Passar pàgina?

No olvidadizos, sino olvidadores”
Mario Benedetti
No hay frase más icónica y definitoria de la impunidad del poder que el lacónico, reiterado y agotador mantra del "pasar página". Si hiciéramos la hemeroteca de quien -y cuándo- la ha pronunciado, en todas las latitudes del horror, lloraríamos de pena. Porque cada vez que el poder hace de las suyas -que arrasa, que saquea, que maltrata- corre veloz a ordenar que se pase página. A poder ser sin ni siquiera escribirlo. No sea que nos diera por leerlo. Y no, en el fondo nunca pasan página: cierran el libro de golpe y lo tiran a la papelera.

Pasar página prohibiendo leerlo y decretando olvidarlo se paga siempre demasiado caro. Que luego pasa lo que pasa. La última vez que obligaron a "pasar página" 114.000 personas se quedaron en las cunetas, 65.000 sentencias de los tribunales franquistas se quedaron sin anular y amnistiaron a -la transición pacífica, como mito- 188 muertos provocados por la violencia institucional, policial, ultraderechista. Que le pregunten a Cipriano Martos si no -imprescindible libro, por cierto, recién salido de la pluma de Roger Mateos contra la tinta invisible de la desmemoria. Girando hoja pasamos de la ley a la ley; de la ley franquista a la ley constitucional, mientras un libro cerrado a cal y canto chorreaba impunidades por todas partes. De tanto girar hojas compulsivamente, ahora nos damos cuenta de que el pie de página que nunca nos dejaron leer pone que a Billy El Niño, el sádico torturador de la DGS (Dirección General de Seguridad) de la dictadura recuperado para la democracia, no se le concedió una condecoración policial, no; recibió cuatro. Xim-pum. Y más aún en el espejo que dobla pasado y presente: pasar página ¿de qué? ¿De que el máximo mando represivo del 1-O ha sido ascendido a general? ¿De que los uniformados armados que nos zurraron serán condecorados? ¿De qué estamos bajo excepción permanente con presos, exiliados y sumarísimos judiciales mccartistas?

Esto no significa, en ningún caso, que no se tenga que pasar página -esta es la excusita cínica, habitual y banal del poder criticando quien se resiste a pasarla sin ton ni son. Demasiado a menudo, sencillamente, no se puede pasar la página porque borrarla equivaldría a pura rendición, como escribe José Eduardo Agualusa en Teoria general de l’oblit. Las luchas contra la impunidad siempre han sido agotadoramente largas y nos recluyen en el rompecabezas y la jaula del tiempo parado: mientras dura la injusticia dura la página abierta. Por eso el dilema, siempre y en todas partes, es como y cuando concurre el derecho a girar la hoja, cuando la vergüenza radica en que no se puede "pasar página" impunemente, como pretenden, y sin haberla leído en detalle antes. Por lo que, obviamente, primero hay que poder haberla escrito, derecho que también niegan y destierran.

La única forma razonablemente justa y duradera de pasar página está escrita hace décadas: pedir perdón, reconocer el daño causado, repararlo en la medida de lo posible y arbitrar garantías de no repetición. Y esto no es ningún descubrimiento nuevo: es la base justa e inapelable de la cultura de los derechos humanos, menospreciada siempre por un poder que la afirma en público para poder negarla en privado y a escondidas. El antónimo de la mentira del olvido, escribía Juan Gelman, es la verdad de la que nos quieren despojar. El poeta argentino esclarecía también que los de arriba siempre tienen suficiente poder y medios para finalmente no saber nada de nada, olvidarse de todo y salir indemnes, como si nada hubiera pasado y celebrando que si son ellos los que la hacen nunca la pagan.

Pasar página de golpe para que nadie lo vea -porque nadie recuerde, porque nadie se indigne- es tan consustancial a la ideología dominante del poder en el Eatado español, que siempre innova en brutalidad inquisitorial. Y en la fase ultra y desbocada del búnker judicial, el Estado ya es más partidario de arrancarla directamente que no pasarla discretamente. ¿Rescate bancario impune de 60.000 millones de euros? Pasen página, no sean resentidos. ¿Rescate del Castor de Florentino con todo el morro cargado en nuestros hombros? Pasen página, no se entretengan. ¿Que el IBEX35 acumuló 41.700 millones de euros en beneficios pornográficos en 2017 mientras las desigualdades nos estrellan contra el futuro? Circulen, circulen, no hay nada que remirar. Se comienza pasando páginas, sí, y se termina en la hoguera de Fahrenheit 451, a un comerciante de armas haciendo de embajador en EEUU o con Albert Rivera, distòpicamente, ofreciéndose para liderar el movimiento feminista.

Venda en los ojos, pasar página y a otra cosa no es más que la inútil orden estricta del poder para que firmemos una autoderrota capitulando. El orden continuo de acatar y callar, obedecer y enmudecer, de cegarnos y someternos. Por eso, los que pretenden imponer la ruindad del mediocre "pasar página" hay que oponer siempre y más que nunca el derecho inalienable -y el deber irrenunciable- de escribirla y leerla, bien lejos de los altavoces del poder, para que nunca triunfe el olvido. Este olvido gris y espeso, neurótico y obsesivo, que algunos planifican cada día desde los despachos de la impunidad para desprogramarnos, precisamente, de lo que aprendimos juntos y nunca desaprenderemos. Que, sin embargo, la fortaleza de la gente puede con la fuerza bruta de la gente, que queriendo ser república aprendimos a ser pueblo y que vinisteis por nosotros y no pasasteis. Contra la ley del silencio que urden, la dialéctica de la memoria es terca. Nosotros ni somos ni seremos capaces de olvidar. Y no tengáis ninguna duda: ellos tampoco.


Seguir leyendo más sobre esta información... Fuente de la noticia →
llibertat.cat
sinpermiso.info