La Memoria Histórica contra Fraga y el 3 de Marzo


La Memoria Histórica contra Fraga y el 3 de Marzo: A Manuel Fraga Iribarne se le recuerda por las calles de Vilalba como un ídolo. Aquel paisano que llegó al máximo nivel político alcanzable pero que seguía jugando al dominó con los vecinos de toda la vida. Un pueblo donde aún hay gente que asegura que su papeleta va “para Fraga” a la hora de votar. Donde nació, donde se alberga la fundación que lleva su nombre y su museo, donde su busto preside el centro del municipio. El mismo pueblo y la misma escultura que apareció pintada de rojo por un pasado difícil de olvidar y que le persigue incluso en su Vilalba natal.  

Al que fuera primer presidente del Partido Popular, el año 2008 no le parecía el momento adecuado para desenterrar la memoria histórica. “¿Y cuándo habría que hacerlo?” le preguntaba la periodista Ana Pastor, presentadora del programa ’59 segundos’ que emitía Televisión Española. “Nunca” fue la contundente respuesta de uno de los políticos más polémicos de la historia de nuestro país. Pese a ser considerado por algunos como uno de los padres de la democracia española, así como artífice de la Transición, Fraga jamás se pudo deshacer de su pasado como ministro de Información y Turismo durante la dictadura franquista.

Así quedó el busto de Fraga tras los actos / El Acróbata.
Así quedó el busto de Fraga tras los actos / El Acróbata.

Su más que conocido temperamento -que tantos titulares regaló a los medios de comunicación- contribuyó a crear el recuerdo de un anciano que, en sus últimas apariciones, ya era tan sólo una exageración de su carácter.

Mientras que algunos diarios nacionales han publicado reportajes en referencia a la lealtad que -en teoría- siempre le ha manifestado el pueblo gallego que le vio nacer y crecer, lo cierto es que, desde 2008, se han sucedido diversos actos vandálicos contra la figura del político. Desde la colocación de un artefacto casero en la fundación que lleva su nombre en 2011 -que explotó sin causar grandes daños- hasta la aparición de su busto en el río municipal, el acontecimiento más reciente tuvo lugar el pasado jueves dos de marzo.

Tres encapuchados, todavía no identificados, tiñeron de pintura roja el busto de Manuel Fraga, a la vez que colgaron las fotos de cinco jóvenes sobre la blanca fachada de la que un día fue su casa -y ahora Fundación-. Junto a las mismas, unas simbólicas palabras en euskera: “Oroim enetik gara i penera” / “Desde el recuerdo hasta la victoria”.



En el vídeo, en apariencia subido por los autores de los hechos, se observa cómo los jóvenes, al llegar al pueblo, pegan varias fotos en la fachada de la fundación, escriben su mensaje y, por último, derraman pintura sobre el busto de Fraga.

El acalde del pueblo, Agustín Baamonde, expresó su “repulsa y condena más enérgica” contra “esta acción tan pobre, tan cobarde y tan miserable”. Asimismo, afirmó que “quienes necesitan la violencia para hacerse notar, para hacerse oír, es que no tienen capacidad ni moral, ni personal, ni política. Por eso unos podemos andar con la cabeza alta y la cara descubierta, mientras que otros tienen que tapársela para no sufrir la vergüenza de ser reconocidos como bandidos”.

“Por cierto, aquí ha habido una masacre. Pero de verdad, una masacre”

El color rojo, intenso, representa la sangre. La sangre derramada de Pedro María Martínez, Francisco Aznar, Romualdo Barroso, José Castillo y Bienvenido Pereda, los cinco obreros que ponen cara no sólo a las fotografías que llegaron hasta la calle de Fraga, sino también a una masacre conocida como los “Sucesos de Vitoria”, que este tres de marzo sopló unas amargas cuarenta y una velas.

Cinco meses habían transcurrido desde la muerte del Caudillo y una España agitada y convulsa miraba, con incertidumbre, qué estaba por venir. Tras dos meses de huelga, se convocó en Vitoria Gasteiz para aquel 3 de marzo de 1976 un paro total como demanda de unas mejoras salariales y laborales. La protesta resultaría todo un éxito, secundada por trabajadores industriales, agricultores, comerciantes e, inclusive, algunos estudiantes.

Por su parte, los dueños de las factorías, apoyados por las autoridades franquistas, no cedían ante los reclamos de sus trabajadores y la patronal había prohibido que se siguieran las protestas en los centros de trabajo. Una vez obtenido el beneplácito eclesiástico, los obreros trasladaron sus lugares de reunión a las iglesias.

Pintada en la fachada de la Fundación/Museo de Manuel Fraga / El Acróbata.
Pintada en la fachada de la Fundación/Museo de Manuel Fraga / El Acróbata.

Aquel trágico día unos 4.000 trabajadores acudieron a la asamblea en la iglesia de San Francisco de Asís, situada en el barrio de Zaramaga. Ante la masiva asistencia, otros miles de trabajadores se vieron obligados a permanecer fuera del edificio, que ya se encontraba rodeado por la policía armada (los grises). Éstos esperaron a que la iglesia se llenase y, siguiendo órdenes del gobernador civil, Rafael Landín, procedieron a desalojar aquella iglesia mediante el lanzamiento de gases lacrimógenos.

El pánico cundió entre los asistentes quienes, por miedo a la asfixia, comenzaron a romper las ventanas para poder escapar de aquel infierno. Con lo que se encontraron, a su salida, fue con una policía que abría fuego ante una multitud de personas desarmadas.

La masacre se saldó con 42 heridos y con el inmediato fallecimiento de Pedro, Francisco y Romualdo. José y Bienvenido perecerían meses después a causa de las heridas de bala.

Sin culpables

El capitán de la Policía Armada justificó la actuación policial alegando que estaban “entre ambas masas opuestas en actitud amenazadora y agresiva”, “se utilizaron hasta agotarse todos los medios antidisturbios y, tras su carencia, fue precisa la utilización de armas de fuego” y llegó también a afirmar que algunos de los obreros estaban armados.

Manuel Fraga, ministro de Gobernación en el 76, pronto eludió la responsabilidad de los hechos y se los atribuyó “a los que siguen echando a la gente a la calle con mensajes de un tipo o de otro”. Es decir, no titubeó en absoluto al señalar con dedo acusador a Comisiones Representativas, una organización sindical, al tiempo que recalcó que él se encontraba de viaje en Alemania, por lo que no estaba al cargo de la operación. Los líderes de dicha organización cumplieron un año de cárcel por sedición.

La considerada mayor matanza de la Transición jamás fue investigada ni se llevó a juicio. Lo que sí trajo consigo fue la precipitada caída del presidente del gobierno Carlos Arias Navarro, que, en julio, fue relevado por un Adolfo Suárez nombrado por el Rey Juan Carlos I.

El gobierno franquista, del que también formaba parte Martín Villa -ministro de Relaciones Sindicales-, en su último aliento, sentía pavor a que estas revueltas obreras tuvieran un efecto contagio en otras regiones de España, que se comenzara un movimiento trabajador con ánimo de conquistar libertades y derechos laborales.

Los familiares de los afectados, que conforman la Asociación de Víctimas del 3 de Marzo de Vitoria-Gasteiz / Martxoak 3, manifestaron su lamento ante la muerte del ex ministro Fraga Iribarne, ya que consideran que se marchó sin ser juzgado “por su responsabilidad en la dictadura y en los crímenes fascistas”.

A disposición del público-Disponibles en Cadena ser- quedan las grabaciones que dan muestra de las conversaciones entre los grises: “Por cierto, aquí ha habido una masacre” o “Dile a Salinas que hemos contribuido a la paliza más grande de la historia”.

Un caso más que remueve el tema tabú de la Memoria Histórica. Necesidad para unos, pérdida de tiempo para otros. Una herida abierta para la asociación Martxoak 3 de Marzo, que desde 1999 sigue movilizada para alcanzar su propósito “Justicia, Verdad y Reconocimiento”...