Así se cocina la historia: Hace ochenta años, entre el 6 y el 27 de febrero de 1937, se
desarrolló una de las confrontaciones bélicas más cruentas de la Guerra
Civil española, la Batalla del Jarama, que buena parte de la
historiografía contemporánea considera como la primera de la Segunda
Guerra Mundial, ya que en buena medida fue un “ensayo general con todo”
de la conflagración planetaria que se estaba gestando. En el bando
republicano participaron tanques T-26 soviéticos que se enfrentaron a
los Panzer I nazis, mientras que en el aire combatían, de un lado,
bombarderos alemanes Junquer-52/3 m y cazas Fiat CR.32, “Chiris”,
italofascistas, y de otro los rusos Policarpov “Chato”, “Mosca” y
Natacha”, junto al Tupolev “Katiuska”. El objetivo de los sublevados,
apoyados por los contingentes nazi-fascistas, era cortar la carretera de
Valencia por el puente de Arganda y a partir de ahí a avanzar hasta
Alcalá de Henares para hacerse con el control de la carretera de
Barcelona. La capital, Madrid, quedaría entonces totalmente sitiada y la
guerra habría probablemente concluido en días o semanas, pero el arrojo
de los combatientes republicanos, decisivamente apoyados por miles de
jóvenes voluntarios de medio centenar de países adscritos a las Brigadas
Internacionales, dio al traste con el plan del alto mando “nacional”,
logrando una pírrica victoria. Se estima que en la Batalla del Jarama
murieron entre seis mil y siete mil combatientes del ejército sublevado,
por entre nueve mil y diez mil del bando leal, de los que unos dos mil
quinientos fueron brigadistas internacionales.
El
escenario bélico tuvo como epicentro el río Jarama con un extremo en
Arganda del Rey y otro en Titulcia, territorio que actualmente ocupan
los municipios de San Martín de la Vega, Rivas Vaciamadrid, Arganda del
Rey y Morata de Tajuña, pero fue en este último donde dos personajes,
Pilar Atance y Goyo Salcedo, se erigieron hace décadas en grandes
guardianes de la memoria de aquella tragedia bélica. Ella cedió un
edificio de su propiedad y corrió con todos los gastos de la instalación
y mantenimiento de un museo y él dedicó casi medio siglo a buscar
restos y materiales desperdigados por el escenario bélico, para
incorporarlos a la colección. El esfuerzo común, unido en los últimos
años a la desinteresada colaboración de particulares y del ejército
español, ha terminado construyendo uno de los mejores y más didácticos
espacios museísticos destinado a la temática de la Guerra Civil española
en general y a este episodio en particular...
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