FELIPE VI Y EL REY DE ARABIA SAUDÍ SE ABRAZARÁN EN RIAD
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Lidia Falcón


Nuestro amado rey Felipe VI, modelo de monarcas democráticos, va a visitar al rey de Arabia Saudí en pocos días. Supongo que ambos se obsequiarán con los besos rituales y que nos dirán que su amistad es inquebrantable como lo fue con el ínclito padre del nuestro, Juan Carlos I.
Lo que no nos dirán es que este viaje tiene como objetivo principal la venta de armamento español a esa satrapía, para que lo utilice en bombardear sirios y yemeníes, actividad a la que está entregado el régimen saudí con ardor en los últimos años. Y naturalmente Felipe VI tiene que negociar la compra del petróleo, que tanta falta nos hace. Tampoco nos contarán que de esos negocios siempre sale beneficiada la corona española, desde hace 41 años.
Por supuesto, los voceros de la monarquía, premiados en los medios de comunicación, tampoco nos explicarán con detalle que clase de tiranía es la saudí. Entre las dictaduras que mantienen regímenes donde son habituales la pena de muerte, la tortura y la encarcelación perpetua, Arabia es de las peores. La extrema crueldad con que el régimen persigue y castiga a las mujeres, a los trabajadores extranjeros, a los homosexuales, a los periodistas, a los críticos con el régimen, por acciones que en cualquier país de occidente son actividades absolutamente legítimas, muestra un gobierno que no ha salido de la Edad Antigua. Latigazos, mutilaciones, asesinatos, encarcelamientos interminables en condiciones miserables, se menudean en esa satrapía de la que nuestra corona es tan amiga.
El bloguero saudí Raif Badawi está condenado a diez años de prisión y a 1.000 latigazos –que se le propinarán a plazos, a razón de 50 en cada sesión, se supone que hasta acabar con su vida- por “insultar al islam” desde su página web, ‘Free Saudi Liberals’, en la que cuestiona a los líderes religiosos de su país. La actual no es la primera vez que Badawi sufre la represión del ejecutivo saudí. Fue detenido en 2008 acusado de apostasía –uno de los crímenes más graves en Arabía Saudí–, se congelaron sus cuentas bancarias y se le prohibió salir del país.
En 2012 se le acusó de “crear una página web que ponía en peligro la seguridad general y ridiculizaba a diversas figuras religiosas”, el mismo año en que Arabia Saudí ocupó un puesto en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Un año especialmente represivo, ya que se han ejecutado a cientos de condenados, según Amnistía Internacional, que considera a Badawi preso de conciencia. Una carta de su esposa, publica da en el blog de Amnistía Internacional en el diario.es, se hacía eco del “infierno” que ha supuesto para la familia la detención de Raif.
“Desde 2012 permanece recluido, cumpliendo una condena de 10 años de prisión, y le han propinado ya, en público, 50 de los 1.000 latigazos a los que fue condenado, una crueldad inenarrable que va más allá de lo que cualquier persona puede soportar”, escribía Ensaf Haidar. Cincuenta latigazos que estuvieron a punto de acabar con su vida. En tan grave estado quedó que ha estado en el hospital varios meses, y que, según cuenta su esposa esta semana, que en la actualidad vive en Canadá con sus tres hijos –de otro modo ya estaría en prisión o ejecutada por hacer la campaña por la liberación de su marido- , las autoridades saudíes han dado su visto bueno para reanudar los azotes, después de que se pospusieran en medio de grandes protestas en su contra.
Badawi ha sido la persona elegida este año por el Parlamento Europeo para alzarse con el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia. La Eurocámara ha pedido al gobierno saudí la “liberación inmediata” de Raif Badawi, como ha expresado el presidente del Parlamento Europeo, Martin Shulz, en su cuenta de Twitter. El galardón consta de una dotación económica de 50.000 euros.
“A este hombre, una buenísima persona, un hombre ejemplar, se le ha impuesto una de las penas más espantosas que existen en aquel país y que solo puede calificarse de tortura brutal”, condenó Shulz. El Parlamento Europeo aprobó en febrero de 2015 una resolución que condena los latigazos a Raif Badawi, y los califica de “crueles y estremecedores”. “La resolución reclama que las autoridades de Arabia Saudí le liberen de inmediato y sin condiciones, al ser considerado un prisionero de conciencia, detenido y sentenciado únicamente por ejercer su derecho a la libertad de expresión”, indica en una nota el Parlamento Europeo.
En cambio no hemos oído una palabra de nuestro rey ni de su caritativa esposa solicitando la libertad de Badawi, no fuera a ser que enfadara a sus amigos, a los que tantos favores les deben.
Pero no se crean que este crimen es una excepción. No solo la legislación saudí prohíbe a las mujeres toda autonomía, resulta conocido que no pueden ni conducir un automóvil, sino que las persigue con saña para demostrar que el patriarcado árabe es el más retrógrado del mundo.
Sólo hace unos días una mujer ha sido violada por siete hombres y como, de acuerdo con la ley saudí, un miembro masculino de la familia tiene que acompañar a una mujer a todas horas en público, la víctima fue sentenciada a 90 latigazos por no cumplir esta ley. Pero esto no era suficiente. Las autoridades de Arabia Saudí decidieron más tarde endurecer severamente la pena de la víctima, pasando a seis meses de cárcel y de 90 a 200 latigazos. Según los tribunales, el motivo se encuentra en que la víctima relató en medios de comunicación la violación sufrida. Además, se le ha prohibido a su abogado ejercer como tal.
Para más información busquen los vídeos grabados en la clandestinidad por heroicos investigadores, en los que se ve como varios hombres, en diversas escenas, agreden y apalean a mujeres porque están solas en la calle o en un supermercado. Ellas caen al suelo sin hacer el menor gesto en su propia defensa. Para estómagos fuertes es la grabación de la ejecución pública de una mujer, envuelta en un burka como si de un bulto se tratara, a la que varios hombres empujan, arrodillan y disparan en la nuca, dejando tirado en el suelo el cadáver, mientras una turba de espectadores lo contempla.
Pues bien, al rey de ese infame régimen, nuestro democrático Borbón va a visitar, con honores de Estado, y a abrazar cariñosamente, sin tener en cuenta que hay amistades peligrosas, para que a los españoles no se nos olvide que en la escala de valores de nuestra monarquía primero es la bolsa y después la vida. 

DdA, XIV/3437