Memoria histórica de dos cuerpos
Memoria histórica de dos cuerpos:

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Memoria histórica de dos cuerpos

La lucha por la libertad de 1936 se pareció mucho a lo que sintió mi cuerpo aquella noche.

Me comencé a sentir extraña. Mi cabeza se desplazó y salí de la situación. Desconecté completamente y oía las voces que intentaban hacerme reaccionar como un lejano eco en mis oídos. La imagen se volvió bidimensional y comencé a ver un poco borroso. El cuerpo me comenzó a templar. Me quedé encogida como un perro abandonado en pleno frío invierno. Mirando al vacío, contemplaba como me intentaban hacer despertar golpeándome y pellizcándome, hablándome con cada vez más desesperación. Pero yo era incapaz de responder ante los estímulos.

Me comenzaron a brotar lágrimas de los ojos. El cuerpo seguía desplazado a miles de kilómetros. Es como si sintiera que caía a un profundo pozo e iba a recibir el impacto del suelo tarde o temprano. Fueron sensaciones similares a mis parálisis del sueño. Similares a la sensación que tuvo un miliciano después de sufrir las consecuencias de la Guerra Civil. Ese estrés postraumático de sentir unos barrotes invisibles que le aprisionaban, a los que se agarraban sus manos temblorosas. De tiritar y de quedarse sin ser capaz de responder durante horas. Viviendo nuevamente su pasado ausente de libertad. En los dos casos, el cuerpo ausente, perdido, ajeno a la realidad y completamente destrozado y olvidado. Pide a gritos su arrebato y deseo de sentirse libre, la justicia por tanto dolor sentido.




Conjuntos originales:

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