Dos libros con las sombras de la Transición: ni tan ejemplar ni tan pacífica
El expresidente Adolfo Suárez en la portada del libro ‘La Transición. Historia y Relatos’.
La llamada Transición ni fue tan modélica ni tan pacífica, pero, eso está claro, acabó con un régimen fascista. Dos libros nos pueden ayudar a entender que muchas interpretaciones son sesgadas en función de intereses muy concretos y/o de estrategias políticas perfectamente diseñadas. Para no quedarnos en el discurso televisivo y oficial, os proponemos la lectura de ‘Atado y bien atado. La transición golpe a golpe (1969-1981)’, de Rubén Uceda, y ‘La Transición. Historias y relatos’, Carmen Molinero y Pere Ysàs.
El verano está siendo calentito y no tanto por las temperaturas. El cambio de gobierno iba a generar muchas noticias y controversias. Y así ha sido. Movimientos de todo tipo y disputas por quién es más… en cada intervención. Como ejemplo, el Congreso del PP, con descalificaciones donde vuelve a aparecer ETA, algo habitual en la extrema derecha cuando escasean las ideas. El proçes, las relaciones con Catalunya, la financiación local, la autonómica, las pensiones, RTVE, la inmigración… y de manera singular la memoria histórica. No tanto por la aplicación de la Ley, la exhumación del General Franco o el futuro del Valle de los Caídos, que también sirven de excusa para no hablar de otros temas, sino por las declaraciones de una ex amiga del rey emérito, las de fascistas varios -desde la Fundación Francisco Franco a modernillos trasnochados como Fabio MacNamara- o debates como los suscitados por la publicación, por parte del periodista de La Marea Daniel Bernabé de La trampa de la diversidad. Cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora (Akal, 2018)
A raíz de la publicación de este libro, vamos a detenernos en otros dos trabajos que tienen que ver con memorias, olvidos, silencios, ignorancias y manipulaciones, que quizá ayuden a comprender un poco nuestra actual cotidianidad.
Uno de ellos Atado y bien atado. La transición golpe a golpe (1969-1981), de Rubén Uceda (Akal, 2018 ). Novela gráfica de este madrileño de 1972 al que ya conocíamos por El Decapital, Tratado sobre el divino consumo (La Oveja Roja, 2012) y otras publicaciones. De manera mordaz, evidencia unos años con muchos puntos más que oscuros, ignorados habitualmente. El inicio promete, con dos páginas con Chicho Sánchez Ferlosio como protagonista, otro de nuestros grandes olvidados, que está presente con sus poesías-canciones a lo largo de todo el relato. Escuchar sus temas, durante la lectura, es la mejor banda musical posible embutiéndonos íntegramente en relato e imágenes.
El primer capítulo echa a andar en 1969, Atado y bien atado (primera parte), con esta frase: “El 5 de enero de 1968, el príncipe Juan Carlos cumplió 30 años, la edad fijada por la Ley Fundamental de 1947 para poder ser designado sucesor de Franco a título de rey”. Días después, visita al dictador para confirmar sus deseos. Toda la maquinaria del Estado se pone en marcha para facilitar el cambio de dirigente.
En capítulos siguientes, la presencia del rey emérito como figura relevante, unida a la de fascistas muy reconocidos, con el objetivo de garantizar su acceso a la jefatura del Estado.
Por su edad, Franco cedió algunas de sus atribuciones al almirante Carrero Blanco. Parte de los planes atados se desligaron cuando este último sufrió el atentado que acabó con su vida, la de su escolta y su chófer en la madrileña calle de Claudio Coello, tras acudir a misa en la iglesia de San Francisco de Borja. En paralelo, se produce la revolución de los capitanes, que acaba con la dictadura de Salazar en la vecina Portugal. Protestas internacionales contra España por la ejecución del anarquista Salvador Puig Antich, labor que realiza el sexagenario Antonio López Sierra, sargento provisional del ejercito franquista y ex combatiente de la División Azul.
La enfermedad del dictador hace que el futuro rey asuma la jefatura del Estado interinamente, coincidiendo con el abandono de nuestras tropas del Sáhara español y con la Marcha Verde organizada por Hassan II (los dos reyes se trataban como hermanos). El general estadounidense Walters controla lo que acontece.
Un Franco moribundo da el visto bueno a las últimas penas de muerte, en un Consejo de Ministros donde se sienta uno de los fundadores de AP. La misma persona que avaló con anterioridad, desde esa misma mesa ministerial, la ejecución de Julián Grimau; la misma que poco después fundaría El País. La misma que presidiría el PP en la democracia restaurada.
Con imágenes y textos, Uceda nos acerca de manera viva y sencilla a momentos que prácticamente nadie parece querer recordar. Discurso de investidura del nuevo jefe del Estado asumiendo los principios del Movimiento, como monarquía del 18 de julio. Las movilizaciones de la clase trabajadora por todo el Estado. La ciudad de Vitoria sitiada por la policía, que asalta una de sus iglesias, con el resultado de cinco muertos. La matanza de Montejurra contra carlistas disidentes, el mismo día que en la Universidad Autónoma de Madrid se celebra el Festival de los Pueblos Ibéricos con carga policial al acabar el mismo. Los congresos tolerados de UGT y PSOE. Las conversaciones entre gobierno y Santiago Carrillo. La asunción por el PCE de la bandera bicolor. La nueva semana trágica con los asesinatos de los sindicalistas de la calle Atocha. La bomba contra la redacción de la revista El Papus. Las muertes de manifestantes en la calle, fruto de la violencia de policía y del terrorismo fascista permitido, en gran medida amparado y consentido como parte de las cloacas del Estado. Jornadas libertarias de Barcelona, que congregaron a más de medio millón de simpatizantes libertarios. Plan posterior para desmovilizarlos. La manipulación del Caso Scala. La criminalización de la CNT. Los bebés robados o San Fermín 78, relatos que leíamos en publicaciones como Sal Común, Ajoblanco, Star, Ozono, Bicicleta… que Uceda nos recuerda en un recorrido que concluye el 23F.
Psicogeografía histórico-cultural. Rabia y deseo en forma de tebeo ante tanta desmemoria. Nada que ver con batallitas ni recuerdos, más bien sobre la utilidad del arte ante negaciones, silencios, mentiras y revisionismos
Carmen Molinero y Pere Ysàs son catedráticos de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona, especializados en la historia social y política de la dictadura franquista y del proceso de transición a la democracia. Este año han publicado La Transición. Historias y relatos (Ed. Siglo XXI), un recorrido por aquellos años poniendo en entredicho algunos de los relatos más repetidos sobre el orden político surgido a partir del 78.
El ex ministro Rodolfo Martín Villa, sobre el que pesa una orden por parte de una jueza argentina, “de busca y captura internacional por los delitos de genocidio y/o crímenes de lesa humanidad cometidos en España por la dictadura franquista y por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante los sucesos de Vitoria (1976)”, manifestaba hace años: “La izquierda es la que enarbola la bandera de la democracia. Nosotros nos limitamos a traerla”. Afirmación absolutamente falsa, para los autores, que documentan otro escenario, mostrando que casi todos los actores formados en el franquismo, desde la Corona a ministros y dirigentes del régimen, nunca apostaron por una democracia similar a las del resto de los países de nuestro entorno. En sus discursos expresaban la idea de continuidad con el orden surgido tras el golpe de Estado sin criticar ni renegar del mismo, acordando simplemente “reinterpretar los Principios Fundamentales del Movimiento”, adaptándolos a los nuevos tiempos.
Junto a ese relato, conviven otros que afirman que todos los males pasados y actuales de nuestro país son debidos a la forma de abordar la transición con traiciones, renuncias y desmovilizaciones, o que fue EE UU el que instauró la democracia, en una compleja operación entre CIA y ETA. Sobre esto último, los autores acreditan que Henry Kissinger, secretario de Estado estadounidense, y los presidentes Nixon y Ford nunca mostraron grandes simpatías por el establecimiento de la misma. “Lo fundamental en su relación con el Estado español había sido y seguía siendo la utilización de las bases militares instaladas conforme a los Pactos de Madrid de 1953”.
Los autores, con múltiples datos y referencias, documentan que la restauración democrática fue posible por las movilizaciones de amplios sectores de la sociedad durante años (clase trabajadora, movimiento sindical, vecinal, estudiantil, feminista, cultural, oposición política, sectores de la iglesia, profesionales…); por una situación económica muy delicada que impedía tomar medidas coherentes, por las rivalidades entre las familias del Régimen y por la incertidumbre de la realidad política, prioridad absoluta en aquellos días; por la presión internacional de rechazo a las últimas penas de muerte y al estado policial existente.
La realidad obligó a los aperturistas a dar un paso ante la evidencia de que la monarquía y las ambiciones políticas de todos ellos podían venirse abajo, y con ello sus intereses económicos. Nunca pensaron en liderar un proceso democrático real. Las circunstancias y el temor ante lo que podía ocurrir obligaron a modificar en parte los planes diseñados por el dictador.
Con la distancia que da el tiempo quizá es posible manifestar que no todo estaba tan “atado y bien atado”. Los cambios, como siempre ha sucedido, dependen de la correlación de fuerzas implicadas en cada momento. La obligada evolución contó con la inestimable utilización de los medios de comunicación, principalmente la televisión, construyendo un relato poco parecido al guion original diseñado -ya sabemos que los guiones se modifican en directo- dando protagonismo a unos y omitiendo a otros. Un dato a recordar: Adolfo Suárez fue director de TVE, supervisando personalmente algunas de las transmisiones protagonizadas por el general Franco.
Sobre los males actuales que algunos achacan al proceso de transición, Carmen Molinero y Pere Ysàs afirman, sin entrar a valorar los límites o no de la Constitución: “No parece que exista fundamentación para relacionar la profunda crisis económica iniciada en 2009 y sus devastadoras consecuencias sociales con los orígenes y características de la democracia establecida en la Constitución de 1978. Más bien hay que dirigir las miradas a las políticas económicas aplicadas por gobiernos sostenidos por mayorías parlamentarias de distintos signos”.
Estamos ante dos publicaciones de origen distinto que ayudan a conocer situaciones veladas de nuestra historia reciente. A tener más apuntes de esos años decisivos de nuestro pasado, nuestro presente. A conocer, reflexionar y pensar sobre futuros posibles. A evidenciar que hay realidades y puntos de vista heterogéneos y diversos. A asumir que la llamada Transición ni fue tan modélica ni tan pacífica, pero que acabó con un régimen fascista. A comprender que muchas interpretaciones son sesgadas en función de intereses muy concretos y/o de estrategias políticas perfectamente diseñadas.
Fuente → elasombrario.com
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