Después de la memoria, la desvergüenza
Entre las perlas de Pablo Casado que se mencionan estos días hay una que parece hacer bueno aquello de que piensa el ladrón que todos son de su condición


Entre las perlas de Pablo Casado que se mencionan estos días hay una que parece hacer bueno aquello de que piensa el ladrón que todos son de su condición
Los avatares de la “recuperación de memoria republicana” empezaron por la lucha contra la negación y condena del legado de la República, así como contra el olvido y la culpabilización de las víctimas republicanas. Se está lejos de conseguir los objetivos deseados: reconocimiento y dignificación de los perseguidos; toma en consideración  de los hechos históricos que fueron la sublevación militar y la represión durante y después de la guerra civil; pero, a pesar de la falta total de medios para la aplicación de la vigente Ley de Memoria Histórica por parte del gobierno de M. Rajoy, algo se ha avanzado, como señalábamos la semana pasada. Estos logros es lo que los herederos ideológicos y políticos del franquismo definen como destrucción de “la historia”, que para ellos es meramente la visión de los hechos contados por historiadores y hagiógrafos de Franco y el nacional-catolicismo.

Ha bastado que el nuevo presidente del Gobierno, además del anuncio de posibles reformas relativas a la LMH, haya manifestado la intención de cumplir una decisión aprobada por el Congreso el año pasado en el sentido de que los restos del general Franco deben salir del Valle de los Caídos, para que el franquismo despierte de su aparente letargo rajoyista, sacando a relucir los consabidos tópicos antimemorialistas y antidemocráticos. Ahora ha vuelto el aznarismo militante, que, sin asomo de arrepentimiento por sus evidentes errores y fallos morales (corrupción, exhibición de títulos académicos sin acreditación y un larguísimo etcétera de mayor calado), reivindica su pasado y sus antecedentes, no ya abogando por el olvido de las víctimas de la Represión y dando por buena la impunidad histórica de sus responsables y ejecutores, sino defendiendo a capa y espada la permanencia de los símbolos de exaltación franquista, como el mencionado templo con las susodichas reliquias.

Entre las perlas de Pablo Casado que se mencionan estos días hay una que parece hacer bueno aquello de que piensa el ladrón que todos son de su condición, pues ha llegado a calificar de “carcas” a los  izquierdistas y demócratas respetuosos con la memoria histórica: “En el siglo XXI no puede estar de moda ser de izquierdas. Son unos carcas, están todos los días con la guerra del abuelo, con la fosa de no sé quién, con la memoria histórica” (Diario.es 22/07/2008).

Cuando en el linaje político se tiene por ascendientes, entre otros señalados franquistas, a Fraga Iribarne (ministro del “Generalísimo”), semejante cinismo se inscribe en una clara deriva histórica, bárbara y retrógrada; un programa ya conocido y aplicado por quienes ocupan los principales cargos en las instituciones de esta comunidad de Castilla y León, tierra hostil a la MH, más que otras si cabe:

Después de la desmemoria, la desvergüenza.

Como era de temer, el alcalde de Águeda, en este contexto y estimulado por la presencia de las cámaras televisivas que le ofrecían la ocasión de emular las hazañas del escarabajo pelotero, ha vuelto a repetir que él y sus convecinos estarían dispuestos a acoger lo que quede del Pequeño Gran Hombre en un mausoleo y a montar un museo de antiguallas ilegales franquistas. Nadie en su sano juicio se tomará en serio la posibilidad moral y física de llevar a cabo tamaña barbaridad. Pero al edil le basta con que hablen de él y salir en la televisión, aunque sea como bufón  (para detalles ver La isidrada nacional-socialista del alcalde de Águeda y la pesadilla históricaNombres y símbolos de exaltación (5): Entorno inmediato de Ciudad Rodrigo).

Hasta ahora el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo, al parecer, no ha tomado decisión alguna con respecto a este pedáneo que tranquilamente puede  seguir subido en su bola, convertido en hazmerreír nacional, porque “peor es meneallo”, como diría Don Quijote en estos casos. Pero no es menos cierto que el que calla otorga. Y, a mayor abundamiento, cabe preguntarse si estos atrevimientos del personaje no se deberán a que en la misma Ciudad existen varios símbolos de exaltación franquista. Sin duda el más escandaloso es el de la calle dedicada a Agustín de Foxá, uno de los cofundadores de la Falange, que era dueño del antiguo monasterio de La Caridad, cuyas ruinas fueron habilitadas como prisión y en la cercanía de las cuales los falangistas y otros milicianos fascistas dejaron un reguero de víctimas ejecutadas en la clandestinidad, muchas de ellas enterradas en fosas comunes del campo, exhumada alguna y por exhumar otras.

No es menos hiriente la indicación del panel de dirección antes de la entrada en la Ciudad por la carretera de Cáceres, donde el glorioso nombre de “la Ciudad Antigua, Noble y Leal” aparece asociado con el topónimo ilegal (ver fotografía). De propina y por contagio del ingenioso alcalde, mirobrigenses y aguedenses compartirán el renombre de bobos bellacos y fascistas en la memoria colectiva del país.

Si esto no es una desvergüenza, que venga Dios y lo vea.

En la comarca mirobrigense el inventario de símbolos franquistas, más o menos perceptibles, el año pasado alcanzaba la quincena, entre ellos cruces de los caídos en diez localidades (cf. “Cruces de los caídos” y otras manifestaciones del nacional-catolicismo en el SO de Salamanca).  No consta que se hayan eliminado todos, y deberían haber sido quitados o modificados.

Para el remedio de estas desvergüenzas bastaría con haber aplicado la vigente LMH. Esto sería mejor que alentadoras promesas, a las cuales lo más sano es no dar crédito alguno hasta verlas cumplidas, porque la experiencia muestra que suelen ser engañosas.

Fuente de la noticia → salamancartvaldia.es