Cuando los moros mataban españoles en nombre de Cristo y por mandamiento de Franco
Cuando los moros mataban españoles en nombre de Cristo y por mandamiento de Franco:











Con el 525 aniversario de la toma de Granada por los Reyes Católicos se han producido unas fervorosas concentraciones y declaraciones patrioteras, ultranacionalistas e islamófobas por parte de la derecha española y sobre todo, y en particular, por los nostálgicos del franquismo que aún existen en este país y que conforman esa sociología franquista fraguada tras 40 años de férrea dictadura y lavado de cerebro, y que siguen hoy en día enalteciendo la figura del dictador con total impunidad. Entre esos apologetas del franquismo se encuentra Esperanza Aguirre, que nos tiene acostumbrados a polémicas declaraciones, y que el pasado 2 de enero, con ocasión de tal efeméride, dijo que la conquista de Granada  “Es un día de gloria para las españolas. Con el Islam no tendríamos libertad”. Olvidándose que la civilización musulmana de aquella época era más avanzada y tolerante que la cristiana y que el catolicismo de la Iglesia católica nunca ha enarbolado precisamente la bandera de las libertades de la mujer ni ha reivindicado su igualdad con respecto al hombre.



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Pero ese odio visceral que parece que tienen los franquistas y derechistas contra  los moros y esa profunda satisfacción y orgullo que sienten porque fueran expulsados tras la Reconquista, entraña serias contradicciones.

Los rebeldes que se sublevaron contra la legitimidad de la II República en 1936 decían encarnar la “Nación” que se alzaba contra lo que consideraban una marioneta de “poderes extranjeros” (la República española) y manifestaban que todo lo hacían por la patria y por los españoles, también decían que lo que hacían no era un Guerra sino una “Cruzada” por la civilización cristiana. Sin embargo, paradójicamente, sostuvieron y ganaron la Guerra de España gracias al decisivo apoyo de las potencias internacionales fascistas y no dudaron en utilizar a numerosas tropas moras (musulmanas) para lanzarlas contra el gobierno legal de la República española. Los sublevados nacionalistas hicieron que un ejército mercenario de indígenas norteafricanos  invadiera la península para derramar sangre española, además de promover que se lanzara a  violaciones sistemáticas contra las mujeres republicanas.

Ya en 1934, durante la insurrección de los mineros asturianos que se rebelaron contra el gobierno del bienio negro, Franco, sin dejarse conmover por el simbolismo que para la derecha tenía la Reconquista, no dudó en enviar a mercenarios marroquíes a combatir en Asturias, la única zona de España que los musulmanes nunca llegaron a invadir. Las tropas moras reprimieron con total ferocidad y brutalidad a los asturianos.

Pero para algunos no parecía, ni parece, una contradicción que los que se hacían llamar los “nacionales” negociaran con potencias extranjeras una decisiva intervención en España con el fin de aplastar a sus compatriotas que se resistían a la infame rebelión y que luchaban por su libertad, ni que lanzaran a la morisma, en nombre de Cristo, para que invadiera la península desde África y realizara todo tipo de atrocidades contra los verdaderos nacionales.

Pero no sólo los españoles sufrieron la saña atroz de los mercenarios moros, Gustav Regler, escritor y comisario político de la XII Brigada Internacional durante la Guerra Civil española, relata en su novela autobiográfica La Gran Cruzada un feroz ataque contra los brigadistas internacionales que vinieron a España a defender nuestras libertades. Dice así: «Werner ya no miraba aquel baile fantasmagórico. Un grito del árbol le había hecho dirigir los prismáticos hacia el desfiladero. ¡Estaban matando a los heridos! (…) Porque iban de camilla en camilla, los africanos de Franco, el cristiano, con sus capas blancas. Ahorraban munición, trabajaban con cuchillos, cuchillos largos, triangulares, de brillo mortecino. Se los clavaban a los heridos en el pecho o en el vientre; no les impresionaban ni los brazos en alto que suplicaban ni los gritos; además los gritos eran demasiado cortos y en francés.

Cuando estaba contando lo ocurrido, Werner desconocía aún que saber español apenas habría ayudado a los internacionales, porque las tropas nacionales del general rebelde no sabían ni una palabra y, por aquel entonces, una parte se había reclutado en la zona no española de Marruecos ».

Por todo esto, cuando oigo y contemplo a franquistas celebrar con tanto entusiasmo la efeméride de la toma de Granada por los Reyes Católicos, alegrándose de la expulsión de esos perniciosos e infieles moros invasores de la península ibérica, les pediría que  echaran la vista a ese “alzamiento nacional” que tanta nostalgia y regocijo les da y que se miren en el espejo de la hipocresía y la contradicción, recordando los tiempos en los que los moros mataban españoles en nombre de Cristo y por mandamiento de  Franco.

Autor: Jorge Noguera Vicente






Conjuntos originales:


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