Pos-franquismo

Harto de la gran ciudad y sobre todo de una madre famosa, rica, y controladora, Ercamberto ha decidido recorrer mundo por sí sólo. Claro que siempre está bien tener un colchón de dinero por si las moscas, y le ha ido cogiendo a mamá, pequeñas cantidades de la caja de galletas de la alcoba, dónde lo guarda para los gastos de la casa. Billete a billete, ha conseguido reunir tres mil pesetas que para los tiempos que corren, es toda una fortuna. 

Esta mañana, Ercamberto se ha hecho un pequeño petate, le ha dejado una nota a su mamá encima del aparador y ha salido a buscar aventuras.

Es julio de 1969. El hombre acaba de llegar a la luna hace dos días y dentro de otros dos, será fiesta en toda España. Difícil tomar destino entre tantos. No quiere ir al sur, porque allí es dónde su madre, la gran artista de la copla, es ídolo de masas. Así que, entre tantos otros lugares a los que ir, decide coger el metro, plantarse en Atocha, y sacar billete para el primer tren que salga. Le lleve dónde le lleve.

Ercamberto lleva el pelo largo, como los hippies de América. Viste una camiseta blanca sin mangas, unos pantalones vaqueros a los que les han cortado las perneras por encima de las rodillas y les han sacado unos hilos en forma de flequillo. Unas sandalias de cuero y el pequeño petate de color gris, completan la vestimenta de este muchacho de familia bien, harto de tenerlo todo y de probarlo todo que ha decidido largarse de casa en el enésimo intento de llamar, una vez más, la atención. Aunque quiere dar la imagen de chico duro, y ante cualquiera pudiera dar el pego con su vestimenta, la verdad es que, mirando sus movimientos y su nerviosismo, cualquier chaval de uno de esos barrios conflictivos a los que él intenta imitar, se daría cuenta en tres segundos de que solo es un niño pijo.

En el metro ha dejado el petate en el suelo, al fondo de un vagón casi vacío, y se ha sentado en uno de los asientos de lamas de madera, que replican los traqueteos del tren en sus posaderas. Al instante, se le acerca un chaval escuálido, de pelo corto, camisa abotonada hasta el cuello, pantalones de tergal y un cinturón de cuero al que le cuelgan al menos diez centímetros desde la hebilla. Lleva su petate en la mano y le dice que si no quiere que se lo roben, es mejor que lo lleve encima. Ercamberto, le da las gracias y se le queda mirando. 

-¿De dónde eres?, le pregunta Ercamberto.

-De un pueblo pequeño de Burgos. He venido a buscar colegio mayor.

– ¿Y lo has encontrado?

-Sí. Ahora me vuelvo al pueblo. Tengo que ayudar a mis padres con la cosecha.

-¿En tu pueblo hay fiestas este fin de semana?

– No, pero si en uno de los de alrededor.

– Allí, ¿Hay algún sitio en los que alojarse?

– Bueno, en el mío no, pero en el que hay fiestas hay un hotel de carretera.

Áticus, el chaval enclenque al que le cuelga el cinturón, se despide y le dice a su acompañante que se baja en esta, porque allí tiene que coger el autobús para su pueblo. Ercamberto se baja con él y le dice que él también, que va para Burgos.

Ambos chavales congenian en el bus y quedan para las fiestas del fin de semana en el pueblo aledaño. Allí, tras una larga ingesta de alcohol, Ercamberto saca una especie de sello de correos dividido en 25 porciones ilustrado con un dibujo de una chica desnuda montada en una bici, sobre el fondo verde de una montaña y un cielo azul. Recorta dos porciones, le da una a Áticus y le dice que se la ponga sobre la lengua. Él hace lo mismo.

Unos minutos más tarde, Áticus empieza a tener calor sofocante, a ver gente distorsionada a su alrededor que se ríe a carcajadas. El también ríe. Empieza a quitarse la ropa. Su compañero hace lo mismo. Ambos se quedan desnudos danzando, riendo a carcajada y moviendo exageradamente los brazos en mitad de la plaza.

Ni dos segundos tarda el primer gañán del pueblo en liarse a patadas con ellos. Llega la guardia Civil. Los dos nuevos amigos se enfrentan a ellos pensando que son dragones verdes. Ambos acaban en Urgencias de la capital.

A la mañana siguiente, la gran Margarita de España, se presenta en las 300 camas de Burgos y se lleva a su hijo a casa.

Áticus es conducido en un furgón policial hasta la Cárcel hasta que se celebre el juicio por escándalo público y agresión a tres agentes de la ley. Ercamberto, ni siquiera está acusado.
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Pos-franquismo

«Para los poderosos, los crímenes son los que otros cometen». Noam Chomsky

«La propaganda es a una democracia lo que la coerción a un estado totalitario». Noam Chomsky

«La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes». Charles Bukowski

Hace unos días hemos sabido que el peor Ministro de Justicia de la historia de España, un tipo retorcido y bolero, reprobado por el Congreso, firmó la orden Ministerial, un día antes de que les echaran a patadas del Gobierno de España, en la que la nieta de Franco, hereda el ducado concedido por el Rey Juan Carlos I a su madre tras las muerte del dictador eunuco baladrón.

Esta situación indignante para millones de ciudadanos de este país, ha creado una infinidad de debates, pero sobre todo, la desazón de la incredulidad de quiénes se preguntan ¿Cómo es posible? ¿Se imaginan un ducado de Hitler en Alemania? Y no se dan cuenta de una sencilla realidad como que en Alemania, el nazismo perdió la guerra y aquí llevamos ochenta años, cuarenta de franquismo y otros cuarenta de un pos-franquismo disfrazado de democracia en el que la totalidad de los estamentos y poderes del estado son heredados de la dictadura.

El español medio, ese que se pasa el día viendo el jurgol, que se cree que lo sabe todo porque ve las noticias del grupo A3 media o de Mediaset, cree que esto es una democracia porque puede votar cada cuatro años y porque, como las lapas que viven aferradas a su roca sin importarles el entorno, pueden hacer su vida sin muchas más preocupaciones que las que les tocan vivir individualmente (entonces si se quejan y exigen que los demás sean partícipes de las mismas). Ellos se sienten representados por cualquiera que difunda la idea de continuidad y que venda que la unidad de España es el mayor problema que tenemos en este país. A ellos les da igual si un diputado en Soria necesita 12.000 votos para ser elegido, mientras que quién se presenta por Madrid necesita 110.000. A ellos les da igual que ni el diputado de Soria, ni el de Madrid, representen a la circunscripción por la que han sido elegidos, sino a los dictados de los jefes sus partidos. Ellos confían plenamente en el sistema y a pesar de los antecedentes de INDRA, empresa adjudicataria a dedo para el recuento de votos, no quieren ni oír hablar de un posible pucherazo electoral.

En España, salvo votar frecuentemente, poco ha cambiado políticamente desde que el dictador baladrón y eunuco tuvo a bien morirse. Por aquel entonces, uno iba a la cárcel por hablar mal del dictador (los chistes se contaban en confidencialidad y a personas muy allegadas). Hoy hay personas presas por unos supuestos delitos de injurias a la corona. A pesar de que desde la UE se nos haya advertido que opinar sobre el rey o sobre los cuerpos de seguridad del estado, no puede ser delito porque está bajo la tutela del derecho a la libertad de expresión. Hoy, como entonces, dirigirle la palabra a un guardia civil o a un policía, puede costarte caro. Desde hace tres años, 48 personas son multadas al día por supuestas falta de respeto a los cuerpos de seguridad. l47.980 personas han sido sancionadas aplicando el artículo 37.4 de Ley Mordaza. Tres millones de euros recaudados por año.

En la España franquista, los poderosos del régimen no iban a la cárcel o iban sólo testimonialmente. Hoy el cuñado del rey está en una cárcel exclusiva, con unas condiciones de trato de favor (según denuncian funcionarios de prisiones). Pujol, ni siquiera ha pisado cárcel y la corrupción endémica del PP se ha saldado únicamente con una responsabilidad a título lucrativo del partido. Mientras los Chavales de Altsasu están en prisión aunque el juicio dejara evidencias de irregularidades e incluso haya serias dudas de que la versión de la guardia civil sea real, como demuestra este vídeo, un guardia civil sentenciado por abusar sexualmente y sus cuatro amiguetes, están en la calle en espera de sentencia firme, a pesar de que el benemérito se presentara en una comisaría a renovar el pasaporte y por tanto haya un evidente riesgo de fuga.

Un país en el que la ley se aplica de forma distinta dependiendo de quién o qué sea el acusado, no es una democracia. Ese es uno de los principales síntomas de que un sistema navega peligrosamente hacia el despotismo.

En España, además hemos vuelto a los juicios políticos. La Audiencia Nacional se ha convertido en sucesora del tan denostado Tribunal de Orden Público. Éste fue creado en 1963 para enjuiciar aquellos hechos tipificados como delitos que estuvieran “singularizados por la tendencia en mayor o menor gravedad a subvertir los principios básicos del Estado, perturbar el orden público o sembrar la zozobra en la conciencia nacional”, es decir para perseguir delitos políticos contra el estado franquista. En cualquier democracia que se precie de serlo, todas las opciones políticas están permitidas. Si se empiezan a juzgar personas por sus acciones políticas en las que ni ha habido violencia, ni tampoco levantamiento, si se les acusa con delitos “afinados” para la ocasión, como demuestra el rechazo de países verdaderamente democráticos a las extradiciones de los exiliados catalanes, o a raperos como Valtonyc (para el que se ha reclamado la extradición por terrorismo), entonces un tribunal como la AN nacido para juzgar delitos de terrorismo, está volviendo a la esencia de su antecesor tribunal franquista (el de Orden Público).

Como ya hemos visto en países como Brasil, Bolivia y ahora en México donde tras ganar las elecciones López Obrador, todo el poder actual está afanándose en quitarle la inmunidad al presidente, usar la justicia contra los “inconvenientes”, contra los que se empeñan en afear el hijoputismo liberal, es la nueva forma de subvertir un sistema político, acusando a los enemigos de los poderosos, elegidos por el pueblo, de delitos inventados o hilvanados con pinzas que acaban destituyendo presidentas como Dilma Rousseff o impidiendo la vuelta de Evo Morales en Bolivia o de Lula Da Silva en Brasil. Aquí, el fascista Aznar, ese que debería estar explicando en un tribunal sus oscuros negocios con la Libia de Gadafi, el uso de dinero público para que el Congreso de USA le concediera una medalla, o juzgado por genocidio por la guerra de Irak, está intentando difundir la idea de que el Gobierno de España de Rajoy y ahora del de Pedro Sánchez, están cometiendo delito de traición por permitir que los independentista catalanes, sigan gobernando en Cataluña (a pesar de que hayan ganado mayoritariamente las últimas dos elecciones celebradas en Catalunya).

La democracia es el sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes. El pueblo español no controla a sus gobernantes y tampoco tiene la soberanía, a juzgar por la coyuntura. El régimen del 78 sólo es una continuación del régimen franquista en el que se puede votar cada cuatro años. Todos los estamentos del estado están en manos de los que manejaban los hilos del poder franquista. Nada ha cambiado políticamente. Por eso la nieta de franco ha heredado su ducado, su fundación sigue recibiendo cuantiosos fondos públicos y son invitados a ciertos programas de la televisión “progre” para que sigan difundiendo su mierda por las ondas televisivas. Por eso la secta del OPUS DEI, sigue copando puestos determinantes en el estado como lo hacía en 1970. Por eso, España se declara constitucionalmente un estado aconfesional, y sin embargo la iglesia católica sigue metiéndose en la política nacional y sigue recibiendo fondos públicos para sus lujos y para el pago de sus curas.

Sin ruptura, es imposible un sistema democrático. Sin educación, menos aún y sin tolerancia y empatía y respeto hacia los demás, imposible. Y en España lo de ponerse en la piel del otro, nunca se ha llevado. Aquí somos más de todo para mí y el que venga atrás que se joda. Como dice mi amigo John M. Coyote, olvídense de cualquier cambio porque esto es España. Y visto el destino al que el mundo se dirige, hacia un nuevo nazismo, con mayor razón.

Vivir no consiste en dejarse llevar, sino en saber actuar. España está llena de muertos en vida que, como las lapas, se aferran a su trozo de roca, sin importarles que el resto del mar se muera y que ellos tampoco puedan salvarse.

Salud, república y más escuelas.

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