social eran de obligado cumplimiento por todas aquellas mujeres que desearan tener acceso a cualquier esfera vinculada al Estado: Universidades, funcionarias, enfermeras, burócratas, empleadas del partido y organismos públicos, etc.

Un nuevo decreto de febrero de 1944, introdujo algunas reformas en el Servicio Social, de modo que su cumplimiento se ampliaba a todas las mujeres solteras o viudas comprendidas entre los 17 y los 35 años que tuvieran la intención de conseguir cualquier trabajo remunerado en instancias públicas o empresas privadas que funcionaran bajo la intervención del Estado. Este último punto significaba el paso por el Servicio Social de la mayor parte de mujeres trabajadoras. Si a esto añadimos que “se exigirá el certificado de haberlo realizado totalmente para obtener pasaportes, carnés de conducir y licencias de caza y pesca, así como, seguir perteneciendo a centros o asociaciones artísticas, deportivas, culturales, de recreo o análogas” comprendemos que el control ejercido por la Sección Femenima sobre la gran mayoría de mujeres era incuestionable e omnipotente.

Teniendo en cuenta que la realización de los cursos del Servicio Social tenían una duración mínima de unos seis meses, dependiendo de lo que se tardaran en conseguir los “conocimientos” deseados, durante unas seis horas diarias, se puede valorar la dificultad que representaba para cualquier mujer trabajadora el añadir a su jornada cotidiana laboral la asistencia a las Escuelas de Formación y a las del Hogar.

Acto de juramento de nuevas afiliadas a la Sección Femenina. Foto: Pérez de Rozas

El Patronato de Protección de la Mujer

En 1941 se creó el Patronato de Protección de la Mujer, presidido por Carmen Polo de Franco. El decreto fundacional hacía referencia a las “ruinas morales y materiales producidas por el laicismo republicano, primero, y el desenfreno y la destrucción marxista” y anunciaba una serie de medidas encaminadas a la dignificación moral de la mujer, especialmente de las jóvenes, para impedir su explotación, apartarlas del vicio y educarlas con arreglo a las enseñanzas de la Religión Católica”. Se trataba de un verdadero plan de choque que privaría de libertad a miles de mujeres durante años.

Muchas chicas acabaron en el Patronato tras haber pasado ya años de su vida encerradas en centros dependientes del Tutelar de Menores. A partir de los 15, pasaban al Patronato, que podía tener la tutela de las chicas hasta los 21, extensibles a 25. El objetivo era velar “por la mujer caída” o en “riesgo de caer”. Los motivos por los que una chica podía caer en el Patronato iban desde haber vivido una sexualidad más libre, tener ideas políticas, ser víctima de una violación, ser madre soltera, ejercer la prostitución por necesidad, vender tabaco de contrabando….

El Patronato de la Mujer se extendió hasta 1983 como un brazo controlador de la moral que se pretendía para las mujeres. La llegada de la democracia no supondrá ningún cambio para estas chicas presas en vida, al menos durante la primera década del nuevo período político.

El Auxilio Social

El Auxilio Social se creó en Valladolid en 1936, en plena Guerra Civil, inspirado en el Winterhilfe de la Alemania nazi. Comenzó como una red de comedores de invierno de emergencia y terminará siendo uno de los instrumentos de adoctrinamiento más poderosos que tuvo el franquismo. Sobre todo, para los hijos de los republicanos. En 1940, con 233.000 presos políticos pendientes de ejecución o con largas condenas, la niñez más desvalida era la que habían creado el mismo Estado fascista y su represión. Las cárceles estaban llenas de adultos y los internados, de niños. La única salida para muchos era la caridad a cambio de adoctrinamiento que ofrecía la beneficencia del Estado. El último eslabón de la represión.

En el momento de su fundación apenas si tenía una habitación, pero su organización no tardó en crecer exponencialmente durante la contienda: para octubre de 1937 tenía 711 centros, un año después estos ya habían crecido a 1265 centros y en octubre de 1939 los establecimientos de auxilio social eran 2487. Auxilio Social llegó a tener delegaciones que actuaron fuera de España, realizando labores de recaudación económica y atención a los inmigrantes más necesitados.

Auxilio tenía su propio servicio de propaganda, la Oficina Central de Propaganda, bajo la dirección de la escritora Carmen de Icaza (abuela materna del ex-ministro del PP Iñigo Méndez de Vigo). Icaza organizaba la presencia de fotógrafos y periodistas en las llegadas de los camiones de Auxilio y reportajes sobre los repartos de víveres y la atención que las mujeres falangistas deparaban a los niños cuya finalidad sería la distribución propagandística del régimen. Icaza desempeñó el cargo durante 18 años, teniendo un papel destacado en la dirección propagandística del régimen franquista.

La relación del organismo con la Alemania nazi fue importante. Durante la guerra civil las dirigentes femeninas del Auxilio Social realizaron frecuentes viajes de orientación en la Alemania nazi.

Foto: Savinosa

Los internados del miedo

La dictadura de Franco comenzó trabajar en el adoctrinamiento de los más pequeños desde el minuto uno. Incluso durante la Guerra Civil. En plena campaña bélica, el gobierno franquista de Burgos restituyó al abogado Ramón Albó como responsable de la Obra de Protección de Menores y, a partir de este momento, la beneficencia sería entendida como una ocasión inmejorable para adoctrinar y reeducar a los niños, sobre todo, si eran hijos de rojos e inculcarles los nuevos valores patrióticos, religiosos y familiares.

La dictadura dispuso de una amplia red de centros destinados a los más pequeños que se prolongó durante todo el franquismo y parte de la democracia. En su interior se adoctrinaba a hijos de madres solteras, de mujeres separadas a las que se les quitaba la custodia de sus hijos, niños que tenían a sus padres en la cárcel, hijos de chicas embarazadas… La dictadura, con sus imposiciones nacional-católicas había creado sus propias víctimas y luego les ofrecía beneficencia a cambio de adoctrinamiento, caridad a cambio de propaganda.

El Patronato Nacional Antituberculoso (P.N.A.) fue un organismo fundado en 1936 con el fin de combatir la tuberculosis. En 1958 cambió su nombre por el de Patronato Nacional Antituberculoso y de las Enfermedades del Tórax. Este organismo creó una serie de medidas, unas asistenciales y otras preventivas. Entre las primeras se encontraban la construcción de preventorios o sanatorios, entre las preventivas estaban los dispensarios y las colonias infantiles.

A partir del 1940 el Servicio de Colonias Preventoriales, comienza a organizar estancias de tres meses para niños y niñas de 7 a 12 años en algunos centros de toda la geografía estatal. Formaba parte del plan de lucha contra la tuberculosis, pero la realidad es que los preventorios terminaron siendo un contenedor de situaciones muy diversas, especialmente para las familias sin recursos que, a pesar de no tener ningún enfermo de tuberculosis, veían en aquellos centros la única manera de garantizar un plato en la mesa para sus hijos o unas vacaciones. Los testimonios relatan que en estos centros los maltratos físicos, psíquicos y los abusos sexuales eran habituales. 

La crueldad a la que fueron sometidos miles de niños en estos supuestos centros de protección al menor tiene un paso más: los psiquiátricos. A estos centros se enviaba a los niños que no se sometían a la disciplina y a la moral que desde la dictadura se quería imponer. Poco después del final de la Guerra Civil, el Grupo Benéfico, un centro dependiente de Protección de Menores, ya empieza a realizar dos fichas para cada menor: la de antecedentes, en la que se estudia el entorno familiar de la criatura, y la médico-antropométrica, que elaboraba un médico después de realizar unos exámenes mentales de dudoso rigor científico. Según los resultados de estos exámenes, las autoridades franquistas decidían a qué centro enviar a cada pequeño.

Una actitud prolongada de rebeldía podía significar el ingreso en un hospital psiquiátrico durante años. Cuando las instituciones no podían doblegar a una de las criaturas, la solución era hacer desaparecer el problema y esconder al menor en estas instituciones, donde si no se estaba loco, había muchas posibilidades de perder el juicio. Allí se utilizaban técnicas psiquiátricas del momento como herramienta de represión: celdas de aislamiento con camisas de fuerza, electrochoques, inyecciones de trementina..


Hay denuncias de cientos de personas de centros diferentes, que no se conocen entre sí, y que hablan de un régimen de terror. Allí fueron víctimas de palizas, violaciones, trabajo esclavo y vejaciones, en unos centros que el régimen utilizaba para su propaganda. Unas dramáticas experiencias vitales que quedaron sepultadas por el silencio y que recoge el documental Los internados del miedo, realizado por dos de los periodistas que más han documentado la barbarie de la dictadura en España, Montse Armengou y Ricard Belis.

Frente de Juventudes

El Frente de Juventudes fue creado en 1940 y encuadraba a todos los niños y jóvenes entre los 7 y los 21 años, agrupándolos en diversas secciones: centros de enseñanza, centros de trabajo, sección rural; y, seguía en gran parte el modelo de las organizaciones juveniles de la Italia fascista. La organización contaba con un núcleo dirigente, más politizado, vertebrado alrededor de las Falanges Juveniles de Franco, de donde se suponía que saldría la futura clase dirigente de un hipotético Estado nacional-sindicalista. El objetivo fundamental del Frente de Juventudes era la educación física de los jóvenes y su socialización política en los principios falangistas, que se conseguiría mediante el adoctrinamiento ideológico en las escuelas y centros de trabajo, pero también con una serie de actividades extraescolares y extralaborales: deportes, actos culturales, desfiles, marchas, concentraciones y, por encima de todo, la realización de campamentos.

Las mujeres tienen vetada la entrada a la organización, debido a que Pilar Primo de Rivera presionaba para lograr su encuadramiento en la Sección Femenina. Quedaban fuera de la organización los mayores de 21 años, para este sector adulto se fundará en el año 1960 la Agrupación de Antiguos Miembros del Frente de Juventudes, siendo su primer presidente Manuel Cantarero del Castillo, personaje destacado dentro de las familias falangistas por sus posiciones críticas con el franquismo..

La Organización Juvenil Española, OJE

La juventud fue un sector que el régimen siempre quiso encuadrar en sus filas. Los cambios de la sociedad a finales de los cincuenta hacían incompatible un Frente de Juventudes fuertemente ideologizado y militarizado con la doctrina falangista, con los nuevos tiempos de apertura económica y apariencia reformista del régimen. Gran parte de la juventud miraba con recelo una organización juvenil tan cerrada y adoctrinada; para adaptar la organización a los nuevos tiempos en año 1961 se creó la Delegación Nacional de Juventudes que se hacía cargo de la continuidad del Frente de Juventudes que era sustituido por la Organización Juvenil Española OJE. Sus objetivos iban dirigidos a la prestación de servicios a los jóvenes especialmente en el tiempo libre. La OJE contaba con una importante red de albergues y campamentos y combinaba el deporte y los juegos de hogar de hogar con un enfoque político “en orden al mayor servicio de la patria”, ocupando el vacío de asociaciones juveniles y tutelando así el ocio y la actividad asociativa de los jóvenes.

Los niños OJE eran todos de un rubio oxigenado, con el pelo liso en su mayoría y siempre iban repeinados al uso alemán, con la nuca afeitada y la raya marcadísima a la izquierda de sus cocorotas (paradojas de la vida, con la raya a la izquierda). Siempre sonrientes, con su impecable uniforme lleno de signos bordados e insignias, echaban larguísimos partidos de fútbol en el campo de tierra

Fuente de la noticia → . scandallos.wordpress.com

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