La historia de una negación
Los nazis asesinaron al combatiente antifranquista y republicano Gregorio Rebollo García en el campo de exterminio de Gusen (Austria) en 1942.

Gregorio Rebollo fue un sargento republicano que combatió en la Guerra Civil, en la Segunda Guerra Mundial y acabó muriendo en Mauthausen. Durante casi 70 años su familia negó su existencia por miedo



Gregorio Rebollo García nació en Alpedrete, Madrid, en 1903. Era empleado del Ayuntamiento de Madrid, personal sensible y hogareño, amante de su familia, su esposa Luisa y sus 4 hijas. Cuando estalló la Guerra Civil se unió a la defensa de la República y de la Ley. En ningún momento dudó en alistarse para combatir a las tropas sublevadas. Participó en la confrontación estratégica para la defensa de Madrid, en la Batalla de la Ciudad Universitaria, más tarde en la Batalla del Ebro.

Perdida la guerra, tuvo que refugiarse en Francia, donde volvió a empuñar las armas dentro del ejército francés, de nuevo contra el fascismo hitleriano. Pero fue hecho prisionero el 20 de Junio de 1940 por los nazis en Saint-Die (Vosgos), internado en el “Stalag-VD” en Strasburgo y después transportado al Campo de Exterminio de Mauthausen, gracias a la decisión del dictador Francisco Franco y su ministro Ramón Serrano Suñer de entregar a los nazis a todos los prisioneros españoles, declarados apátridas, desentendiéndose de su suerte. Es allí, donde entró el 13 de Diciembre de 1940 con el número 5176 en el envío 12, con otros 846 compatriotas más; cuando entró definitivamente en Gusen tenía el número 11877.

Siguiendo el programa de aniquilación sistemática, se sometía a los prisioneros desnudos a altas horas de la noche con bajísimas temperaturas, a sucesivos chorros de agua caliente y fría con potentes mangueras; a ello se unían los malos tratos extremos, una fortísima carga de trabajo acarreando granito de la cantera, desnutrición, con lo que, inevitablemente, aparecían pulmonías, neumonías, dejando al prisionero en estado agónico. Es entonces, cuando eran puestos en manos del “médico” SS “Sturmbanfuhrer” Eduard Kresbach, quien aplicándoles una inyección de benceno en el corazón, acababa con la vida del agonizante, luego al horno crematorio.

Gregorio fue cruelmente asesinado por la horda nazi, murió luchando por la libertad, y con él 7.000 españoles más. Sus días acabaron el 19 de Junio de 1942 en una fosa común del Campo de Exterminio de Gusen. Sus hijas mantuvieron un recuerdo borroso de su padre. La madre se encargó de sacar a su prole adelante sin prácticamente ayuda y poco les habló del destino del progenitor, en gran medida por miedo a las represalias en una España franquista.

Los miles de heroicos combatientes por la libertad de España y de Europa, como Gregorio Rebollo García, no han tenido reconocimiento alguno en su patria; sí en otros países. Pesan sobre su memoria 40 años de silencio durante la dictadura y otros 40 de “transición”; años de silencio, primero porque su recuerdo era peligroso y ahora porque es “incomodo” ¿Hasta cuándo? A pesar de la “transición”, quizá por ella ¿Hasta cuándo se seguirá ofendiendo la memoria de los “vencidos”? Hay unidades en el actual ejército que siguen ostentando condecoraciones ganadas en la guerra civil contra el Gobierno Republicano legalmente establecido, ganadas evidentemente por la comisión de actos delictivos y criminales. A esta dolorosa e injusta situación se une la falta de valor o de honestidad a la hora de resolver esta situación anormal ¿Se puede “pasar página” así? ¿Hasta cuándo?

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