Fuente: Los deportados españoles en Mauthausen y los datos que deberían estar en los libros de historia:
¿Quiénes eran los deportados españoles?
Todos los españoles que acabaron en los campos de concentración nazis se habían exiliado en Francia tras la victoria franquista de 1939. A partir de ahí hubo dos grupos: la mayoría de los deportados sirvieron en las filas del Ejército francés durante la Segunda Guerra Mundial, capturados por los nazis en junio de 1940, y enviados a los campos desde agosto de ese año hasta finales del siguiente; un porcentaje más reducido perteneció a la Resistencia, fueron detenidos por la policía francesa y la Gestapo y conducidos a los campos en 1942, 1943 y 1944. Existe un caso excepcional y de especial gravedad que no entra en ninguno de estos dos grupos, el llamado «convoy de los 927», formado por civiles que se encontraban refugiados en el campo de Les Alliers, junto a la ciudad francesa de Angulema, en el que había hombres, mujeres y niños.
¿Cuántos fueron y cuántos murieron?
Los españoles que estuvieron recluidos en los campos de concentración nazis, de los que hay constancia documental, ascienden a 9.328. De ellos murieron 5.185, sobrevivieron 3.809 y figuran como desaparecidos 334. Estos datos representan una tasa de mortalidad del 59%.
¿En qué campos estuvieron?
Mauthausen y los subcampos que dependían de él recibieron el mayor número de prisioneros españoles. En total fueron encerrados allí 7.532, de los que murieron 4.816. Eso supone una tasa de mortalidad del 64%. La mayoría de ellos perecieron en Gusen, un subcampo situado a 5 kilómetros de Mauthausen. A él fueron a parar 5.266 españoles de los que fueron asesinados 3.959.
Dachau y Buchenwald recibieron a unos 1.100 españoles de los que, al menos, 500 murieron o fueron dados por desaparecidos.
Ravensbrück fue el campo de las mujeres. Por él pasaron unas 170 españolas de las que fallecieron, al menos, 14.
También hubo españoles en otros campos como Bergen Belsen, Auschwitz, Flossenbürg, Natzweiler, Neuengamme, Sttuthof, Sachsenhausen, Gross-Rosen, Aurigny, Guernesey y Neu Bremm
¿Cuándo fueron encerrados?
Los primeros republicanos llegaron a Mauthausen el 6 de agosto de 1940. Eran 400 hombres trasladados desde el campo de prisioneros de guerra de Moosburg, cercano a la ciudad alemana de Múnich. En un plazo de poco más de un mes llegarían otros cinco convoyes cargados con cerca de 900 españoles. Desde ese momento, el flujo prácticamente se detuvo hasta que en diciembre de 1940 comenzó el gran desembarco. Entre el 13 de diciembre y el 27 de enero llegaron más de 3.000 españoles a bordo de tres grandes transportes. Otros 1.300 lo harían entre marzo y abril. A partir de ahí, y hasta diciembre, los ingresos se redujeron notablemente y apenas llegaron 600 hombres repartidos en pequeños grupos. La gran deportación española a Mauthausen concluyó el 19 de diciembre de 1941, con la llegada del último convoy con más de 300 republicanos, procedentes del stalag XVII-B, situado junto a la ciudad austriaca de Krems. Desde entonces y hasta el final de la guerra seguirían entrando españoles con cuentagotas. La práctica totalidad de ellos eran miembros de la Resistencia francesa capturados por la policía francesa de Pétain y por la Gestapo.
¿Eran un colectivo claramente definido?
Tras ser capturados por las tropas alemanas, los españoles fueron recluidos, junto a los soldados franceses y británicos, en campos para prisioneros de guerra donde se respetaba la Convención de Ginebra. Sin embargo, el Régimen franquista negoció con la cúpula del Reich y con el gobierno colaboracionista de Pétain el traslado de todos ellos a campos de concentración donde debían ser exterminados.
Esta decisión política también se notó en el tratamiento diferenciado que recibieron los deportados españoles a su llegada a Mauthausen.
En el sistema represivo nazi, la obsesión por el orden y la catalogación les hizo crear un símbolo para diferenciar a cada grupo de prisioneros. Los judíos portaban en sus uniformes la estrella de David, mientras el resto lucía un triángulo invertido. Los delincuentes comunes lo llevaban de color verde, los presos políticos rojo, a los homosexuales se les había reservado el rosa, a los gitanos y asociales el negro, y a los testigos de Jehová y objetores de conciencia el morado. En el interior del triángulo, los prisioneros que no eran de origen alemán llevaban, además, la letra inicial de su país.
La lógica haría pensar que los españoles recibirían el triángulo rojo de prisioneros políticos, como de hecho ocurrió, años más tarde, en el resto de los campos. Sin embargo, en Mauthausen, los republicanos españoles recibieron el triángulo azul que les distinguía como apátridas. Un triángulo azul sobre el que aparecía escrita una «S» que les definía como spanier, es decir, como apátridas españoles. Toda una contradicción solo explicable por el deseo del régimen franquista de ni siquiera reconocerles como compatriotas. En los libros de registro del campo y en la mente de los SS, esa definición era un poco más amplia: todos los recién llegados eran registrados como «rotspanier». La explicación de por qué aquellos hombres nacidos en una nación amiga del Reich, como era España, merecían estar en ese lugar obedecía a una sencilla razón: se trataba de «rojos españoles».
¿Quiénes eran sus guardianes?
Los campos de concentración estaban en manos de los SS y no del Ejército regular alemán como ocurría en los campos de prisioneros de guerra. Aún así, los alemanes organizaron un sistema de vigilancia destinado a evitar, todo lo posible, el contacto con los prisioneros a los que consideraban untermenschen, infrahombres. Para ello dieron galones a determinados reclusos que eran realmente los encargados de mantener la disciplina en el interior del recinto y en los distintos grupos de trabajo (llamados kommandos). Estos presos cómplices recibían el nombre de «kapos» o «cabos de vara». En Mauthausen esos puestos los ocuparon, principalmente, delincuentes comunes alemanes; mientras que en Gusen, fueron prisioneros polacos. Unos y otros se caracterizaron por ser más sanguinarios que los propios SS.
¿De qué murieron?
El listado de métodos de tortura y asesinato es interminable. Los españoles perdieron la vida de todas las formas imaginables: fusilados, apaleados, gaseados, ahorcados… Sin embargo, la mayoría pereció por un cóctel letal de hambre, trabajo esclavo y unas condiciones sanitarias deplorables que provocaban todo tipo de enfermedades.
¿Cuánto tiempo pasaron allí?
Mauthausen y sus subcampos fueron liberados el 5 de mayo de 1945. Por tanto, la mayoría de los supervivientes pasaron más de cuatro años encerrados tras sus alambradas.
Carlos Hernández presenta este martes a las 19:30 el libro 'Los últimos españoles de Mauthausen'
¿Quiénes eran los deportados españoles?
Todos los españoles que acabaron en los campos de concentración nazis se habían exiliado en Francia tras la victoria franquista de 1939. A partir de ahí hubo dos grupos: la mayoría de los deportados sirvieron en las filas del Ejército francés durante la Segunda Guerra Mundial, capturados por los nazis en junio de 1940, y enviados a los campos desde agosto de ese año hasta finales del siguiente; un porcentaje más reducido perteneció a la Resistencia, fueron detenidos por la policía francesa y la Gestapo y conducidos a los campos en 1942, 1943 y 1944. Existe un caso excepcional y de especial gravedad que no entra en ninguno de estos dos grupos, el llamado «convoy de los 927», formado por civiles que se encontraban refugiados en el campo de Les Alliers, junto a la ciudad francesa de Angulema, en el que había hombres, mujeres y niños.
¿Cuántos fueron y cuántos murieron?
Los españoles que estuvieron recluidos en los campos de concentración nazis, de los que hay constancia documental, ascienden a 9.328. De ellos murieron 5.185, sobrevivieron 3.809 y figuran como desaparecidos 334. Estos datos representan una tasa de mortalidad del 59%.
¿En qué campos estuvieron?
Mauthausen y los subcampos que dependían de él recibieron el mayor número de prisioneros españoles. En total fueron encerrados allí 7.532, de los que murieron 4.816. Eso supone una tasa de mortalidad del 64%. La mayoría de ellos perecieron en Gusen, un subcampo situado a 5 kilómetros de Mauthausen. A él fueron a parar 5.266 españoles de los que fueron asesinados 3.959.
Dachau y Buchenwald recibieron a unos 1.100 españoles de los que, al menos, 500 murieron o fueron dados por desaparecidos.
Ravensbrück fue el campo de las mujeres. Por él pasaron unas 170 españolas de las que fallecieron, al menos, 14.
También hubo españoles en otros campos como Bergen Belsen, Auschwitz, Flossenbürg, Natzweiler, Neuengamme, Sttuthof, Sachsenhausen, Gross-Rosen, Aurigny, Guernesey y Neu Bremm
¿Cuándo fueron encerrados?
Los primeros republicanos llegaron a Mauthausen el 6 de agosto de 1940. Eran 400 hombres trasladados desde el campo de prisioneros de guerra de Moosburg, cercano a la ciudad alemana de Múnich. En un plazo de poco más de un mes llegarían otros cinco convoyes cargados con cerca de 900 españoles. Desde ese momento, el flujo prácticamente se detuvo hasta que en diciembre de 1940 comenzó el gran desembarco. Entre el 13 de diciembre y el 27 de enero llegaron más de 3.000 españoles a bordo de tres grandes transportes. Otros 1.300 lo harían entre marzo y abril. A partir de ahí, y hasta diciembre, los ingresos se redujeron notablemente y apenas llegaron 600 hombres repartidos en pequeños grupos. La gran deportación española a Mauthausen concluyó el 19 de diciembre de 1941, con la llegada del último convoy con más de 300 republicanos, procedentes del stalag XVII-B, situado junto a la ciudad austriaca de Krems. Desde entonces y hasta el final de la guerra seguirían entrando españoles con cuentagotas. La práctica totalidad de ellos eran miembros de la Resistencia francesa capturados por la policía francesa de Pétain y por la Gestapo.
¿Eran un colectivo claramente definido?
Tras ser capturados por las tropas alemanas, los españoles fueron recluidos, junto a los soldados franceses y británicos, en campos para prisioneros de guerra donde se respetaba la Convención de Ginebra. Sin embargo, el Régimen franquista negoció con la cúpula del Reich y con el gobierno colaboracionista de Pétain el traslado de todos ellos a campos de concentración donde debían ser exterminados.
Esta decisión política también se notó en el tratamiento diferenciado que recibieron los deportados españoles a su llegada a Mauthausen.
En el sistema represivo nazi, la obsesión por el orden y la catalogación les hizo crear un símbolo para diferenciar a cada grupo de prisioneros. Los judíos portaban en sus uniformes la estrella de David, mientras el resto lucía un triángulo invertido. Los delincuentes comunes lo llevaban de color verde, los presos políticos rojo, a los homosexuales se les había reservado el rosa, a los gitanos y asociales el negro, y a los testigos de Jehová y objetores de conciencia el morado. En el interior del triángulo, los prisioneros que no eran de origen alemán llevaban, además, la letra inicial de su país.
La lógica haría pensar que los españoles recibirían el triángulo rojo de prisioneros políticos, como de hecho ocurrió, años más tarde, en el resto de los campos. Sin embargo, en Mauthausen, los republicanos españoles recibieron el triángulo azul que les distinguía como apátridas. Un triángulo azul sobre el que aparecía escrita una «S» que les definía como spanier, es decir, como apátridas españoles. Toda una contradicción solo explicable por el deseo del régimen franquista de ni siquiera reconocerles como compatriotas. En los libros de registro del campo y en la mente de los SS, esa definición era un poco más amplia: todos los recién llegados eran registrados como «rotspanier». La explicación de por qué aquellos hombres nacidos en una nación amiga del Reich, como era España, merecían estar en ese lugar obedecía a una sencilla razón: se trataba de «rojos españoles».
¿Quiénes eran sus guardianes?
Los campos de concentración estaban en manos de los SS y no del Ejército regular alemán como ocurría en los campos de prisioneros de guerra. Aún así, los alemanes organizaron un sistema de vigilancia destinado a evitar, todo lo posible, el contacto con los prisioneros a los que consideraban untermenschen, infrahombres. Para ello dieron galones a determinados reclusos que eran realmente los encargados de mantener la disciplina en el interior del recinto y en los distintos grupos de trabajo (llamados kommandos). Estos presos cómplices recibían el nombre de «kapos» o «cabos de vara». En Mauthausen esos puestos los ocuparon, principalmente, delincuentes comunes alemanes; mientras que en Gusen, fueron prisioneros polacos. Unos y otros se caracterizaron por ser más sanguinarios que los propios SS.
¿De qué murieron?
El listado de métodos de tortura y asesinato es interminable. Los españoles perdieron la vida de todas las formas imaginables: fusilados, apaleados, gaseados, ahorcados… Sin embargo, la mayoría pereció por un cóctel letal de hambre, trabajo esclavo y unas condiciones sanitarias deplorables que provocaban todo tipo de enfermedades.
¿Cuánto tiempo pasaron allí?
Mauthausen y sus subcampos fueron liberados el 5 de mayo de 1945. Por tanto, la mayoría de los supervivientes pasaron más de cuatro años encerrados tras sus alambradas.
Carlos Hernández presenta este martes a las 19:30 el libro 'Los últimos españoles de Mauthausen'
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